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El rastro genético de los peces

Con el análisis de ADN, ya no es necesario tampoco encontrar fósiles en un yacimiento para saber quiénes vivieron allí

El ADN del arenque Atlantic menhaden se ha encontrado en todas las muestras de agua tomadas en Nueva York./ ENCYCLOPEDIA OF LIFE

MALEN RUIZ DE ELVIRA

Cualquier animal deja un rastro biológico de su paso, sea en forma de pelos, escamas, secreciones… pero hasta ahora no se había podido llegar al el nivel de detalle genético para identificar cada especie por su rastro. En el caso de los peces, se acaba de demostrar que sería posible detectar su abundancia y distribución, tan importantes para la pesca sostenible, analizando simplemente el agua por la que pasan.

El método que han desarrollado los científicos de la Universidad Rockefeller en Nueva York se centra en aislar ADN desnudo en las muestras tomadas, de un litro de agua cada una. “Hicimos una serie de pruebas espaciadas en el tiempo tomando muestras del agua superficial en un mismo punto en los dos ríos (Hudson y East) una vez a la semana durante seis meses y conseguimos demostrar una nueva forma de seguir las migraciones de los peces”, explica Marck Stoeckle. El trabajo desarrolla otros realizados en Europa en los últimos años que demostraron la existencia de trozos de ADN de animales acuáticos flotando en el agua, y es, según sus autores, el más largo de series en el tiempo para peces marinos e indica el camino a seguir.

Una de las especies presentes en todas las muestras fue un arenque. Su posible abundancia explicaría la presencia reciente en la bahía de Nueva York de ballenas y también el célebre avistamiento de delfines en el río East en 2013, señalan los investigadores. Estos encontraron además ADN de especies foráneas, que supuestamente llegó al agua tras ser consumidos los pescados de los que procede por los habitantes de Nueva York. El método serviría así, además y entre otras cosas, para saber si se están vendiendo como alimento especies en peligro de extinción.

Los datos del ADN casan con los obtenidos por la vía tradicional - la captura sistemática con red de peces para conocer sus migraciones estacionales- que es mucho más cara y complicada. El estudio se publica en la revista Plos One. En total se encontró material genético de 42 especies de peces, incluidas casi todas las ya conocidas como abundantes o muy comunes y algunas de las menos comunes. Ciertas muestras de ADN no pudieron ser identificadas porque la base de datos de que disponen los científicos como referencia no casaba con ellas.

Sin embargo, queda mucho trabajo por hacer, porque la abundancia de una especie no se puede medir directamente con este método por ahora y hacen falta muchos más estudios comparativos con los métodos tradicionales, como las capturas directas y el sonar, para poder derivar del ADN en el agua el número de ejemplares presentes recientemente. Eso serviría para establecer las cuotas de pesca sobre una base más firme. Además, el ADN permitiría conocer el efecto de nuevas instalaciones de acuicultura sobre las poblaciones existentes de peces.

Excavación en la cueva del Sidrón, donde se ha hallado ADN antiguo humano en los sedimentos./CSIC

Excavación en la cueva del Sidrón, donde se ha hallado ADN antiguo humano en los sedimentos./CSIC

El análisis de ADN se utiliza también cada vez más en paleontología y, en un avance que se considera histórico, se ha comunicado recientemente que es posible conocer qué homínidos habitaron un yacimiento sin necesidad de encontrar fósiles de ellos. Hasta ahora cualquier yacimiento sin huesos fósiles humanos, aunque mostrara restos evidentes de haber sido habitado, era considerado de menor categoría que uno con ellos y no es probable que esto cambie en poco tiempo, porque los fósiles dan información más directa e interpretable, pero para avanzar en el conocimiento de la evolución humana el avance es grande.

Se han analizado, con técnicas automatizadas, 85 muestras de sedimentos de entre 550.000 y 14.000 años de antigüedad de ocho cuevas euroasiáticas, donde vivían neandertales o sus parientes, como las del Sidrón (Asturias) y Denisova (Siberia). Se buscaba ADN mitocondrial, porque es más abundante y en él pequeñas variaciones indican la especie de homínido. Se encontró en cuatro de las cuevas, incluidas El Sidrón y una en la que no se habían hallado huesos fósiles. La del Sidrón es además la única de las ocho en la que no se han identificado restos genéticos de animales, como el mamut lanudo.

Todo esto se puede hacer porque anteriormente se obtuvieron, de huesos fósiles, los genomas completos o parciales de las especies con los que comparar el ADN antiguo ahora recuperado de los sedimentos. “La técnica podría permitir aumentar el tamaño muestral de los genomas mitocondriales neandertales y denisovanos, que hasta ahora estaban limitados por el número de restos conservados. Y probablemente será posible incluso recuperar partes sustanciales de genomas nucleares”, concreta el investigador Carles Lalueza-Fox, que ha participado en el estudio, publicado en la revista Science.

En el yacimiento de Denisova (Siberia), donde ya se había documentado la presencia de neandertales y denisovanos, los investigadores han podido averiguar qué nivel del terreno se corresponde con cada homínido, y se ha podido constatar que ambos se alternaron en la cueva, informa el CSIC. “Los denisovanos, además, aparecen en el estrato más basal, es decir, en el más antiguo del yacimiento. Su ADN en este sedimento, sin estar asociado a ningún resto esquelético, es la muestra más antigua de su existencia ahora mismo”, precisa el investigador Antonio Rosas, también

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