'¡Muera la inteligencia!'. La espeluznante exclamación del militar rebelde Millán Astray le fue espetada a Miguel de Unamuno durante una conferencia en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca. Era octubre de 1936. Sólo dos meses después de aquella famosa bravuconada del golpista, el último día de aquel año, el profesor, escritor y miembro de la Generación del 98 moría en su casa salmantina.

Hoy se cumplen, por tanto, 75 años de la muerte de un intelectual que libró con denuedo filosóficas batallas entre la fe y la razón, la inmortalidad del alma, y que en los primeros meses de la Guerra Civil vio cómo los rebeldes no traían ninguna mejora para España. Una conmemoración que no ha pasado por alto, puesto que tanto en su ciudad natal, Bilbao, como en Salamanca, donde fue rector de su universidad, habrá hoy múltiples homenajes. En la primera, su alcalde, Iñaki Azkuna, realizará una ofrenda floral en la plaza que lleva su nombre. En la segunda comenzará un año marcado por el recuerdo del escritor con ciclos de cine, teatro y lecturas de su obra.

Precisamente, la editorial Austral acaba de recuperar dos de los escritos más relevantes de Unamuno: Abel Sánchez (1917), una novela de gran intensidad psicológica sobre la envidia, y Del sentimiento trágico de la vida (1912), donde se traza una reflexión filosófica.

El aniversario coincide con la reciente adquisición por parte del Ministerio de Cultura de las 18 cartas que Unamuno envió a Manuel Azaña y en las que le indicaba que 'Cataluña ha de acabar, y muy pronto, por separarse del todo del Reino de España y constituirse en Estado absolutamente independiente'.