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"Muchas sociedades aún tienen un machismo medieval"

Miryam Pedrero, periodista, dirigió la serie 'Historias del Milenio', sobre los objetivos de cooperación de la ONU para 2015

SUSANA HIDALGO

Miryam Pedrero es periodista especializada en cooperación al desarrollo y ha dirigido la serie Historias del Milenio que emite La 2 con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional (Aecid). Los ocho capítulos tratan los Objetivos del Milenio de Naciones Unidas, ocho metas para reducir la pobreza en el mundo y que tienen que haberse alcanzado en 2015. Dos de ellas se centran en las mujeres: promover la igualdad entre géneros y mejorar la salud materna. Para rodar los reportajes que analizan estas necesidades, Pedrero ha viajado por todo el planeta.

¿Qué importancia tienen las mujeres en la serie?

En el capítulo de la igualdad de género la protagonista es una niña violada de Camboya que, después de ser repudiada en su pueblo, tiene que ser sacada de la casa por la madre y termina en un centro de ayuda humanitaria. En el de la reducción de la mortalidad materna, nos centramos en la historia de Cristina, una adolescente de Nicaragua que se queda embarazada porque lo dice la tradición y se debate entre el amor a su pareja y sus sueños de realizarse profesionalmente.

Trabajando en países en vías de desarrollo, ¿cómo ha sido su trabajo con la población local masculina?

Los hombres te respetan, pero no por ser mujer, eso da lo mismo, sino porque eres blanca y suponen que tienes dinero. En Malawi las mujeres no se sientan en la mesa con sus maridos, se sientan en el suelo. En muchos países el sometimiento de la mujer es de un machismo medieval. Pero con los hombres yo me sentaba de igual a igual y no se atrevían a decirme nada.

¿Qué papel tienen las madres de los países en desarrollo en la lucha contra el machismo?

Ahora mismo, las madres perpetúan la ignorancia y cierran las vías de desarrollo de las hijas. Condenan a sus hijas a hacer lo mismo que ellas, a vivir sometidas, cuando son ellas precisamente las que tienen que conducir el cambio. Si las madres son educadas en el progreso, se podrán producir avances.

¿Qué denominador común ha encontrado en la historia de todas las mujeres con las que ha tratado?

La maternidad, que las hace menos egoístas a la hora de tomar decisiones. Si el mundo estuviese gobernado por mujeres habría más amor y menos egoísmo. Ellos son más individualistas y egocéntricos. En Malawi, cuando los hombres ganan dinero, lo gastan en cerveza y en putas; ellas lo guardan para alimentar a sus hijos durante el invierno. Pero esto pasa en Malawi y en cualquier lugar del mundo. Es internacional.

¿Qué piensa del papel de la mujer en las ONG?

Son fundamentales, me he encontrado con auténticas cracks, tanto religiosas como civiles. Las mujeres son el eje de la ayuda al desarrollo. Para estas cooperantes, su trabajo es su vida. Un ejemplo es la religiosa Brigida Moreta, que trabaja en Malawi y ha conseguido con su voluntad levantar un hospital.

¿Qué Objetivos del Milenio son los más complicados de cumplir?

Los relacionados con las mujeres: igualdad de género, salud reproductiva... Ellas siempre están al final de la cola de la miseria. Los más pobres de los más pobres siempre son las mujeres. Sufren más los daños colaterales como, por ejemplo, el contagio de sida por un marido infiel. Y, aun así, se quedan al lado del marido y creen que la única manera de no contagiarse es que el marido les sea fiel.

¿Y cree que en 2015 se podrá alcanzar alguno de los objetivos?

Hasta que las normas del juego no sean justas, es imposible. Malawi es el primer productor de tabaco y, sin embargo, está entre los diez países más pobres del mundo. Mientras queramos seguir comprando aquí ropa barata hecha allí, no va a cambiar nada. Para nosotros, la crisis económica nos afecta porque podemos salir menos; para los países en desarrollo se traduce en hambruna.

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