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Ermitaños al borde del abismo

Sólo citar el nombre de Meteora, que significa 'suspendido en el aire', ya da pistas sobre lo que uno se va a encontrar en los monasterios ortodoxos que levitan en los valles de Tesalia y que son un pedacito de la cultura griega.

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Colgados del cielo o próximos a este, los monasterios que suspendidos sobre farallones de arenisca contemplan desde el siglo XIV el paso del tiempo son el gran tesoro de Meteora. Desde tiempos inmemoriales fueron un lugar de retiro para ermitaños y ascetas, que vieron en este lugar el escenario perfecto para dedicarse a la oración, aunque no fue hasta el siglo XII cuando cristianos ortodoxos crearon la primera comunidad monástica. Dos siglos después llegaría el momento de máximo esplendor constructivo, cuando existían en Meteora 24 cenobios, de los que hoy sólo seis tienen vida, la que le dan un puñado de monjes y monjas entre sus muros.

Resulta sorprendente contemplar los caprichosos pináculos de arenisca modelados por el tiempo y la erosión que se desparraman por los valles de Tesalia, pero mucho más contemplar, al borde del abismo, estas construcciones que coronan sus cimas y que parecen ideadas como escaleras para tocar el cielo. Esta conjunción perfecta entre el hombre y una onírica naturaleza, y que son además de una parte de la cultura griega, les ha hecho merecedores de su declaración como Patrimonio de la Humanidad.

El itinerario, que arranca de las principales ciudades de Meteora: Kalambaka y Kastraki, debe comenzar con la ascensión al monasterio de Rousanou, fundado a mediados del siglo XV y dedicado a Santa Bárbara. Y después continuar hacia San Nicolás Anapafsa, que guarda unos valiosísimos frescos del artista Theophanis Strelitzas, y cuya silueta, recortándose sobre la inmensa roca a la que da la espalda, ofrece la imagen más fotografiada de Meteora.

El monasterio de más fácil acceso es el de San Esteban, cuya iglesia está decorada con coloridos frescos que datan del siglo XVI; y de los más difíciles, el de la Santísima Trinidad, aunque una vez acabada la ascensión las vertiginosas vistas que se comtemplan desde arriba es la mejor recompensa. En cuanto a tamaño, el más grande y uno de los más espectaculares es Megalo Meteora. Su iglesia de la Transfiguración es de las más hermosas de Grecia y su interior guarda dos tesoros: los frescos del ábside de la Sagrada Comunión y la imagen de su abad fundador, Athanasios, compilador de las reglas que hasta hoy rigen los destinos de vida monástica en este rincón de Grecia.

El recorrido concluye, a no mucha distancia de Megalo Meteora, en el monasterio de Varlaam. Un oasis de paz por el que se mueven peregrinos, turistas embelesados con su parekklesion de los Tres Obispos (1637) y monjes de hábito negro y largas barbas. Y un privilegiado mirador para quedarse con el mejor recuerdo de este mar de pináculos sobre el que parecen levitar estos monasterios que desafían el equilibrio en los valles de Tesalia.



Desde Atenas hay que invertir cinco horas en llegar a Meteora, ya sea en tren (consultar en www.ose.gr ) o en autocar, a través de la franquicia Ktel.

Dónde dormir
Kalambaka y Kastrakis, los principales núcleos de población, concentran la oferta hotelera. El hotel Rex es una buen opción que permite tener las formaciones rocosas de Meteora a un palmo de la mano. En Kastraki también es recomendable el elegante Dellas Hotel Boutique .

Dónde comer
Los platos típicos griegos, como la moussaka, el dolmades o el avgolemono (a base de pollo con arroz, huevo y zumo de limón), además la célebre ternera de Tesalia los puedes degustar en restaurante como Elias' garden Restaurant , una de las referencias gastronómicas de Meteora. Otra opción es recalar en dos de las más animadas tabernas de Kalambaka, como Panellinion (Plateia Dimarhiou) o To Paramithi (Patriarhou Dimitriou).

Más información
Turismo de Grecia
y www.meteora-greece.com

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