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El peso de una herencia fotográfica

Maspons, Masats, las familias de Ricard Terré y Virxilio Viéitez cuentan cómo gestionan sus archivos

LÍDIA PENELO

Oriol Maspons (Barcelona, 1928) no sabe qué hacer con su archivo fotográfico. Al igual que Agustí Centelles, tampoco ha conseguido encontrar cómplices en Catalunya que se decidan a comprar y gestionar sus imágenes mientras los que la realizaron continúan en vida. El Museu Nacional dArt de Catalunya (MNAC), tras un breve tanteo, no se animó. 'Toda la vida he odiado el archivo. Si no tengo dinero para pagar una secretaria, menos todavía para pagar a alguien que lo organice', contaba Oriol Maspons a Público ayer al mediodía. Este fotógrafo reconocido internacionalmente por su labor documentalista y que en los años cincuenta, cuando vivía en París, colaboró con las revistas Paris Match y Elle, conocer el destino de su trabajo no le quita el sueño.

Maspons, Ramon Masats, Joan Colom y Leopoldo Pomés son algunos de los últimos supervivientes de una generación de fotógrafos que trabajaron en una postguerra en la que estaba prohibido tomar fotos en la playa, en la que las imágenes no podían mostrar pobreza, y en la que estaba mal visto ir por la calle con una cámara colgada del cuello. Sólo retratar celebraciones religiosas les salvaba de las miradas reprobatorias. Cada disparo generaba un negativo. Con los años, las cajas llenas de material fotográfico se convierten en un dilema para sus propietarios: decidir qué hacer con el trabajo de toda una vida.

Hace apenas un mes, murió uno de los suyos, Ricard Terré. Este fotógrafo nacido en Barcelona en 1928, se afincó en Vigo a principios de los sesenta. Una de sus hijas y portavoz de la familia, Laura Terré, explicó a este periódico que 'de momento el archivo no se vende; no tenemos ambición de mercado'. Terré, especialista en fotografía de los años sesenta, cuenta que para su familia lo más importante es conservar lo mejor posible el archivo de su padre.

'La digitalización no es la solución. El negativo es la matriz, es delicado, pero es materia. Bill Gates que ha comprado el fondo Hartmann, después de adquirirlo, compró una profunda mina para adecuar un espacio óptimo para su conservación. Gates no afronta la digitalización como una manera de conservar sino como una manera de hacer difusión', comenta Terré que considera que un archivo digital siempre tiene pérdidas.

Tras invitarla a pensar que haría su familia si se viera obligada a vender la obra de Terré, su hija responde que 'mezclar patrimonio con mercado es muy peligroso, pienso que siempre es mejor que los archivos estén cerca del lugar donde han sido creados, pero en España no hay una estructura preparada. Los archivos no deberían incluirse en macromegaestructuras dirigidas con una visión centralista; deberían existir centros que hicieran de vectores de los archivos de cada pequeña comunidad', apuntó.

'Mira neniña, haz lo que quieras. Este trabajo ya está pagado', respondió Virxilio Viéitez (Soutelo de Montes, Pontevedra, 1930-2009), cuando su única hija le pidió algunas imágenes para montar una exposición. Viéitez se consideraba buen fotógrafo, pero 'no pensaba que su obra pudiera tener otra lectura, guardaba los negativos porque era costumbre', cuenta Keta Viéitez que desde 1991 procura conservar el archivo de su padre. 'El archivo es una pesadilla y una devoción. Es una responsabilidad muy grande de la que no me puede desprender', comentó via telefónica ayer por la tarde.

Keta, al igual que la familia de Ricard Terré, no quiere vender el archivo pero se siente abrumada por los inconvenientes de la gestión. 'Los negativos empiezan a necesitar algún tratamiento, pero es muy caro y estoy sola. Todavía hay una parte del archivo que está como él la tenía', explicó con un tono de fatiga contenida. 'Ahora estoy buscando ayuda para una catalogación definitiva', añadió con más ánimo. Dice que 'la Xunta no sabe que existe Virxilio' y avanza que la ayuda no llegará de Galicia.

Virxilio Viéitez se ganó la vida tomando fotografías de carnet. Recorrió lugares inhóspitos para capturar a sus gentes, dejando una obra quese podrá ver en una exposición a finales de 2010 y que compilará las obras de Viéitez, desde los inicios hasta las producciones en color de los setenta. Fiel al carácter gallego, Keta sólo desveló que Fundación Telefonica está interesada en su archivo.

Mientras Oriol Maspons no dedica tiempo a pensar en su archivo, el fotógrafo Joan Colom (Barcelona, 1921), que según explicó a Público no concede entrevistas porqué está muy ocupado con su trabajo. Todo su tiempo lo dedica a organizar su archivo. Colom apenas sale de casa y cuando lo hace, se le puede ver pasear por Las Ramblas de Barcelona capturando imágenes con los ojos. A algunos de sus amigos fotógrafos les ha contado que lo que le gustaría es montar una muestra con una selección de sus instantáneas en color. Proyecto que sigue en el aire, aunque la exposición que está más encarrilada es la que prepara para la Fundación Foto Colectania. Pepe Font de Mora, director de la entidad, cuenta que la muestra, prevista para 2011, se centrará en las primeras fotografías de Colom y tendrá una itinerancia internacional.

Cuando habla de la gestión de archivos, Font de Mora no se cansa de repetir el elevado coste y la complejidad que supone conservarlos en condiciones. 'Los archivos públicos y privados tienen que destinar parte de su presupuesto a la difusión de los archivos. Si se conservan pero no se difunden, caen en el olvido', observó este enamorado de la fotografía que admite que 'estaría encantado de poder adquirir los fondos de Joan Colom'. Por el momento, Colom no manifiesta sus intenciones, dice que lo único que lo tranquiliza es trabajar sin descanso.

 

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