José María Bermúdez, codirector de Atapuerca.

1. ¿Qué supone para usted la apertura del museo?

Para los que llevamos tanto tiempo en Atapuerca esto supone la consecución de un sueño. Es un gran culmen para estos últimos 30 años de trabajo en los que hemos excavado con muy pocos medios y de forma muy romántica.

2. ¿Qué ha resultado más difícil?

La gestión, conseguir el dinero. A los científicos nos cuesta este tipo de cosas. En muchas ocasiones hemos suplido la falta de recursos a fuerza de voluntad y juventud.

3. ¿Qué va a encontrar el visitante?

Por primera vez, se van a exponer fósiles reales de forma continuada. Además podrán conocer una visión de la evolución humana y, si lo desean, visitar los yacimientos y los centros de interpretación. El museo es lo más grande que se ha hecho en Burgos desde que se erigió la catedral. Dentro de 15 años, la evolución humana estará totalmente interiorizada en esta ciudad y ya no sólo vivirá de reclamos como el Cid Campeador.

4. ¿Se cederán los fósiles a otras exposiciones?

Depende de la Junta de Castilla y León, pero yo lo desaconsejaría. Es como si la Gioconda estuviese todo el tiempo de gira, nadie iría al Louvre para verla.

5. Una vez abierto el museo, ¿qué retos quedan para el futuro?

Terminar los centros de interpretación, afianzar un máster de Evolución Humana en Burgos, aumentar el número de investigadores en el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana y que Atapuerca quede en buenas manos cuando nos jubilemos. Pero lo que más me gustaría es hallar un cráneo completo de antecessor.