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Pixar sube a los cielos

Up, la décima película de los estudios que crearon Toy Story, se sube a la revolución del 3D

SARA BRITO

Dos semanas atrás, los analistas que hacen prospecciones de cara a la cotización en Bolsa de los estudios de Hollywood tuvieron que tragarse sus palabras y disculparse públicamente. 'Absolutamente equivocado', escribía Richard Greenfield en un informe de la consultora Pali Research, al constatar que sus malos augurios económicos sobre la última película de Pixar, Up, no podían estar más equivocados. Los señores de corbata de Wall Street habían estimado que un filme de animación, con un protagonista de 78 años no era una buena idea ni como lanzamiento para el mercado 3D, ni como entretenimiento para las masas en tiempos de crisis.

Pero, una vez más, Pixar contradice a los buscadores de fórmulas con una historia que presenta a un protagonista improbable. Esta vez no es un robot que apenas habla (Wall-E, 2008), ni un rata cocinera (Ratatouille, 2007), sino un tal Carl Fredricksen, viudo de la tercera edad, cuya casa se eleva por los aires hasta un remoto rincón de la selva amazónica, donde compartirá aventuras con un insorpotable y orondo niño boy scout. Un tal Russell.

Tanto es así, que el décimo largometraje de Pixar (dirigido por el realizador de Monster SA, Pete Docter), y el primero pensado para ser exhibido en 3D esteroscópico la cacareada tercera revolución cinematográfica, va camino de convertirse en la película del estudio más taquillera en EEUU. En estas semanas, sólo está por detrás de Buscando a Nemo (2003), que alcanzó los 339 millones de dólares en el mercado local.

En su primer fin de semana, Up barrió con todo pronóstico y logró 68 millones de dólares. De estos, 35,4 millones vinieron de las pantallas en formato 3D, barriendo con los 32 millones con los que Monstruos contra alienígenas (Dreamworks) había batido récord de estreno unos meses antes. A España Up llega el próximo jueves.

La habilidad de Pixar para huir de la vulgaridad y a la vez fascinar al público ha quedado demostrada con un filme que prefiere evitar el efecto tortazo vicio de parte del 3D convencional para volcarse en el uso de la nueva herramienta para la dramatización.

'Los trucos pueden sacar a la gente de la historia y nosotros hemos querido restringir esos efectos. Lo que hemos hecho es usar la profundidad del 3D para envolver a la gente en las emociones de los personajes y en la historia', argumentaba John Lasseter, director creativo de Pixar/Disney, en Cannes.

Lejos, por tanto, del susto fácil, Up apuesta por la profundidad de campo. 'Hemos usado el 3D como haríamos con el color, como una herramienta más para dar profundidad', indicaba Pete Docter en la Croisette, donde el filme recibió su primer espaldarazo.

Porque, por mucho que le pese, cuando el 3D inauguró Cannes, Jeffrey Katzenberg no estaba allí. El dinosaurio de la animación y presidente de Dreamworks ha sido uno de los más entusiastas pregoneros de las delicias del 3D esteroscópico de los últimos años. Mucho más que la camarilla de Pixar, capiteaneada por John Lasseter. Pocos han sido los foros de India a EE UU, pasando por Europa, en que el socio de Spielberg no haya sacado a relucir que la tercera revolución en el mundo del cine está por llegar, y que será una que precisará de gafas.

Pero, cómo son las cosas, ha sido su competidor más feroz, Disney-Pixar, quien subió el telón del festival más prestigioso del mundo con Up como puesta de largo de la flamante tecnología en la vieja Europa. Por si fuera poco, los estudios de John Lasseter acudirán a la Mostra de Venecia el próximo mes de septiembre para recibir un homenaje por parte del festival, y de paso, presentar Toy Story y Toy Story 2 en versión 3D.

Para rematar el éxito de Pixar, y dado el empuje crítico que ha recibido en EEUU, Up puede ser el primer filme de animación nominada a la categoría de mejor película en los Oscar. El cambio en el sistema de nominaciones que se produjo hace unos meses y que ha llevado a que se amplíen de cinco a diez las candidatas a mejor película podría ayudar a que el achacoso viejecillo Carl Fredricksen se marque otro tanto histórico.

Más allá de cifras, nominaciones y otros vítores, Up es, en palabras de su productor, Jonas Rivera, 'una película más que realista, tangible'. La elección estética ha sido por la simplicidad en el dibujo y la caricatura en el estilo. 'Nos basamos en los dibujos de Hank Ketcham en Daniel el travieso', reconocía Docter, que apuntaba a Walter Mathau y a Spencer Tracey como los modelos para el gruñón Carl.

El diseño de los protagonistas de la película Carl y Russell se redujo a las figuras básicas del círculo y el cuadrado. 'Es parte de la simplicidad', apunta en las notas de producción del filme el diseñador de producción Ricky Nierva. 'Consiste en reducir las cosas a su esencia más pura'.

Reduciendo a la esencia, también en lo narrativo, y huyendo de lo obvio, como ya hizo Andrew Stanton en Wall-E, Pete Docter consigue que lo mejor de Up esté condensado en dos minutos gloriosos capaces de dejar sin aliento al espectador más seco. Sucede en el primer cuarto de película, cuando se narra la vida del señor y la señora Fredricksen en un ejercicio de síntesis y elipsis poética inolvidable.

Pixar no renuncia tampoco a la lentitud narrativa, al gesto de darle tiempo a los personajes para presentarse por sí solos (la secuencia del viejo bajando en una silla eléctrica las escaleras es quizás una de las más largas vistas en la animación americana). Lasseter se remitía en Cannes a su amigo personal Hayao Miyazaki como el director que había influido en esa generosidad narrativa, que tiende a dejar paso al relato de aventuras y al humor a lo Disney que domina la segunda parte del filme con el que Pixar subió a los cielos. Al menos el de la taquilla.

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