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"La realidad está llena de agujeros negros"

Cristina Fernández Cubas. Publica 'cosas que ya no existen'

PAULA CORROTO

Varias conversaciones entre Cristina Fernández Cubas (Barcelona, 1945) y su editor, Juan Cerezo, el pasado verano, provocaron que hace unas semanas regresara a las librerías Cosas que ya no existen (Tusquets), un libro de relatos que marcó la trayectoria de la escritora tras ser publicado en 2001. En él revisa sus recuerdos de la adolescencia y sus viajes, a través de un estilo marcado por lo fantástico. Para esta reedición la escritora asegura que no ha tocado ni una coma y advierte de que, en ningún caso, es un ejercicio de nostalgia.

Según usted, Cosas que ya no existen' le hizo mejor persona. ¿En qué sentido?

Al terminar, sentí que me había liberado de una carga: había reído, también llorado, recuperado escenas borrosas y casi olvidadas, y, en general, me lo había pasado en grande. Fue algo así como una travesía con escalas de la que regresé renacida. Eso es todo. Ignoro si la literatura redime o no. Supongo que puede hacerlo. En mi caso me permitió poner orden a mis recuerdos y explicarme parte de mi vida.

Hace también un par de años recuperó su narrativa breve en Todos los cuentos'. La vuelta de estos relatos y la recopilación anterior, ¿es un ejercicio de nostalgia?

'La palabra 'reglas' para el cuento me recuerda al colegio'

Reunir libros de relatos en un solo tomo no tiene nada que ver con la nostalgia. Sí, en cambio, con el deseo de unificar y facilitar la tarea al lector interesado. Y más que mirarme hacia atrás, el resultado me permitió una visión global de mi narrativa breve.

Valle-Inclán dijo: 'Las cosas no son como las vemos, sino como las recordamos'. ¿Qué recuerda de aquellos momentos que narra en Cosas que ya no existen'?

Hace poco, al releerlo, me di cuenta de que en este lapso de diez años había llegado a olvidarme de más de un detalle. Con lo cual, creo que escribí el libro en el momento oportuno, cuando aún lo recordaba todo con notable fidelidad y creo también que el hecho de fijar los recuerdos por escrito en cierta forma me liberó de ellos.

'El realismo como una fotografía, no me interesa demasiado'

¿Qué significa para un escritor poner negro sobre blanco aquello que ha vivido? En este caso, la experiencia autobiográfica es muy evidente.

Algo así como librarse de una abultada mochila que se ha llevado a cuestas, colgada a la espalda, durante mucho tiempo. Las cosas se van, han emprendido un viaje independiente..., pero al mismo tiempo permanecen cerca, a buen recaudo. Son nuestro equipaje. Las vivencias puestas por escrito. El recuerdo de los recuerdos. Y, vistas así las cosas, no queda lugar para la nostalgia.

Es una reconocida autora de relatos, un género que no suele tener mucha presencia en el mercado editorial. ¿Por qué optó por él?

Siempre me fascinó el cuento como género. Su intensidad, su magia. Y no hablo sólo como autora, sino también como lectora. Y, dado que nadie obliga a nadie a escribir, me parece lógico hacerlo por el camino que más nos guste.

Sus cuentos tienen algo de fantástico. ¿No le seduce el realismo en el sentido estricto?

'Cuando terminé este libro sentí que me había liberado de una carga'

Si por sentido estricto entendemos una simple fotografía de lo que nos rodea, pues no, no me interesa demasiado. Pero me gustaría matizar esta respuesta y añadir en principio. Porque, para mí, la llamada realidad está llena de agujeros negros y de situaciones inexplicables.

¿Cómo se escribe un relato? ¿Cuáles son sus claves, si existen?

Aparte de algunas características que todos sabemos (intensidad, economía de lenguaje, de personajes, situaciones, etc.) y otra que añado yo (importancia del tono) jamás me atrevería a imponer reglas y, menos aún, establecer claves. Mi estado, al ponerme a escribir, es de absoluta libertad. A menudo es el propio cuento, sobre el papel, el que rechaza lo que no le conviene y, a su manera, indica el camino. O eso me parece y quiero seguir creyéndolo. La palabra reglas' me recuerda el colegio.

Usted también ha escrito novelas. ¿En qué género se encuentra más cómoda? ¿Le parece más difícil de escribir uno que otro?

He escrito dos novelas y, la verdad, me sentí muy cómoda. Fueron novelas porque lo que quería contar desbordaba el espacio que se suele adjudicar al cuento y exigía capítulos, digresiones, rodeos. Pero tanto El año de Gracia, como El columpio participan en buena medida de una atmósfera onírica muy propia del cuento.

Al reeditar este libro, ¿no le da miedo que las cosas, incluso los recuerdos, algún día desaparezcan?

No está en mi mano ni de mí depende que las cosas dejen de existir. Pero sí puedo hacer algo para que no ocurra lo mismo con los recuerdos: escribirlos. Y aquí están. En las maletas de la cubierta y en el interior de este libro.

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