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Y los músicos españoles, ¿qué?

JESÚS MIGUEL MARCOS

La revolución digital ha quitado la venda de los ojos a los músicos, que se han dado cuenta de que sus intereses no son exactamente los mismos que los de sus discográficas. En realidad, siempre fue así: los sellos ganaban dinero con los discos, los grupos con los conciertos y todos tan contentos. El problema llegó cuando una de las dos patas del banco, la venta de discos, se rompió con el cambio de siglo.

El problema llegó cuando una pata del banco, la venta de discos, se rompió

En ese momento, la reacción de las discográficas fue demonizar Internet. Los músicos, incapaces de enfangarse en asuntos económicos (sólo hay que observar la lista de artistas estafados por sus managers, desde Bob Dylan en los sesenta hasta, hace nada, el mismo Leonard Cohen), les siguieron el juego durante un tiempo.

Fueron años la mar de curiosos. Los profesionales de la canción peregrinaban a la Moncloa con carteles que rezaban: 'La música se muere'. En las entrevistas, al preguntarles por las manidas descargas, contestaban con las consignas recibidas en los despachos de sus compañías, aunque en su ordenador de sobremesa tuvieran instalado el eMule.

Por supuesto, había excepciones. En una entrevista casual, cuando estaba de vacaciones, a un conocidísimo músico español se le ocurrió criticar la política abusiva de las multinacionales del sector. Todavía lo está lamentando: llegaron a insultarle y, lo que es peor, amenazarle con darle una paliza. Así está el percal...

¿A quién representa verdaderamente SGAE al defender el corte de ADSL?

Como las protestas contra las descargas en la Red no prosperaban, las discográficas revisaron sus contratos para meter mano en los beneficios de los conciertos (entre el 5% y el 20%, que se sepa). Ese fue el momento en que muchos músicos se desengañaron y decidieron repensarse su relación con ellas. Artistas como Hombres G, Quique González, La Excepción y Jarabe de Palo (no son precisamente unos principiantes), optaron por coger la puerta y largarse.

Y en España, ¿qué ocurrirá si el Gobierno apuesta por una ley que penalice el intercambio de archivos? Por ahora, la Comisión contra la piratería ha aplazado hasta 2010 su informe. Pero a muchos músicos esa ley, más que beneficiarles, les perjudicará, porque la circulación de sus canciones en la Red hace que lleguen a un público que, finalmente, acudirá a sus conciertos, su mayor fuente de ingresos.

¿De qué manera protestarán los músicos contra esa ley, como hacen ahora sus colegas británicos? En España no están asociados. Sólo les representa SGAE y AIE, dos de los actores más combativos a favor del corte de cables ADSL. Entonces, si SGAE y AEI están a favor de medidas que perjudican a sus asociados, la pregunta es: ¿A quién representan verdaderamente estas sociedades? Sobra decirlo, ¿no?

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