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Manuel Monereo: "No creo que el militante de Izquierda Unida se vaya a ir sin más a Podemos"

JAIRO VARGAS

Asegura que manda poco en Izquierda Unida, pero que si hubiera dependido de él 'ahora Podemos no sería necesario'. Manuel Monereo (Jaén,1950) es licenciado en Derecho y Ciencias Políticas, un intelectual siempre asociado al PCE hasta su expulsión en el 78. Después siguió trabajando en IU. Actualmente forma parte de su Consejo Político Federal y siempre ha estado muy vinculado al histórico dirigente Julio Anguita. Su visión política rupturista y a favor de la emancipación social, plasmada en varios libros, le llevó a trabajar en América Latina junto a los actuales dirigentes de Podemos, en el Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS).

Valorado y odiado a partes iguales en su organización, tiene claro que Podemos sin IU sufrirá mucho en su andadura política. Confía en Alberto Garzón para dirigir el cambio en IU y sólo tiene buenas palabras para Cayo Lara, que dos días después de esta entrevista anunció que no sería candidato de IU a las elecciones generales de 2015.

¿Cómo hay que interpretar el último barómetro del CIS, que refleja un auge espectacular de Podemos y una caída en el voto de Izquierda Unida y un bipartidismo tocado?

Se ajusta muy bien a lo que creo que pasa en el país. La emergencia de Podemos ha cambiado el campo político, la política ya no será la misma y están cambiando los actores. Es muy difícil entender las cosas que hace Pedro Sánchez sin saber que detrás de él está la idea de competir con Pablo Iglesias. Eso se ve hasta en los modos de hacer política, de articularse, de peinarse y de vestirse. Podemos, como suele pasar con las fuerzas emergentes, impone una nueva gramática política, nuevos discursos, etc. Por ejemplo, más allá de lo que uno piense sobre las primarias, ya es muy difícil hacer política sin primarias. Se puede pensar que es una moda o que es una reacción política a un sistema que se está cerrando y haciéndose oligárquico.

La otra cara de la moneda, para mí que soy de IU, es la bajada del voto en IU. Tiene mucho que ver con no haber sabido entender los cambios políticos, sociales y generacionales. Y por otro lado, por la incapacidad de actuar en tiempo real en política. Desde las elecciones europeas, IU no ha sabido situarse en el nuevo momento político que vive el país. Su actitud es reactiva cuando lo que el país necesita es actitud proactiva, claridad de ideas y un mensaje serio a la base y a la militancia de IU de que comprendemos lo que está pasando y de que tenemos una alternativa. En el fondo lo que hay es un problema de dirección política.

Entonces no considera que Podemos sea el principal problema que frena a IU.

Está claro. La llegada de Podemos es ya un problema político que IU no supo prever ni actuar sobre él. Sigo pensando que Podemos es el déficit de IU. Si IU hubiese hecho lo que tenía que haber hecho y lo que muchos pensábamos que había que hacer, seguramente el fenómeno Podemos no se hubiera dado tal y como se ha dado. De alguna manera una gran parte de Podemos hubiésemos sido nosotros mismos. Eso no se hizo, no se tuvo en cuenta y la conclusión que hay es lo que tenemos hoy. Obviamente los problemas que tiene hoy IU es situarse como parte de la transformación social del país en un momento donde Podemos está siendo un tsunami para el conjunto de la izquierda y de las fuerzas democráticas del país. Eso no será fácil, pero sobre eso no se está trabajando bien ni se tiene ideas claras.

¿Ve difícil una coalición electoral IU-Podemos para las generales?

No lo veo difícil. Creo que una alianza estratégica entre Podemos e IU se debe dar y se puede dar. Para eso también IU tiene que hacer sus propios deberes. No basta decir 'quiero hacerlo' o exigir a los demás que lo hagan. IU tiene que tener claro que es una fuerza viva, con organización, política, ideas claras y que las defiende a campo abierto, que es la sensación que no se tiene. La dirección no sabe a dónde va, solo sabe reaccionar y poner buena cara al mal tiempo. Lo que hace falta es hacer política a lo grande, y es lo que esta dirección no está haciendo.

El discurso y análisis de la situación que ha hecho IU durante esta crisis parece el acertado, como prueba que los discursos de ambas formaciones son bastantes similares ¿Qué tiene cambiar IU para subir? ¿las caras, los procedimientos, las estructuras...? ¿Por dónde empezaría?

Por tener tres o cuatro ideas claras y saberlas expresar. Hay que hablarle a la gente que nos votaba, a la que nos votaba y que ya no nos va a votar, a la gente que espera el cambio. Hay que salir de una vez de esta situación de clausura del equipo dirigente y decirle a su propia militancia qué vamos a hacer. La militancia es el gran capital de esta formación. Una vez que se tiene claro eso, hay que acometer un cambio de liderazgo, porque el actual está claramente agotado.

El nombre de Alberto Garzón es el que más suena para ese cambio, ¿cree que ya llega tarde?

El tiempo nos mata. El tiempo de los cambios se está agotando. No sé si hemos llegado tarde; espero que no. De lo que sí estoy convencido es de que hace falta un cambio ya y no puede estar eternamente aplazándose. Ya no tenemos más tiempo que comprar porque no está en juego sólo una cuestión electoral. Está en juego un patrimonio moral, intelectual y militante. Lo que ha sido históricamente Izquierda Unida y antes que ella el PCE. Está en juego el patrimonio de Anguita, el de miles de hombres y mujeres que pueden convertirse en sujetos pasivos del cambio, en una fuerza residual que no tiene nada que decir. Creo que eso sería malo para IU, pero malo para Podemos también.

Si de algo adolece Podemos de momento es de ese patrimonio que tiene IU, de cuadros dirigentes. Tal y como está la situación interna, sobre todo en Madrid, ¿ve riesgo de trasvase de cuadros de IU, que quieren una nueva forma de hacer política, hacia Podemos?

No soy capaz de responder a esa pregunta directamente. Sí estoy convencido de que nos podemos quedar sin cuadros fundamentales y sin parte sustancial de nuestra militancia. Yo no creo que el militante de IU se vaya a ir sin más a Podemos. El mayor riesgo que corremos es desmoralizar a una parte sustancial de los cuadros y los afiliados y perderlos para la lucha social, que dejen de hacer política y que, entre la idea de traicionar al proyecto de IU o irse a su casa, van a terminar yéndose a casa.

La gente está orgullosa de sus siglas y de su patrimonio, pero no se le puede poner en la tesitura de elegir entre la traición o perecer como fuerza política. Esa tesitura se convertiría en fuga, dirían 'me voy a casa, esto ya no tiene arreglo'. Es un capital político de tal magnitud que si lo pierde IU, lo perdemos todos, las fuerzas del cambio. A eso no se debería llegar.

La fórmula electoral es secundaria. Lo fundamental es la predisposición a hacer lo que debes hacer para ayudar a este proceso de cambio. Anguita tiene una frase muy bonita sobre esto: 'Podemos ha abierto una grieta en el sistema. Nosotros debemos trabajar para que en esa grieta se convierta en una enorme fisura, una ruptura. Y para eso la fuerza de IU es fundamental'. Ese mensaje debería ser nuestra perspectiva.

Al margen de la convergencia ¿Cree IU debería ser esa fuerza que ancla por la izquierda un proyecto que prefiera hablar de transversalidad, de pueblo contra oligarquía?

Creo que nosotros anclaríamos el proyecto por la izquierda. Yo no quiero ser la izquierda de nada, me sitúo en algo más allá de Podemos e IU. Me sitúo en el partido orgánico que hace esta trasformación social necesaria. Para ese partido, que va más allá de que lo hoy es IU y Podemos, hace falta mucha gente. Miles de persona. Hay que incorporar a miles de hombres y mujeres que están fuera de la política activa, que no votan. Hay que pensar en esa fuerza de la transformación que va más allá de Podemos, IU y demás.

Antes ha sido bastante crítico con la dirección actual. ¿Cómo valora el papel de Cayo Lara?

Cayo es amigo mío y no tengo más que cosas buenas que decir de él. Cogió el proyecto en un nivel muy bajo, que ha luchado y lo ha permitido sobrevivir en un tiempo difícil y un territorio pantanosos. A Cayo Lara sólo se le puede estar agradecido. Dicho eso, también creo que en este último periodo que se abre con el cambio político en España, que yo establezco en torno al 15-M, a Cayo Lara y sobre todo a la dirección actual que él representa, le ha faltado audacia e intervención política. Eso ha sido un error serio que, de una u otra manera, hemos intentado evitar. En la última Asamblea de IU, la décima, había un proyecto político viable que, si se hubiese llevado hacia adelante, se habría evitado que existiera algo llamado Podemos, al menos en las dimensiones que tiene. No se cumplió esa hoja de ruta porque el equipo dirigente no se creía lo que acaba de aprobarse. Se habla de revolución organizativa, palabras como rebelión democrática, ruptura, proceso constituyente... eso una vez que se aprobó se puso en un papel, nos fuimos tan contentos diciendo 'joder, tenemos una fuerza que ha dado un giro radical al planteamiento anterior', y ahora resulta que nadie se preguntó cómo se hacía eso.

Para eso sirve una dirección, no para aprobar informes por el 90%. Somos una organización de lucha y combate. Se pensó que lo aprobado era una radicalización infantil, de cuatro locos radicales, que no era concreto y decidieron ir a lo sustantivo, a lo que los trabajadores piensan de nosotros: a hablar del paro, de la reforma fiscal, del modelo productivo. Todo eso está muy bien, pero no tenía un imaginario, no se podía combinar con lo otro. Una dirección no tiene que adaptarse a lo que cree que piensa la gente, sino ir mas allá y generar mecanismos para que la gente le entienda y trabaje. Eso no se ha hecho.

En este clima ¿es descartable una asamblea extraordinaria para elegir un nuevo coordinador federal?

No sé, depende. Creo que muy pronto Alberto Garzón participará en unas primarias que hay que adelantar lo máximo posible. Lo más tarde para el mes de enero, donde Alberto decida ya que se presenta como candidato y donde aprovechemos las primarias para dar las esas ideas claras que decía antes.

Después se necesita un equipo dirigente capaz de galvanizar y acelerar el ritmo de la organización. Y, en tercer lugar, poner en pie esta organización. Los 30.000 afiliados que tenemos en toda España, si saben a dónde van y están motivados, serán una fuerza que se dejará notar. Estoy convencido de que el 5% no es nuestro techo electoral, tenemos un techo mucho más alto si tenemos capacidad de hacer las cosas.

Si IU no es capaz de aguantar el tipo en la generales, si no sólo Podemos le pasa por encima y el resultado es como el de 2008, ¿aguantaría la formación una legislatura así, siendo una fuerza residual? ¿No habría riesgo de desaparición?

Eso sería malo para IU y para Podemos. Es decir, nosotros tenemos un patrimonio moral, intelectual y organizativo que no tiene Podemos y que necesita. Y pierde sobre todo el pueblo. Nosotros somos un instrumento en manos de la gente. Sería mala noticia para el país y no sería justo con lo que IU ha representado.

Estoy convencido del futuro positivo de IU si sabe hacer las cosas. Llevamos meses con el freno echado y hay que levantar el pie y que la máquina corra. Con un nuevo conductor la máquina funcionará.

Ese nuevo conductor del que habla ¿sería un candidato a las generales o un nuevo coordinador federal?

De un nuevo liderazgo en la organización. No hace falta eliminar a nadie, en este proyecto todo el mundo tiene sitio: Cayo Lara, Alberto Garzón, Tania Sánchez, Yolanda Díaz (coordinadora de EU en Galicia), Ignacio Blanco (EU del País Valencià), Javier Couso, Marina Albiol. Hay fuerzas en IU, en gente que es capaz de encabezar este proyecto, darle sentido, converger con Podemos, con las fuerzas del cambio y construir la alternativa, que es lo que hace falta.

Si te fijas bien, los cuadros de IU son gente joven en casi todos los sitios, de Palencia a Sevilla. Son gente que ahora mismo no sabe muy bien dónde ir, muy preocupada con la marcha de la organización cada vez que ven una encuesta. Todo eso se puede arreglar teniendo organización, un proyecto claro, un nuevo liderazgo y algo muy importante: ver decisión, coraje moral. Con eso pondríamos en pie en un proceso no muy largo una organización activa y también serian rápidos unos resultados buenos en las encuestas. Creo en un proceso donde IU crezca y donde Podemos crezca. No quiero ser la izquierda de Podemos, quiero ser una alternativa para transformar este país y competir de una manera cooperativa con Podemos para hacer más grande este país y avanzar entendiéndonos a derecha e izquierda, pero nosotros anclamos el proceso por la izquierda. Par eso estamos aquí, para dar perspectiva de clase, del mundo del trabajo, de los jóvenes. Eso somos nosotros y si no lo cumplimos nosotros, no lo cumplirá nadie, en esto no tenemos sustituto.

Ese mensaje de clase confronta con el de Podemos, al que se descalifica diciendo que es populista. Usted ha trabajado con Iglesias, Monedero o Errejón en CEPS, en Latinoamérica. ¿Cómo explicaría a la gente qué es el populismo que desarrolla Podemos?

No quiero hablar desde la izquierda del populismo ni intentar descalificar a Podemos. Ellos hablan del populismo en positivo y yo fui uno de los formuladores de ese populismo de izquierdas. He ido comprendiendo y madurando, y creo que lo que emerge en España es lo que granmscianamente llamaríamos el sujeto nacional popular. Está apareciendo un sujeto popular, transversal, muy marcado por un cambio generacional clave. Dos generaciones que se están juntando: los que tiene entre 18 y 40 años. Se juntan haciendo un nudo y generan nuevas demandas políticas y nuevo imaginario.

Ante eso se pueden tener dos actitudes: una, la de las vanguardias autoproclamadas que dicen que estos no son marxistas, que son ingenuos. Otros dicen que es el futuro de la revolución. Yo lo veo como un proceso en construcción. Frente a eso está lo nacional popular. Pero lo nacional popular no está al margen de la lucha de clases, está atravesado por hegemonías políticas. No es lo mismo que lo nacional popular esté atravesado por una hegemonía obrera de una izquierda marxista, a que esas fuerzas sean minoritarias o residuales. En la construcción del sujeto es fundamental la hegemonía de las fuerzas de izquierda. Yo creo que en ese sujeto nuevo hay varias representaciones políticas, y esas representaciones son, por ejemplo, IU y Podemos: dos modos de traducir políticamente ese sujeto popular.

Creo mucho en esa dialéctica porque el peligro de estos procesos es siempre la restauración. Antonio Gramsci nos decía que había que tener cuidado con los cambios revolucionarios porque llevan una posible restauración en su seno: la capacidad de que el sistema te coopte, que es lo que en Italia se llama transformismo. Por eso es muy importante, a mi juicio, un proyecto como IU, que sea autónomo de Podemos, pero en el marco de una estrategia común de ruptura con los poderes. Que tengamos una dialéctica unitaria pero autónoma del propio proyecto y que podamos discutir de política. Eso es bueno para Podemos, porque sin lo que IU es, una izquierda marxista, ese proyecto común que pasa por la ruptura democrática y el proceso constituyente, tendrá menos peligro de ser cooptado por el poder.

Pero entonces sí quiere que IU sea la izquierda de Podemos

La clave de bóveda, lo que va a significar el nuevo liderazgo de Alberto Garzón, es que Podemos va a tener en el bloque popular que se está construyendo un interlocutor por su izquierda. Pero un interlocutor que no quiere ser sin más la izquierda de Podemos como antes fuimos la del PSOE. Queremos ser una izquierda autónoma que tenga su propio territorio, en contacto y alianza permanente con la fuerzas que están por la transformación social.

En esta dialéctica entre autonomía y unidad, entre proyecto propio y unidad, se van a ir decantando las cosas en IU y también en Podemos. En algún momento puede aparecer la posibilidad de ser algo más que una alianza electoral, de ir juntos a la constitución de una fuerza orgánica capaz de guiar el proceso de transformación social en este país.

Ese proceso de transformación, a nivel internacional, se está ya viviendo en el sur de Europa, desde Grecia hasta España pasando por Italia. Syriza, Beppe Grillo, Podemos... son respuestas políticas a un desdén de las élites hacia la ciudadanía. Pero ese recorrido ha sido bastante diferente entre estos tres fenómenos. Syriza es una coalición de izquierdas más tradicional con innovaciones, con un discurso de clase que encajaría más con el de IU que con el de Podemos. En Italia emergió un fenómeno televisivo y populista vacío de contenido político. En España parece que hay una mezcla entre los dos anteriores. Un proyecto con gran presencia mediática, con un discurso populista en el sentido académico, pero con unos dirigente profundamente de izquierdas y de tradición marxista, con mucha influencia de América Latina. ¿Cómo se explica este fenómeno?

Le he dedicado un libro a este tema. Lo primero que hay que entender es que vivimos, en España, una crisis orgánica del capitalismo español con tres momentos: el primero es partir de la idea de que somos la periferia de una Unión Europa alemana y en manos de los poderes económicos, lo que se conoce como troika. El vacío político más grande que tenemos es que los temas de Europa siguen pareciendo temas internacionales cuando no lo son, pero casi nunca aparece en el discurso político.

El segundo momento es que esto tiene consecuencias negativas para el modelo productivo y social de los países. Vivimos en un país donde el modelo productivo que se está generando después de la crisis eliminará el Estado social, las libertades sindicales reales, el contrato de trabajo indefinido, habrá una paro estructural... estamos transitando hacia el subdesarrollo.

Estos dos momentos añaden un tercero, que es la crisis del régimen. Eso significa que, al menos, hay dos movimientos: Uno deconstituyente, un proceso avanzado de lo que yo llamo una enésima restauración borbónica. Y por otro lado, un proyecto aún emergente que con Podemos cobra mucha fuerza, que es el proceso constituyente. Todo lo que fue el régimen del 78 está siendo desmontado en su aspecto social y económico, y nos estamos quedando con los peores aspectos de la Constitución. Eso se hace sin contar con la soberanía popular, sin que los ciudadanos hablen. Por eso hablamos de proceso constituyente

¿A dónde quiere llegar?

A que la línea de bifurcación en la política española es, en el fondo, la pregunta de si estamos por la restauración borbónica hacia una democracia oligárquica, limitada y cada vez más autoritaria; o si vamos hacia un proceso constituyente donde el pueblo hable y sea capaz de definir una nueva Constitución en la que se establezcan los ejes de transformación. Aquí entraría la experiencia latinoamericana. Sería convertir el proceso constituyente en la construcción de un sujeto popular que, a su vez, crea una Constitución como hoja de ruta de la transformación del país. Eso es lo que nos diferencia de Grecia o de Italia. Y esa es la unidad posible entre IU y Podemos y otras fuerzas.

La clave es definir, no tanto una alianza electoral o programática, sino ponernos de acuerdo en que la clave ahora es un proceso constituyente. Para eso hay que llegar al Gobierno. Esta es nuestra diferencia con Grecia y con Italia. Por eso es importante que Podemos y nosotros vayamos juntos, porque esta es la madre de todas las batallas.

Yo no suelo hablar de casta, hablo de trama corrupta. No me gusta porque hace lo que hacen los medios, por lo tanto la derecha, que es enfocar todo en los políticos. En España hay una trama económico-política dirigida por el capital financiero que ha conseguido cooptar a la clase política.

Eso también ha pasado en Grecia e Italia....

Sí, pero aquí está la madre de todos los cambios: el 15-M, que pedía democratizar la política y la economía. Es este movimiento el que marca la diferencia entre el fenómeno español, el griego y el italiano. Somos el único país en el que no crece la extrema derecha. Incluso si consideramos que ésta es el PP, vemos que está decreciendo. El 15-M es lo que da el optimismo. España es la esperanza de Europa. Gracias al 15-M, que ha inoculado un democraticismo radical en la gente joven, hemos evitado una deriva autoritaria fascista o racista. Se pedía una democracia más radical en lo económico y en lo social, en la participación. Democratizar el poder y la economía es muy importante. Sobre eso está construyéndose Podemos, y sobre eso IU siempre se ha constituido. Pero se necesita esa alianza.

El objetivo no es solo gobernar, que está muy bien. Hay que gobernar para transformar la sociedad empezando por el proceso constituyente. Eso es lo nacional popular que algunos llamarían populismo porque copia la experiencia latinoamericana. El proceso tiene que empoderar a la gente, que se transforme en una nueva Constitución en la que se esté construyendo pueblo. Eso marcará el futuro del país.

¿El programa común del que se habla ha de ser una nueva Constitución?

Exacto, ese tiene que ser el centro del programa. Ese es el discurso. En IU no ha sido así porque no se ha querido. Una nueva Constitución como hoja de ruta de la transformación tiene que ser el programa, porque con un solo artículo te puedes cargar muchas cosas.

Pongo un ejemplo que he discutido mucho con Julio Anguita y que tiene que ver con el proceso catalán: Hacer un proceso constituyente solo catalán que se enfrente al resto de España tiene poca viabilidad, pero sería diferente si todos nos ponemos de acuerdo, incluida la izquierda catalana, incluso Bildu, en abrir un proceso constituyente, cada cual desde su estrategia, pero con el objetivo común de que las próximas elecciones sean constituyentes.

¿Queda tiempo para eso?

Eso es voluntad política. Se puede hacer mañana. Hay que preguntarse: ¿Qué nos interesa a todos? Está claro que luchar contra este Estado centralista, oligárquico, profundamente ineficaz y capturado por las fuerzas económicas. Veré con mayor fuerza la idea de construir un Estado republicano federal que cualquier otra cosa. Pero discutámoslo. Si todos nos ponemos de acuerdo en acabar con este régimen, las cosas irían de otra manera.

Si mañana se sientan las fuerzas políticas y hablan de que las próximas elecciones tienen que ser constituyentes y de que nos comprometemos a llevar un programa común para ello, ¿por qué no se puede hacer? No digo que nos pongamos de acuerdo en la Constitución que queremos hacer, sólo en que necesitamos una nueva. Para lo demás está el proceso constituyente, en el que la gente se entera de lo que piensa cada uno de los actores.

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