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Cantos para la supervivencia

Visor reúne todas las canciones y poemas de Leonard Cohen desde 1956 hasta hoy, con escritos inéditos

PEIO H. RIAÑO

Leonard Cohen ya era un viejo con 22 años, pero entonces no temía a sus amantes. Le ha costado una vida entera convertirse en el viejo que llevaba dentro para aprender a temer al deseo: entre el Cohen de Comparemos mitologías (1956) y el de Alerta azul (2006) no hay más que alguien cojeando por amor. Uno, el primero, valiente y bravo: 'Escribo esto sólo para robarte el momento/ de que cuando una mañana mi cabeza/ cuelgue goteando con las de los otros generales/ de la puerta de tu casa/ sepas que todo estaba previsto/ y que no significó nada para mí'. El otro, el último, arrepentido y miedoso: 'Tuve que estar loco para amarte/ A ti que nunca fuiste/ A quien perseguí/ En la aflicción del recuerdo/ Mis galones y camisa desabrochados'.

Pero abreviar la poesía de Leonard Cohen a un arrebato pasional sería dejarla en los huesos. La carne con la que ha alimentado su esqueleto lírico tiene espíritu, lucha y naturaleza. Él mismo se ha definido como un judío que lee la Biblia, para decirnos que ha tratado de reducir lo humano para dejar sitio a lo divino. La espiritualidad de Cohen ha borrado el nombre de Dios y aparece en él múltiple, irreductible. Su reclamo espiritual coincide con su canto para los supervivientes, porque ha escrito y cantado contra la reducción del hombre a simple número, degradado a la categoría de la cantidad. Existir es resistir, parece decir: 'El camino/ es muy largo/ el cielo/ es muy vasto/ el corazón/ errante/ por fin/ está sin casa' (en El libro del anhelo, de 2006).

Para su traductor, 'en las últimas décadas Cohen ha simplificado su mensaje'

Y aunque sus poemas no tienen su voz, suenan a él. 'Yo nunca diferencié la expresión popular de la literatura. Y aunque estaba estudiando literatura inglesa en la Universidad de Montreal, lo que en realidad buscaba era crear un lenguaje que estuviera más próximo a nosotros, a nuestros ritmos, que hablara de nuestras vidas. En ese sentido, trabajé desde la perspectiva de que la canción es la vida del corazón, y el poema su expresión más noble. Me impuse el deber de cultivar el corazón a través de la canción', explica el compositor sobre la ausencia de fronteras entre su música y su poesía en el prólogo del primer volumen de la poesía completa, que acaba de publicar Visor, con el título de A mil besos de profundidad. Canciones y poemas. Se han incluido inédi-tos como Tuve que estar loco para amarte, que aparecerá cantado en su próximo álbum Old Ideas, que saldrá a la venta el próximo 31 de enero.

Aunque toda la poesía de Cohen está publicada en castellano, la mayoría está fuera de circulación en ediciones perdidas. El traductor de Cohen, Alberto Manzano, explica a este periódico que ha dividido en dos libros la edición de la trayectoria poética del músico porque son dos partes realmente distintas: 'De su vida mundana pasa a su vida espiritual', explica al hablar de sus retiros a los monasterios budistas. 'En el segundo volumen, el que recoge sus creaciones de 1979 a 2006, hay más hondura y búsqueda personal. El discurso poético se hace más profundo y deja de referirse tanto a sus relaciones y a su vida. Además, abandona el mundo metafórico para simplificar el mensaje, en las últimas tres décadas', asegura.

'Me impuse el deber de cultivar el corazón a través de la canción', escribe

Sin embargo, nunca abandonará sus hábitos de profeta apocalíptico ni su catadura de poeta rebelde. Esta última cara bien representada por el poemario La energía de los esclavos, escrito en 1972, donde la democracia aparecía entrelazada con la idea de progreso, que de modo obvio se mostraba como algo por lo que no hay que luchar. 'Cualquier sistema que montéis sin nosotros/ será derribado/ Ya os avisamos antes/ y nada de lo que construisteis ha perdurado/ Oídlo mientras os inclináis sobre vuestros planos/ Oídlo mientras os subís las mangas/ Oídlo una vez más/ Cualquier sistema que montéis sin nosotros/ será derribado/ Vosotros tenéis vuestras drogas/ Tenéis vuestras armas/ Tenéis vuestras Pirámides vuestros Pentágonos/ Con toda vuestra hierba y vuestras balas/ ya no podéis cazarnos', avisaba en el poema Cualquier sistema, en plena guerra del Vietnam.

El problema para Cohen no es entender la historia, sino entender al hombre. Se pregunta por su comportamiento ético, una y otra vez, desde Flores para Hitler (1964) hasta el mencionado El libro del anhelo: 'Títeres alemanes/ quemaron a los judíos/ Títeres judíos/ no lo escogieron/ Buitres títeres/ se comen a los muertos/ Cadáveres títeres/ son alimentados/'. Ese hombre de Cohen no se ha suicidado, a pesar del cansancio. El ser al que canta Cohen renuncia a seguir resucitando: 'Sólo una cosa/ le hacía feliz/ y ahora que/ esa cosa había desaparecido/ todo/ le hacía feliz', escribe en Sólo una cosa (2006). Ahora que algo se ha ido para siempre, el poeta no desespera y se agarra a una caja astillada que flota en el naufragio.

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