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Destrucción a los treinta en un 'after'

Alberto Rodríguez muestra el reverso del éxito de unos personajes frustrados

SARA BRITO

'¡Sépalo! ¡Usted es feliz! ¡Usted y los suyos viven en un goce perpetuo de saberse en el mejor mundo de los posibles! Usted es feliz ¡¡Y punto!!'. La arenga es del ilustrador Miguel Brieva (Dinero), pero funciona a las mil maravillas como prólogo de la cuarta película de otro sevillano: Alberto Rodríguez. After, que se estrena el viernes, es un retrato amarguísimo de tres personajes de treintaymuchos, 'triunfadores', pero desgastados por la impostura y la soledad.

Todo sucede en una noche. Tres amigos se reencuentran después de un año sin verse. Una cena, unas copas y una fiestorra como cuando andaban en los dorados veinte. En After hay drogas, sexo y frustración a dos manos, que contribuyen no tanto a dibujar un retrato generacional, como a poner en juego un malestar que, para Rodríguez, es conocido por los nacidos en los setenta. 'La sensación de fracaso viene de que han cubierto las expectativas. El éxito se ha producido y no sienten nada, porque parte de esos sueños no son suyos, son impostados, son una mentira', explica el realizador de 7 vírgenes (2005), otro filme sobre el crecimiento, aunque situado en la adolescencia, que le valió la Concha de Plata en San Sebastián.

Tristán Ulloa da vida a Manuel 'un tipo ausente de su vida', hasta el punto de parecer un personaje de La invasión de los ladrones de cuerpos.Guillermo Toledo es Julio, alguien que 'ha escondido tanto el corazón que ya no sabe dónde lo tiene'. Y Blanca Romero (Física o Química) hace de Ana, 'atrapada entre quien espera al príncipe azul y quien quiere tener una vida totalmente independiente'.

'Quisimos plasmar la ciudad de una manera fantasmal'

Con esos tres ases, Rodríguez construye una película en tres capítulos, que funcionan como variaciones de una noche marcada por las ganas de huir. 'Tuvimos en la cabeza una frase de Julio Ramón Ribeyro, que dice que la madurez es un invento de los adultos para justificar el mundo que están construyendo', apunta.

Ni hay giraldas, ni flamenco en la Sevilla de After. 'Quisimos plasmar la ciudad de una manera fantasmal'. Rodríguez filma los cuerpos de Manuel, Julio y Ana aislados. 'Tiene que ver con lo que le pasa a los personajes, que están completamente insertados en la sociedad pero están solos'.

After es una película de estado de ánimo. Deja desazón y cierta melancolía, alimentada por la música de Micah P. Hinson, Smog o la mismísima Jeneatte. Durante más de dos horas nos toparemos con el pesimismo de Houellebeq (aunque con menos cinismo) o con el lirismo minimalista de Raymond Carver, y nos quedaremos preguntándonos donde está la felicidad ya que no aparece en ningún after.

 

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