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Los usuarios de los servicios públicos faltan a la huelga

Los centros de la Administración atendieron con aparente normalidad a los ciudadanos que acudieron

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Los servicios públicos apenas se vieron afectados por el paro de los empleados de las diferentes administraciones. El seguimiento de la huelga en aquellos centros y puestos de cara al público fue muy bajo y en algunos departamentos prácticamente nulo, por lo que se pudo atender con aparente normalidad a todos los ciudadanos que se acercaron.

Pero fueron, justamente, los usuarios los que faltaron en la jornada de ayer. Muchos ciudadanos que tenían cita concertada en algunos de los servicios que funcionan con este sistema (desde la tramitación del DNI hasta la atención en los ambulatorios, pasando por la presentación de las declaraciones del IRPF) decidieron anularla o posponerla, temiendo que pudiera haber incidentes con piquetes o que el empleado público que tuviera que atenderlos estuviera en huelga. Pero ni una cosa ni otra; normalidad y tranquilidad en la Administración, en los centros de salud y en las escuelas, que no se paralizaron.

Muchos usuarios anularon sus citas previas temiendo no ser atendidos

La ausencia de usuarios fue notoria, especialmente, en las primeras horas de la mañana. A partir de mediodía y una vez que se iba conociendo a través de los medios de comunicación el desarrollo pacífico de la jornada de movilización en el sector público, los usuarios se fueron animando y se acercaron a los centros de la Administración para tramitar sus asuntos y retomar su rutina habitual. Además, los servicios mínimos garantizaban una atención similar a un día festivo o incluso superior, hasta el punto de que la movilización pasaba desapercibida.

Un factor determinante en la marcha de la huelga fue el funcionamiento del transporte público en la mayoría de las grandes ciudades, pues en este sector no se había convocado paro (a pesar de ser empresas públicas, no se han visto afectadas por los recortes salariales). Los sindicatos sí convocaron movilizaciones en algunas empresas de transportes concretas, como las de los ferrocarriles de vía estrecha y el gestor de aeropuertos Aena.

Tampoco se vio afectada la Administración de Justicia. Era de los pocos sectores en los que había quedado claro cuáles iban a ser los servicios mínimos, pero no hizo marcha ponerlos en marcha porque la participación en la huelga fue mínima. En el Tribunal Supremo, secundaron el paro 15 de las casi 600 personas que trabajan en la sede, según datos de la Secretaría de Gobierno del alto tribunal. Ninguno de ellos era juez. En la Audiencia Nacional se sumaron 21 de los 225 funcionarios, que tampoco eran jueces ni secretarios judiciales. Algunas personas que pasaron por los juzgados madrileños a juicios o a tramitar alguna diligencia llegaron a comentar, con cierta ironía, que la Justicia sigue siendo igual de lenta 'haya huelga o no'.

La ausencia de incidentes destacables fue también la tónica dominante, al margen de las concentraciones de piquetes de empleados públicos en algunos centros a primera hora de la mañana, arrojando octavillas y haciendo ruido. Entre las incidencias que han sufrido los ciudadanos, el Gobierno reseñó la interrupción del servicio en los puertos de Almería y Barcelona, el corte de un cable de fibra óptica en Cantabria, los piquetes en estaciones de autobuses de Baleares y Oviedo, el sellado con silicona de oficinas de Correos en Logroño o el retraso de algunos trenes del AVE Madrid-Sevilla.

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