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Dulce insomnio

Propuestas para disfrutar de la isla de Ibiza las 24 horas del día.

Miriam Querol

En los foros de Internet, los adictos al tecno están consternados: '¿De verdad que este año no se celebra el Manumission en Ibiza? (A continuación viene una ristra de exclamaciones, emoticonos y demás indicadores de desconsuelo)'. De verdad. La mítica fiesta de la electrónica, celebrada en Privilege durante años y más recientemente en Amnesia, los dos templos más estruendosos de la noche ibicenca, no recala en Ibiza este verano.

No es que vayan a faltar infinidad de raves donde desfasar entre neones y bailes vampíricos. Pero puede que sea una señal de los nuevos tiempos. Durante los últimos años, el mismo hombre que creó Manumission, Andy McKay, ha servido en bandeja a los fiesteros una alternativa al house: los conciertos de Ibiza Rocks, un festival que trae a la isla cada martes a grupos internacionales del panorama indie. Desde el año pasado se celebra, además, en un 'hotel del rock', con habitaciones que dan directamente al escenario.

Éste es uno de los planes para los más de dos millones de turistas que pasan por Ibiza durante el verano. Cada vez son más, pero sus estancias son más cortas. Son viajes express o fiestas interminables, según se mire. Casi siempre a contrarreloj. Por eso, lo importantes es renovar la agenda: lo crean o no, Ibiza es mucho más que el Café del Mar y Pachá.

Para empezar, su capital, Eivissa, es Patrimonio de la Humanidad. La noche no es excusa para perderse un paseo entre las callejuelas de la Dalt Vila, la ciudad amurallada. Porque se trata de uno de los mejores enclaves de la isla para ver amanecer después de la fiesta. A esa hora, parte del zoológico nocturno que se exhibe por la calle de la Virgen -famosa por las drag queens y los amantes del leather que hacen allí teatrillo- ya se ha retirado. Y es buen momento para animarse a hacer algo de turismo cultural, como visitar la catedral o el museo arqueológico.

Y como hemos entramos en la 'Era post after-hours', ya que el Govern decidió el año pasado adaptar el horario de las discotecas 'a los biorritmos humanos' y prohibir la apertura de los garitos durante el día, la opción no es otra que sol y playa -otro indicador más de que la fiesta bakala de los 90 flaquea-. El litoral más salvaje es el del norte, con playas excepcionales como Benirrás o Xarraca, o los puertos de Sant Miguel y Portinatx, en el municipio de Sant Joan. Aquí, además, se ha inaugurado el Centro de Interpretación de la Naturaleza Es Amunts, que propone excursiones por la montaña y por los pueblos del interior, con las típicas casas payesas, de inspiración árabe.

Cerca de uno de estos pueblos, Santa Gertrudis, se esconde un chill out campestre de esencia ibicenca llamado Bazaar. Aquí se puede tomar una copa, cenar e incluso comprar algo en el mercadillo que han instalado. Un plan más revival para los nostálgicos de la época hippie, a los que siempre les quedará el acantilado de Atlantis, con las cuevas tuneadas de dibujos de budas, y el islote de Es Vedrà, santo y seña del new age, al fondo. El atardecer aquí es un clásico.

Si la breve estancia en Ibiza cae en fin de semana, la célebre playa de Ses Salines, cerca de Eivissa, se convierte en el escenario de una fiesta flamenquita del Boutique Hostal Salinas. Se llama Lailo Lailo y puede ser el comienzo, rebujito en mano, de otra noche de fiesta.


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