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"Escribo más sobre lo que temo que sobre lo que me ha ocurrido"

Entrevista al escritor John Irving (Exeter, New Hampshire, 1942)

LÍDIA PENELO

El escritor John Irving (Exeter, New Hampshire, 1942) es de los que cree que en una novela no hay coincidencias. En La última noche en Twisted River (Tusquets, Círculo de Lectores, en español, y Edicions 62, en catalán), cuenta la historia de una huida y de una persecución.

Los accidentes y la falta de tiempo son los combustibles que mueven esta novela, protagonizada por un cocinero llamado Dominic y su hijo Danniel: ambos saben que serán capturados pero desconocen cuándo. Con 68 años cumplidos, Irving desborda vitalidad y mientras mueve sus pequeñas manos subraya que cada acción tiene su consecuencia. La historia de su último libro llevaba 20 años rondándole en la cabeza. Dice que la empezó a tejer escuchando el disco Tangled Up in Blue de Bob Dylan, pero que no pudo empezar a escribirla hasta que descubrió como terminarla.

¿Por qué le apetecía contar esta historia?

Fui un padre muy joven, tenía 22 años y todavía estudiaba en la universidad. Cuando nació mi primer hijo fue la primera vez que sentí miedo de verdad. Aquello era algo que estaba fuera de mi control, y me di cuenta de que también me atemorizaba el deber de cuidar de mí para evitar que le ocurriera algo malo a mi primogénito. Me pareció que era demasiado pronto para sentir ese miedo en la vida, por eso en casi todos mis libros aparece el miedo a que le ocurra algo a un niño.Escribo más sobre lo que temo que sobre lo que me ha ocurri-do. Creo que en Twisted River el lector sabe desde el comienzo que los van a atrapar. Y cuando tu vida es una huida, el tiempo se convierte en algo muy valioso.

¿Ha habido momentos difíciles mientras escribía esta novela?

No tengo momentos difíciles cuando escribo un libro, la parte más complicada es empezar. Siempre que escribo una novela, existen por lo menos otras dos en mi mente, la decisión de empezar por una u otra, depende de lo convencido que estoy con el final de las historias. No empiezo a escribir una novela hasta que conozco su final.

En este libro hay algunos elementos recurrentes en su obra, como las muertes prematuras y el despertar del deseo.

Las obsesiones no se escogen, son ellas las que te persiguen a ti. No escribo una historia a menos que haya algo que me atemorice, tiene que haber algún elemento de pesadilla. También necesito que me haga sentir la esperanza de que no me ocurrirá a mí, o a nadie a quien amo.

¿Cómo sabe lo que perturbará a los lectores?

Lo intuyo. Sé lo que me perturba a mí, he visto mucho teatro, y cuando estoy viendo una obra, presto casi tanta atención al público como al escenario. Casi nunca veo una obra que no haya leído antes, necesito saber lo que va a suceder. Lo mismo me ocurre en la ópera o en el ballet, donde dedico mucho tiempo a observar al público.

Danny, el protagonista, recuerda en la novela su primera sensación como escritor. ¿Recuerda usted cuál fue la suya?

Cuando yo era adolescente era miembro de los bomberos. El basurero era un chico con una enfermedad mental, mi abuela lo mimaba mucho y todos los niños se burlaban. Salvé su cuerpo de un incendio, y de una manera muy sencilla deseé haber revisado la historia. Es un sentimiento similar al que tiene Danny en la novela, pero él se convierte en una lente telescópica, se distancia. Para escribir tienes que percibir como otra persona.

Su manera de capturar y presentar los detalles es una de las características que definen su estilo, ¿cómo aprendió a hacerlo?

Debo mucho a mi historial infantil con el mundo del teatro. Mi madre fue apuntadora en un teatro de provincias y supongo que observar entre bastidores me obligó a ser consciente del público. En el teatro siempre sabes lo que muestras y lo que escondes. Los grandes novelistas del XIX tenían una narración muy teatral, prestaban mucha más atención al lector que los autores contemporáneos, en general.

¿Qué autores le marcaron?

Dickens, Hardy, Melville... Tomo los autores del XIX como modelos. Me encantan todos esos detalles realistas que proporcionan. Quería ser ese tipo de autor, de hecho mientras más inverosímil es lo que cuentas más buenos tienen que ser los detalles. En Twisted River hay cientos de detalles que se unen y provocan un accidente fatal...

¿Por qué es tan preciso a la hora de elegir la edad de los niños en sus libros?

Las escojo con mucho cuidado dependiendo de la historia que quiero que vean. Hay una elegía de Rilke que dice: 'Ni la infancia ni el futuro crecen para hacerse más pequeños'.Los dos extremos de la narración son dos puntos que siempre conozco. Sé lo que les ocurrea todos los personajes de mi historia, su futuro y su infancia, y todo lo que les hace ser el tipo de adulto en el que se convierten. En Una mujer difícil, por ejemplo, la historia empieza cuando Ruth tiene 4 o 5 años porque tenía que ser suficientemente pequeña para no saber nada sobre el sexo. Pero en Twisted River, cuando empieza la novela, Danny tiene 12 años, se imagina el sexo pero todavía no lo conoce, casi es adolescente pero todavía es un niño solitario que sólo se relaciona con adultos.

Uno de esos adultoses Ketchum, un hombreque cree que la sociedad está en declive. ¿Cómo veEstados Unidos?

Durante la guerra de Vietnam pensé que no volvería a ver Estados Unidos dividido en dos bandos, pero hoy, mi país está más dividido que en los años de la guerra de Vietnam. Más allá de la guerra, divisiones entre la parte central y la costa oriental. También existe una división entre la derecha ultraconservadora y los liberales en lo que se refiere a los derechos de los homosexuales. Parece una locura que ese tema todavía sea un elemento de discusión, no son mayoría, pero son una minoría muy chillona. Casi no existe tema en el que Estados Unidos no esté dividido. Mejor aparquemos la política.

De acuerdo. Tiene usted cuatro nietos, ¿qué tipode cuentos se inventa para ellos?

Las historias que les narro son sobre cómo eran sus propios padres cuando eran niños. Les encanta que les cuente cómo eran sus padres. Y a mí me encanta intentar crear problemas a mis hijos [ríe]. Es un juego que no me cansa, es infinito. Mis hijos creen que tengo una imaginación que me permite tenerlo todo, creen que soy el padre más ansioso del mundo.

Y esa imaginación, ¿la cultiva o es innata?

Ojalá pudiera limitarla, ojalá fuera como un grifo que se puede abrir y cerrar. Pero mi imaginación funciona todo el día y toda la noche.

¿Y qué está escribiendo?

Una novela ambientada en un pequeño teatro provincial protagonizada por un niño de 5 o 6 años. Siempre miro atrás, aunque mis recuerdos son secretos. No pienso en escribir otras memorias. Los elementos autobiográficos, me sirven para imaginar y mejorar las historias, nada más.

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