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El Zidane de la canción magrebí

Khaled regresa a las raíces de la música argelina con 'Liberté', que presentará en julio en el festival La Mar de Músicas

CARLOS FUENTES

Es casi tan admirado como Zidane, y llevaba cinco años sin dar noticias. Hadji Ibrahim Khaled, la voz que puso al combativo rai argelino en el mapamundi de las músicas étnicas, regresa a las raíces. Liberté, su nuevo disco, esquiva el maquillaje electrónico que tanto asfixió su voz al principio de su carrera. Con sonidos tradicionales canta Khaled al perdón, la paz y la amistad. El 4 de julio abrirá el festival La Mar de Músicas en Cartagena. 'Sigo siendo el mismo tipo inquieto', dice antes de viajar a España, donde tiene público de las dos orillas.

Khaled, de 49 años, se crió en el barrio español de Orán. De niño escuchaba canción española en la radio y su madre le traducía las películas de Joselito. Empezó a cantar en bodas y bautizos y en 1986 fue invitado a cantar en París. Ya no regresó. Mientras en Argelia asesinaban a cantantes, él ganó fama entre la colonia emigrante. Con Didi y Aicha popularizó el rai como expresión de los jóvenes magrebíes. 'Soy el mismo de siempre, pero evoluciono con la música y busco nuevas formas de expresión. Siempre he tratado de cantar al amor, a la paz, a todo lo positivo que tiene la vida', explica desde París, donde hace 11 años tocó techo con el disco 1, 2, 3 soleils junto a Rachid Taha y Faudel.

Más nostálgico, Liberté es un ejercicio de memoria teñido de melancolía. ¿Ha decidido dejar el pop de años atrás? 'No, no, para nada. Las raíces son parte de la cultura. No dejo el pop, pero no quiero un ser esclavo de las máquinas. Vivimos en un mundo de ordenadores, hay demasiados. Por eso he querido reunirme, grabar en directo y sacar todo el sentimiento del rai', explica. Ahora, para bailar, prepara un dúo con Shakira: 'Será apoteósico', anuncia.

Más argelino que francés ('sí, absolutamente'), Khaled triunfa en árabe pero canta en francés a su universo íntimo. Recuerda a su padre (tengo cosas que escribirte / que no he sabido decirte) y evoca las barreras generacionales en el mundo árabe. 'Nuestras costumbres son parecidas a las españolas', aclara, 'y la relación con papa y mama [habla en español] no hay que olvidarla nunca. De joven era difícil comunicarse, no se podía decir lo que uno pensaba. Y mi padre nunca quiso que yo cantara, porque él veía que ningún artista llegaba lejos'.

El Magreb preocupa a Khaled, que suele enlazar las banderas de Argelia y Marruecos por la reconciliación que no llega. 'Gracias a Dios, tengo aspectos de Europa y del Magreb. Conozco Marruecos, crecí junto a marroquíes y allí me quiere todo el mundo. Todos saben quién es Khaled y siempre tendré el sueño de un Magreb unido. Pero los políticos no hacen nada positivo, hacen lo que les da la gana, pero el pueblo siente distinto', critica el músico, consciente de su rol como portavoz del Magreb. 'Cuando asesinaron a Theo Van Gogh viajé a Holanda para decir que nosotros no éramos unos salvajes, que no todo el norte de África es integrista. No se puede meter a todos en el mismo saco'.

Le duele, y mucho, la huida a Europa de los jóvenes africanos, el drama de la emigración. '¡Eso me mata!', exclama, 'son muchas madres las que lloran. Los chicos salen de África porque no hay expectativas y viven mal. Allí donde se vive en la miseria, los jóvenes salen a la aventura por un sueño. Ocurre en España y en Italia, donde muchos mueren en el mar por las mafias de marroquíes, argelinos, italianos qué más da la nacionalidad, ¡son piratas! Les quitan dinero por pasarlos con un falso sueño de lo que espera en Europa. Hay que ayudar a los países africanos para solucionar un problema tan grave'.

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