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Bernardo Arellano recrea lo sencillo de la vida en "Entre la noche y el día"

EFE

El mexicano Bernardo Arellano busca el premio "Horizontes", con el que el Festival de San Sebastián reconoce los mejores filmes latinoamericanos, con "Entre la noche y el día", una cinta íntima que provocará en el espectador el deseo de volver a la naturaleza y a lo sencillo de la vida.

Presentada en la sección "Horizontes Latinos" de Zabaltegi, "Entre la noche y el día" cuenta la historia de un hombre a quien su discapacidad le convierte en una carga para su familia, que no siente pudor al utilizarle y explotarle pero es incapaz de comprenderle.

El director necesitaba, pues, contar con verosimilitud una historia muy particular en la que el protagonista es un hombre mayor, autista, en el límite de la inteligencia considerada "normal", y descubrió a Francisco Cruz, un vecino, trabajador de una fábrica de papel, "con un mundo muy rico y un modo de comunicación diferente".

"Él me interesaba mucho y le fui a buscar a su casa", explica Arellano en entrevista con Efe. Y Cruz, que es un gran cinéfilo, "aceptó y se lo tomó muy en serio, lo que hizo que los demás también lo hiciéramos", añade.

Los "demás" son los actores profesionales Gabino Rodríguez, Carmen Beato, Arcelia Ramírez y Joaquín Cosío, que engarzan a las órdenes de Arellano el mundo que rodea a Cruz, que está "muy lejano de la violencia que se vive en las calles de México".

"A veces los enemigos están en la propia familia", señala Arellano, por eso, explica, "el personaje necesita salir y volver a la naturaleza que le llama: es también una metáfora de reencontrarse con la naturaleza interior que a veces olvidamos y hasta intentamos negar".

Francisco camina por las calles de su ciudad con un portafolios en el que va recolectando pequeños tesoros, hasta que un día se lleva a casa un pequeño ratón que provoca las iras de su cuñada, quien exige al marido que lo envíe con otro pariente, su hermana Gabi.

Pero Francisco no se adapta, percibe que molesta en todas partes y no quiere estar en la ciudad. Siguiendo el curso de un río se adentra en un bosque magnífico donde, perdido, se hiere y teme morir. Hasta que lo descubre Modesto.

"La película conecta con el público porque toca temas humanos y porque provoca emociones como la ternura, pero también es muy juiciosa con el egoísmo o la intolerancia, es decir -reflexiona Arellano-, estamos en los dos caminos y hace pensar al espectador si alguna vez ha sido injusto con alguien o incompasivo".

Arellano forma parte de un grupo de jóvenes realizadores de menos de 30 años "que nos hemos cansado -explica- de esperar la subvención del Estado y estamos autofinanciando nuestro trabajo porque estamos deseando sacarlo adelante, lo buscamos y ya no podemos esperar".

En su opinión, el cine mexicano vive "un gran momento", porque no se trata de una moda: "Creo que tenemos algo que decir, y por eso creo que hay películas interesantes".

Y no sólo en México. Lo cierto es que "Horizontes Latinos" está lleno de jóvenes realizadores que traen su primera o su segunda película, en la mayor parte de los casos, sacadas adelante gracias a la coproducción.

Es el caso de la franco-brasileña Julia Murat, que hoy presentó en el Kursaal "Historias que só existem quando lembradas", producida entre Francia, Brasil y Argentina, que ya ha viajado a los festivales de Toronto y Venecia con buenos resultados.

Murat, que ha agradecido al público que llenaba la sala el "madrugón", ha señalado que este es un cuento intimista en el que sus protagonistas son un grupo de ancianos que viven en un pueblo venido a menos del interior del Brasil, el Vale do Paraiba, y reciben la inesperada visita de una joven fotógrafa que busca su lugar en el mundo.

Protagonizada por Sonia Guedes, Lisa E.Favero y Luiz Serra, la película, también ópera prima de Murat, derrocha sensibilidad sin prisas, apoyada en una iluminación intimista y dulce que resalta la esencia de los personajes.

Por Alicia G.Arribas.

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