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Jeremy Scahill: "América intenta vencer a base de asesinatos"

El periodista publica en un libro y muestra en la película 'Guerras sucias' las pruebas de que EEUU libra 'la batalla contra el terror' con ejecuciones indiscriminadas en distintos lugares del mundo

BEGOÑA PIÑA

El ejército de EE.UU. comenzó antes, aunque con mucha más regularidad, después del 11-S, a asesinar indiscriminadamente a seres humanos en distintos puntos del planeta. Drones, asaltos nocturnos, ataques de los Comandos de Operaciones Especiales Conjuntas (JSOC)... son los nuevos métodos de la guerra encubierta que lleva a cabo este país contra todos aquellos que considera sus enemigos. El periodista de investigación y reportero de guerra Jeremy Scahill aporta las pruebas necesarias para hacer tan terrible afirmación y lo hace a través de un libro -casi mil páginas de información contrastada (Paidós)- y una película documental -con un tono más personal y que se estrena este viernes- titulados Guerras sucias. 'América intenta vencer a base de asesinatos'.

'Esta es una historia sobre lo visto y lo no visto', dice él ante la cámara al comienzo de la película, que comienza en Afganistán en un tiempo en que 'la guerra allí ya no era noticia'. En aquel país, en Gardez, zona muy peligrosa, Jeremy Scahill visita a los supervivientes de una familia masacrada por los Comandos de Operaciones Especiales Conjuntas (JSOC). Mataron a mujeres embarazadas, niños, hombres... y luego los soldados norteamericanos sacaron de sus cuerpos las balas con cuchillos. 'Yo no quería seguir viviendo, quería ponerme un chaleco y explotar delante de los americanos', dice una de las víctimas que quedó con vida. Poco después, la OTAN mintió y aseguró que aquel había sido un crimen de honor talibán.

'Yo no quería contar la historia de esta manera, no quería estar frente a la cámara'Scahill en persona guía al espectador por el horror que siembra EE.UU. por el mundo. 'Yo no quería contar la historia de esta manera, no quería estar frente a la cámara, y estaba molesto con el director (el reportero Richard Rowley) por tomar esta decisión, pero al comienzo del montaje invitamos a Michael Moore, que es mi amigo, a que viera lo que teníamos. Y nos dijo: ‘Esto no va a querer verlo nadie, es un catálogo de horrores'. Me pidió que dedicara unos días a pensar cómo me sentí yo cuando me di cuenta de lo que tenía. 'Esa es la historia que querrá ver la gente'. Y tenía razón, porque los periodistas somos humanos, no somos robots'.

Y porque, probablemente, el planeta entero sabe que esto que se cuenta en Guerras sucias está sucediendo, aunque no tuviera hasta ahora las pruebas de ello. 'Los americanos son los únicos que no parecen saberlo, pero estos son crímenes escondidos a plena luz del día', dice Scahill, que se lamenta de cierta indolencia general, a pesar de la cual él tiene esperanza. 'Si no la tuviese hubiese dejado el periodismo, pero también hay que ser realista. Creo que yo soy un idealista realista. Y creo que uno tiene que creer que lo imposible se va a volver posible. Y tienes que creer lo suficiente en la humanidad como para pensar que vas a hacer entender a los norteamericanos lo que hacen sus misiles, cómo se utilizan los dólares de sus impuestos. Quiero obligarles a mirar la cara de los niños en las zonas de guerra, porque cuando las vean, no apoyarán esta política'.

'No se trata solo de que EEUU intenta legalizar estos asesinatos, sino de que intenta legitimizarlos'Una política en manos ahora de Obama, un presidente que ha ganado ni más ni menos que el Premio Nobel de la Paz pero que, paradójicamente y a la vista de la investigación de Scahill, lidera uno de los países más criminales del planeta. 'Eso es lo más dañino, que se hace con Obama como líder y es dañino porque Obama es quien es, un Premio Nobel, abogado constitucionalista... No se trata solo de que intenta legalizar estos asesinatos, sino de que intenta legitimizarlos'.

Tras la caza de Bin Laden,  los miembros del JSOC, que hasta entonces operaban en secreto, se convirtieron en héroes. 'La guerra global contra el terror estaba girando fuera de control', asegura Scahill que ha llegado hasta aquí en su película, después de acudir a Yemen y hablar con los supervivientes y testigos de otra matanza -46 personas, de ellas 21 niños y 14 mujeres- y después también de cerrar la investigación sobre el asesinato de un ciudadano norteamericano, Anwar al-Awleki, y su hijo de dieciséis años. 'Le han asesinado por aquello en que podría haberse convertido'.

1.700 ataques nocturnos en tres meses, veinte por noche, es el cálculo que en un momento de Guerras sucias hace Jeremy Scahill. 'Había cambiado la forma de librar una guerra -sentencia-. El planeta es un campo de batalla y nosotros estamos en guerra. América estaba intentando vencer a bases de asesinatos'. Crímenes en países con los que no hay ninguna guerra declarada, lugares en los que el periodista recoge testimonios e información. Yemen, Afganistán, Irak, Somalia, Estados Unidos... 

'Hay muchos periodistas asesinados en el mundo, nos matan todos los días''Estados Unidos intentan llegar a una gran victoria a través del asesinato y con guerras preventivas. La política exterior de Obama es como la película de Steven Spielberg, Minority Report, actuar antes de que pase el crimen, por lo que puedan hacer', explica Scahill, que ha recibido amenazas por este trabajo, aunque no tantas como por el anterior, Blackwater, una investigación sobre los grupos de mercenarios que trabajar a las órdenes del ejército de EE.UU.

'Cualquier amenaza hay que tomársela en serio -asiente-. Pero hay otros periodistas que se arriesgan mucho más, hay muchos periodistas asesinados en el mundo, nos matan todos los días. Incluso a la familia de una amiga mía, una periodista mexicana, la han amenazado, hay un periodista española secuestrado... Así que yo no tengo mucho derecho a quejarme. Tengo dos opciones como periodista, quedar paralizado por el miedo o seguir adelante. Yo sigo haciendo mi trabajo'.

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