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Rimbaud era un pésimo dibujante

Un libro desvela bocetos y fotografías inéditos realizados por el poeta francés

ANDRÉS PÉREZ

El poeta Arthur Rimbaud era un pésimo dibujante, y todos sus coetáneos de finales del siglo XIX lo sabían. No obstante, como el gran literato se convirtió en una auténtica leyenda y como sus compinches Paul Verlaine y Ernest Delahaye sí dominaban el trazo, se convirtió en norma encontrar por todas partes auténticas maravillas dibujadas y atribuidas a Rimbaud. Un libro publicado en Francia estos días, obra del filólogo Jean-Jacques Lefrère deshace el entuerto, y separa los auténticos de los falsos esbozos del artista.

Desde 1870, cuando sólo tenía 16 años, Rimbaud fue reconocido por su talento literario y pudo entrar en la selecta cofradía de los 'reconocidos poetas'. Verlaine consiguió abrirle de par en par las puertas de París, en 1871. 'Venga usted, querida gran alma, le estamos llamando, le esperamos', escribió el poeta a Rimbaud. Esa llegada se produjo con un Rimbaud joven que llevaba el célebre Le Bateau Ivre en el bolsillo. Y, a partir de ahí, ni una sola velada literaria, ni una sola tertulia de literatos pudo celebrarse sin que se le escuchara, se le leyera o se hablara de él, bien o mal.

Apollinaire aseguró que el escritor dibujaba bien.El mal estaba hecho

Años más tarde, Guillaume Apollinaire se permitió escribir algo, no sobre los versos de Rimbaud, sino sobre sus dibujos. 'Son divertidos y singulares' y 'es deseable que sus dibujos a la pluma sean reunidos en un álbum que no podrá más que tener un gran éxito'. El mal estaba hecho. En realidad, lo que había visto Apollinaire era una colección de calcos que efectivamente Rimbaud había hecho, sí, pero copiando línea por línea, trazo por trazo, dibujos o acuarelas de otros artistas, a menudo anodinos y relegados hoy al anonimato más total.

Nadie quiso asumir esa triste realidad y, desde entonces, han florecido por toda Francia cientos de dibujos atribuidos a Rimbaud. Algunos de ellos hasta llevan chiste. Recientemente se negoció a alto precio un dibujo firmado A. Rimbaud que en realidad era obra de un desconocido... Antoine Rimbaud.

El libro se emplea a fondo para separar la paja del grano. Dividido en tres partes Dibujos incontestablemente obra de Rimbaud, Dibujos de los que Rimbaud no es incustionablemente el autor y Dibujos de los que Rimbaud no es el autor no deja lugar a dudas.

Rimbaud sólo copió, línea por línea, obras de otros artistas

Los bosquejos que salieron verdaderamente del puño del poeta son penosamente malos y cualquiera que tenga hijos de entre tres y ocho años de edad podría clamar que los de su prole son mejores. Los que ofrecen lugar a dudas, en su mayoría publicados en gacetas de fines del XIX, tienen esa gracia irresistible de la prensa satírica y costumbrista de la época. Entre los que definitivamente no son obra de Rimbaud, hay auténticas maravillas que dan la vuelta al mundo tal y como era cuando se generalizó el ferrocarril de Occidente.

Pese a lo ridículos que son los esbozos salidos de la mano de Rimbaud, el autor del libro insiste en que su 'calidad estética es secundaria', y destaca que 'vale la pena publicarlos, porque, como cualquier croquis, son los trazos de un instante, es decir de una mirada, de una manera de ver y reflejan la personalidad' del artista.

Quedan, entre las páginas de la obra, flecos que emocionarán a los amantes de los versos misteriosos del poeta. Como varias fotografías, entre las que figura una particularmente intensa de Isabelle, la hermana pequeña del poeta, que fue la última en acompañarlo hasta su muerte en Marsella, a los 37 años.

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