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Peter Greenaway y su regreso al cine narrativo

Estrena ‘La ronda de noche' mientras sigue polemizando sobre la muerte del cine

SARA BRITO

El Círculo de Bellas Artes de Madrid ha sido testigo de sendas proclamaciones de una muerte en las últimas dos semanas. Las que dos cineastas, de signo muy diferente e incluso contradictorio, le han colgado al cine. Uno, Víctor Erice, desde cierta melancolía y cierto hartazgo, otro, Peter Greenaway, desde una generosa arrogancia. Ambos coinciden en proclamar la actual, como la era del audiovisual y la televisión.

En el caso de Peter Greenaway (Gales, 1942), ésta no es una práctica nueva. Digamos que, desde hace años, aprovecha cuanto foro se le pone por delante para señalar la fecha de defunción del cine en el 31 de septiembre de 1993: fecha en que se lanzó el primer mando a distancia.

El director británico, altivo en su intachable traje y su sombrero Panamá, y tan desmesurado que hasta parece entrañable, no se mostró dispuesto a ejercer la menor autocrítica a su monumental -y según muchos fallido- proyecto Las maletas de Tulse Luper, todo un experimento audiovisual que incluía tres películas de narrativa y pantalla fragmentadas, una serie de DVD, libros... 'Lo que pasó es que quería montar un evento multimedia, que no sólo fuera cine sino televisión, DVD... Pero lo que hicimos fue un producto demasiado avanzado', dijo. 'Si enciendes CNN, verás pantallas múltiples, logos, diagramas, animación y nadie tiene problema con eso. Luego intentas poner a funcionar lo mismo en cine y todos se echan las manos a la cabeza'.

Por eso, Greenaway cree que lo mejor es una de cal y otra de arena. La de arena viene a ser La ronda de noche, última cinta donde el director aborda, en clave ortodoxa desde el punto de vista de la narrativa cinematográfica, un retrato de Rembrandt desde el periodo en que pintó la famosa obra del mismo nombre.

La película, que se estrena en cines este viernes, puede ser un tanto repetitiva en las aseveraciones ya clásicas de Greenaway: la historia no existe sino los historiadores, la vida es un baile de sexo y muerte. El británico muestra a un Rembrandt posmoderno, posfreudiano, irónico.
Pero sobre todo, La ronda de noche significa la vuelta de Greenaway a un cine más convencional. 'Mi carrera está hecha de películas de tipo A y B', explica. Las unas más provocadoras, las otras más comerciales, que esperan por un público todavía 'conservador'.

El director de El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante (1989), pero también comisario, escritor, defensor de la tecnología digital, y antes de todo esto, pintor, prepara una cinta de las de tipo A: un filme pornográfico que dramatiza seis pasajes bíblicos, que resumen, en su opinión, el conjunto de las perversidades sexuales.

Por supuesto, no faltaron las aseveraciones polémicas de siempre: 'El cine no lo inventaron los Lumiere, sino Rembrandt'. Un polemista, sí, pero tal vez nos sea necesario.

'Que levante la mano el que tenga un avatar en Second Life', preguntó Peter Greenaway, ilusionado viendo la media de edad durante la presentación de su película La ronda de noche en Madrid. No hubo manos levantadas. 'Shame on you', dijo, que viene siendo algo así como 'Qué vergüenza'. 'Tengo un interés enorme en usar las herramientas de nuestra generación', insistió. Su avatar se llama, como no, Tulse Luper, como su fallido proyecto audiovisual . 'Tenemos muchas iniciativas en desarrollo en Second Life', reconoce. Entre ellos, una muy curiosa: el desmesurado restaurante de El cocinero ,el ladrón, su mujer y su amante tiene ya su espacio en este mundo virtual. 'Puedes ir allí, comer, hablar con Helen Mirren...', dice. Para Greenaway hay pocas experiencias tan cinematográficas. 

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