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El 'Atlantis' deja una estela de incertidumbre

El programa de vuelos tripulados de la NASA llega a su fin tras 30 años. EEUU se servirá de las naves rusas Soyuz para completar sus misiones a la Estación Espacial Internacional

TEGUAYCO PINTO

A las 17.26 hora peninsular española, si el tiempo lo permite, se cumplirá el fin de una era. El transbordador Atlantis tiene previsto partir hacia la Estación Espacial Internacional (ISS) y se convertirá así en el último de su especie. Algo más de 30 años después de su puesta en marcha, este programa de vuelos tripulados de EEUU llega a su fin sin un sucesor claro y deja a la superpotencia a merced de los cohetes rusos Soyuz y de las futuras naves que surjan de la iniciativa privada.

El largo periplo de los shuttle, como se conoce a los transbordadores espaciales, ha terminado en una larga agonía. Su final se dio a conocer en 2008, pero su último vuelo no se llegó a confirmar hasta enero de este mismo año. El transbordador programado para realizar la última misión era, en un principio, el Discovery, que despegó el pasado febrero. La nave que más vuelos ha realizado al espacio estaba destinada a poner punto y final a una carrera histórica. Sin embargo, el revuelo provocado tras saberse que no habría forma de llevar varias piezas importantes a la ISS obligó al Gobierno de EEUU a planificar otro vuelo, que sería realizado por el Endeavour en mayo.

La NASA cambió hasta tres veces el transbordador del último vuelo

El Atlantis, que por aquel entonces estaba preparado para descansar en un museo, pasó a ser considerado como nave de rescate, en caso de que el Endeavour tuviera algún problema. Sin embargo, en una última vuelta de tuerca, el Senado estadounidense decidió ofrecer mil millones de dólares para ampliar el programa espacial de los transbordadores, incluyendo una nueva misión que sería llevada a cabo por el Atlantis.

Esta decisión del Senado no sólo sirvió para alargar la vida de los shuttle. También supuso el fin, por falta de fondos, del proyecto Constellation, iniciado en 2004 y cuyo objetivo principal era volver a la Luna en 2020. En declaraciones recientes, el astronauta Neil Armstrong lamentó la decisión y aseguró que a estas alturas 'podríamos tener ya una estación de investigación en la Luna como las de la Antártida'.

El fin de este programa dejará a EEUU sin naves propias hasta 2020

El fin de este proyecto deja a EEUU sin transporte propio para continuar su carrera espacial y pasará a depender de las Soyuz rusas al menos hasta 2016, fecha prevista para la construcción de las nuevas naves tripuladas.

El cambio de rumbo iniciado por el presidente de EEUU, Barack Obama, en la carrera espacial llevará a la NASA a depender de la iniciativa privada para realizar sus próximos vuelos. Pese a que la decisión ha levantado ampollas y ha sido ampliamente discutida en las cámaras legislativas de EEUU, muchos expertos señalan que el alto coste de los viajes los hace inviables sin la inversión privada. Según Ricardo Díaz Manchón, director de comunicación de Thales Alenia, 'la iniciativa privada es fundamental y sin ella la carrera espacial no podría seguir adelante'. También Juan Nebrera, consejero delegado de Iberespacio, reconoce que mantener un programa de vuelos tripulados 'es un vínculo muy caro', pero asegura que 'los beneficios que el ser humano ha obtenido son muy superiores a los costes'.


'Sin la inversión privada no es posible continuar', asegura un experto

Las restricciones presupuestarias impuestas por el Gobierno de Obama y el fin de la era shuttle han dejado una sensación de incertidumbre en la industria aeroespacial. Para Nebrera, el proceso de reestructuración que está atravesando la NASA complica los planes estratégicos de las empresas. 'Las compañías están caminando a ciegas. Mientras las agencias espaciales no fijen los objetivos de los próximos años, las empresas no podrán hacer planes a medio plazo'.

Para Silvio Sandrone, portavoz de EADS-Astrium, 'esta incertidumbre se puede interpretar también como una oportunidad'. Hace diez años era 'impensable que Europa se pudiera meter en los viajes tripulados de EEUU'; hoy, sin embargo, 'el vacío dejado por los shuttle supone una oportunidad inmejorable para nosotros', afirma Sandrone.

Precisamente, el cohete Liberty desarrollado por Astrium junto a ATK pretende ser uno de los proyectos que reciba los contratos de la NASA para llevar las cápsulas tripuladas de nuevo al espacio. La empresa confía en que el año que viene su nave pase el 'tercer examen' al que la NASA está sometiendo a todos los proyectos. 'Si se cumplen los plazos podríamos tener el primer vuelo tripulado en 2016', según Sandrone. Para Nebrera, esto entra dentro de los cálculos más optimistas y afirma que 'cinco años sin poder enviar a nadie al espacio es mucho tiempo'.

Tras esta decisión, el futuro de la exploración espacial resulta incierto

A partir de ahora se vivirá una situación paradójica en la que la principal potencia espacial va a ser incapaz de poner astronautas en el espacio. Para Sandrone, poder realizar vuelos tripulados es algo que ofrece mucho prestigio y asegura que jamás imaginó 'que llegaría el día en que EEUU no dispusiera de medios para salir al espacio'.

Esta falta de referente en la carrera espacial no sólo afecta al sector industrial, ya que hay 'proyectos científicos importantes que también están condicionados y se están viendo afectados por la incertidumbre', explica Nebrera. El consejero de Iberespacio confía en que las administraciones estadounidenses 'comiencen a cerrar acuerdos cuanto antes, lo que ayudaría a eliminar estos nubarrones que dificultan la carrera espacial'.

El final de este periodo ha sido asimilado con pesar por parte de muchos de los implicados en el desarrollo de tecnología aeroespacial. 'Ver cómo termina una etapa nos deja una sensación de nostalgia y tristeza', afirma Sandrone. Astrium ha estado íntimamente ligada a los transbordadores desde sus inicios. 'Para nuestra empresa, los shuttle son un símbolo', asegura Sandrone, y recuerda que 'sus motores fueron desarrollados en parte por nuestra compañía'. Pero los sentimientos de nostalgia también se mezclan con el orgullo de un trabajo bien hecho. 'Siento una inmensa satisfacción por las posibilidades que nos han brindado los transbordadores', afirma Díaz Manchón.

El Atlantis partirá hoy hacia su despedida, si las condiciones meteorológicas lo permiten. Viajará hacia el espacio huyendo de un final inevitable. Este último vuelo pondrá fin a una carrera plagada de éxitos, pero deja una camino incierto a la hora de abordar la exploración espacial. A su regreso, los restos del último de los transbordadores reposarán en un museo.

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