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La guardia de Aminatou

Hamudi, Edi, Fernando, Inés, Willie y Carmelo dejaron hace casi un mes sus vidas para volcarse en una causa: que la activista saharaui pueda regresar a su casa en El Aaiún

SUSANA HIDALGO

Hamudi Fakala fue el primero en llegar al aeropuerto de Lanzarote, el pasado 14 de noviembre, en cuanto se enteró de que la activista saharaui Aminatou Haidar había sido expulsada de El Aaiún (Sáhara Occidental) por Marruecos. Con él, fueron llegando un grupo de saharauis que ese día habían participado en una manifestación y que corrieron hacia la terminal en cuanto supieron lo ocurrido.

Todos se plantaron en medio del vestíbulo de la terminal y decidieron no moverse de allí, al lado de Haidar, hasta que se solucionara el asunto. 'Empezaron a cantar y corear, se armó en un momento un buen zipizape', recuerda uno de los policías del aeropuerto. La Guardia Civil expulsó al grupo y los tres primeros días tuvieron que dormir a las puertas de la terminal.

Por la desilusión del vuelo frustrado, hay escepticismo

Para Fakala, esos primeros días fueron 'los más duros'. Ahora, en cambio, se muestra optimista de cómo se va a resolver 'la cosa'. Este traductor de los juzgados de Lanzarote y secretario general de inmigración de UGT no se separa de la activista saharaui desde el día en que ella llegó a la isla.

'Me encargo de protegerla, de la seguridad, de hacer guardias a su puerta', cuenta Hamudi, incombustible, que está pendiente de las veces (cada vez menos) que sale del habitáculo del aparcamiento de autocares. También ayuda a repartir la cena que cada noche se sirve a los simpatizantes, que preparan cuatro cocineros voluntarios. Cuscús, paella y sopa de fideos. Todo en platos y vasos de plástico. Hamudi, a cualquiera que pasa por allí, le pone una pegatina en el pecho con el lema Libertad y justicia.

mataos

Hamudi es uno de los miembros del entorno Haidar, ese grupo calificado por Marruecos de estar a sueldo del Frente Polisario y Argelia. Cualquiera que se acerque a Lanzarote puede comprobar que el núcleo duro lo forman unas 30 personas, de todas las edades, ninguno argelino. '¡Pero si somos un grupo de mataos y nos están poniendo de espías!', dice el actor Willie Toledo y uno de los portavoces de la plataforma. Las abogadas Inés Miranda y María Dolores Traviesa están encargadas de la parte jurídica y el doctor Domingo Guzmán, director del hospital insular de Lanzarote, se encargaba de su salud, hasta que ella renunció hace unos días a toda asistencia médica.

Ellos duermen todas las noches con la saharaui en el aeropuerto, y por el día y hasta la medianoche o una de la mañana no paran: reciben a delegaciones de visita, mueven sus contactos para manifestaciones o acciones de protesta a favor de Haidar y esperan noticias sobre las negociaciones acerca del conflicto. Man y Daniel graban las imágenes y las distribuyen para que se vean por televisión en el SáharaOccidental; Chaska se encarga de las notas de prensa, otras dos chicas dan masajes a la saharaui para que no pierda masa muscular, y otras mujeres cuidan sentadas en sillas a la entrada de que nadie entre sin autorización.

Otro de los que están 'desde el primer día' es Carmelo Ramírez, político local y uno de los portavoces de la plataforma. Él conoce a la activista desde hace años, de sus trabajos como impulsor en Canarias de la solidaridad con el Sáhara Occidental. 'He estado en su casa, tenemos una relación de amistad', explica este hombre, de carácter amable y que sabe templar bien los nervios.

Ramírez tiene también su momento más duro de la crisis: 'Cuando el avión en el que tenía que haber salido a El Aaiún ni siquiera llegó a despegar. Pasamos en una hora de la alegría tan grande a la desilusión más absoluta'. Por ese carrusel de emociones que la plataforma pasó ese día, el 4 de diciembre, muchos se muestran escépticos sobre la solución al conflicto. 'Hasta que no la vea en su casa de El Aaiún no me lo voy a creer', sostiene el actor Willie Toledo, la cara mediática de la plataforma.

Toledo, actor, decidió tomarse un año sabático para desconectar de la profesión antes de que estallase el caso Haidar. Y en cuanto supo que la activista estaba en Lanzarote, no se lo pensó dos veces y se plantó en la isla. Toledo no es una cara famosa escogida para una causa, es uno más del grupo. Pasa todas las noches en el aeropuerto, no tiene hotel. Y se asea en el baño de la estación de autocares.

Las horas de tensión, las noches pasadas durmiendo en una estrecha sala de la estación de autobuses o directamente en la calle se notan. Pero nadie decae. 'Lo que nos da fuerzas todos los días a seguir adelante es ella, verla positiva, hay que mirar siempre hacia adelante', explica Toledo.

Él y el resto se encarga de recibir todos los días a las visitas, cada vez más numerosas, que acuden al aeródromo desde España y desde Europa. Ayer le tocó el turno, entre otros, a políticos de Navarra. El día anterior, IU de Asturias le entregó el premio Nelson Mandela de Derechos Humanos. Y cada vez hay más periodistas, más unidades móviles de televisión y más curiosos que acuden por unas horas al campamento, intentan hacerle una foto y luego se van.

El Mami Amar Salem está acostumbrado al ir y venir de cámaras. Él es otro de los que están desde el primer día. El Mami es vicepresidente de Codesa, la asociación de Derechos Humanos que preside Haidar, y conoce de sobra la represión marroquí porque la sufrió durante muchos años. Pero también conoce a la saharaui y su capacidad de aguante. 'No vamos a desistir hasta que regrese; no la vamos a dejar nunca sola. Su lucha por la dignidad es un ejemplo para todos nosotros, no nos podemos permitir desistir', concluye El Mami, a medianoche, mientras no deja de teclear al aire libre en su ordenador personal.

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