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Muere el agitador de los silencios

El dramaturgo y Premio Nobel de Literatura 2005 falleció el pasado miércoles a los 78 años a causa de un cáncer de hígado. 'Fue uno de los grandes', recordaba su mujer

J. R. / AGENCIAS

Fue la mujer de Harold Pinter, la también escritora Antonia Fraser, la encargada de dar la noticia de su muerte, a través de un escueto comunicado publicado hoy en la edición digital del diario The Guardian: 'Él fue uno de los grandes y fue un privilegio vivir con él durante 33 años. Nunca se le olvidará'.

Según la BBC, Pinter, que padecía cáncer de hígado, falleció el miércoles, día de Nochebuena. Tenía 78 años y este mismo mes había sido investido doctor Honoris Causa en la Central School of Speech and Drama de Londres, en un acto al que no pudo asistir debido a su estado de salud, pero donde se le calificó como el Picasso de la literatura, el gurú del teatro en el siglo XX, además de un hombre de extraordinario coraje, conciencia social y gran integridad. Un rebelde.

El propio Pinter se había definido a sí mismo como 'dramaturgo, guionista, director, actor, poeta y activista político'; diferentes caras de un mismo cubo. Su compromiso con la izquierda, que ha marcado su carrera más y que ayer fue uno de los rasgos más subrayados por todos los que le quisieron recordar, le acompañó desde sus primeros trabajos, enmarcados en la generación de los llamados Jóvenes Airados británicos de los años sesenta, como La Fiesta de Cumpleaños (1957), El guardián (1959) o Retorno al hogar (1964). En total, Pinter escribió 29 piezas teatrales, más de 20 guiones de cine, multitud de trabajos radiofónicos y televisivos, poesía, ensayos, una novela y relatos cortos de ficción.

Su influencia en el panorama británico de la segunda mitad del siglo XX ha sido tal, que el Diccionario de Inglés de la Universidad de Oxford acuñó el término pinteresque ('pinteresco') al referirse a aquellos adjetivos relativos a Pinter y su teatro, cortado con largos silencios de los protagonistas (que se valen de un lenguaje coloquial aparentemente trivial) y siempre atenazados por una amenaza oculta. La Academia Sueca, que en 2005 le concedió el Premio Nobel de Literatura por una obra 'que descubre el precipicio que hay detrás de la cháchara cotidiana y que irrumpe en los espacios cerrados de la opresión', ha sido especialmente descriptiva con el término pinteresco: 'Pinter restauró el teatro a sus elementos básicos: un espacio delimitado y un diálogo imprevisible, donde los personajes están a merced los unos de los otros y donde la simulación se derrumba. Con un mínimo de argumento, el drama surge de la lucha por el poder [...]. Su comedia de la amenaza es un género donde el escritor nos permite escuchar el juego de dominación y sumisión que se oculta en la más mundana de las conversaciones'.

Las reacciones no se han hecho esperar hoy, una jornada en la que el mundo de la cultura británica lloró su pérdida. 'Fue una figura única en el teatro británico. Dominó la escena teatral desde los años cincuenta', dijo Alan Yentob, director creativo de la BBC.

En opinión de Tim Walker, crítico del Sunday Telegraph, Pinter 'aportó realismo' al arte escénico mediante obras 'con prolongados silencios, en las que los personajes no siempre iban a algún sitio, como en la vida real'. Su amigo y biógrafo Michael Billington se declaró 'devastado' por la muerte de un 'luchador' en el terreno artístico y político.

En España, Carme Portaceli, directora de teatro que ha representado dos obras de Pinter, Los viejos tiempos y El montaplatos, aseguró que 'era un dramaturgo comprometido con la sociedad de su época. Su escritura es impecable: con sus palabras logra que el público entienda el recorrido visceral de cada personaje'. Para el también director de teatro Xavier Albertí, 'era un diseccionador de almas humanas'.

> Discurso de Harold Pinter cuando recogió el Nobel de Literatura en 2005

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