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Frederick Forsyth: "Un narcotraficante no debe ser juzgado con garantías"

El autor británico presenta en Madrid 'Cobra' , un recetario contra el narcotráfico

PAULA CORROTO

Hace tiempo que el británico Frederick Forsyth (Ashford, 1938) abandonó el tono y profundidad que expuso en los thrillers que le convirtieron en un bestseller en los setenta. En novelas como El día del chacal retrataba con precisión y rigor la historia de un posible atentado contra el presidente francés Charles De Gaulle, mientras que Los perros de la guerra era un auténtico manual sobre cómo derrocar a un dictador africano. Sin embargo, su último libro, Cobra (Plaza & Janés) es un recetario contra el narcotráfico en la actualidad cuyo estilo recuerda al modus operandi de las películas del oeste de John Wayne. Forsyth, que ha estado esta mañana en Madrid de promoción, ha creado a una especie de cowboy de ciudad –un exagente de la CIA- cuya idea para acabar con el tráfico de cocaína es cambiar las leyes y convertir a todos los narcos en terroristas. Esa es la solución que ofrece el libro, y es también la que asume el propio escritor.

Tras escribir sobre conflictos internacionales y el terrorismo, ¿por qué le interesa ahora el tema del narcotráfico?

Todo lo que he escrito parte de dos preguntas: ‘Qué ocurriría si…’ y ‘sería posible hacer...’. En este caso, me pregunté si sería posible destruir la industria de la cocaína. Me la plantee porque hace unos tres años, leyendo periódicos y viendo documentales, me di cuenta  de que aparecían recurrentemente artículos que hablaban de barcos interceptados llenos de cocaína, bandas de traficantes detenidas…. La palabra cocaína surgía una y otra vez. Me daba la sensación de que había una especie de guerra encubierta, así que me puse en contacto con colegas de los servicios secretos británicos y me lo confirmaron.

¿Es la guerra más importante que existe en estos momentos?

No, la mayor de las guerras es contra el terrorismo. Por lo que parece, el IRA está casi muerto y ETA no va a durar mucho, ya que me da la sensación de que todos están siendo arrestados. Pero, aparte de esto, el gigante del terrorismo es el fundamentalismo islámico, que se encuentra en Afganistán, Indonesia, Yemen, Somalia. Quizás si se mataran los unos a los otros no nos preocuparía tanto en Occidente. Pero ellos ya han declarado que la guerra es contra el  mundo no musulmán. Lo han dicho abiertamente: “Vamos a destruir vuestra sociedad y vamos a imponer la nuestra”. Ahí están el 11-S, el 11-M, los atentados de Londres… Es algo continuo. Por eso nosotros hemos dedicado la mayor parte de nuestros esfuerzos a esta guerra, pero, la contrapartida es que hay menos recursos para luchar contra las drogas.

Y en este libro, usted da su receta contra el narco tráfico: una especie de cowboy que acabe con el problema. ¿Cree usted en lo que cuenta su libro en clave de ficción?

Bueno, Los perros de guerra se parecía tanto a un manual sobre cómo derrocar a un dictador africano, que Bob Denard, el mercenario francés, utilizó este libro para invadir las islas Comores.  Cobra se basa en información obtenida de aquellos que están al frente de esta lucha contra el narco. Y ellos dicen: “Si pudiéramos tratar a los narcos como a los terroristas de Al Qaeda, ganaríamos esa guerra. Pero no se nos permite, porque tienen sus derechos humanos, que hay que respetar”. El planeta ahora está obsesionado con los derechos humanos, y esto lo que hace es favorecer a los acusados.  Las fuerzas del orden saben que con esta situación no se puede ganar.

Entonces usted dice con el narcotráfico no valen los derechos humanos.

¿Con Adolf Hitler deberían respetarse?

Debe ser juzgado con todas las garantías.

Bueno, yo no creo eso.

Bien. De todas formas, existen otras posibilidades en la lucha contra el narcotráfico. ¿Qué opinión tiene de la legalización de las drogas?

Ese es un gran argumento que está ahora en el Reino Unido. Pero, a ver, los suecos ya lo inventaron y el resultado fue tan catastrófico que tuvieron que retrotraerse y volver a la prohibición. Está comprobado que no hay ningún producto que haya sido prohibido, y luego legalizado, que no haya aumentado exponencialmente su consumo. ¿Qué ocurrió en Amsterdam? Casi destruyen la ciudad cuando legalizaron la marihuana. La ciudad, que es maravillosa, se convirtió en una gran nube de humo.

En su libro cuenta cómo la droga entra en España. Para ello contactó con el cuerpo de la UDYCO. ¿Cómo fue esta investigación?

El mayor importador de cocaína es España y el mayor consumidor, el Reino Unido. Hay una gran colaboración entre todas las fuerzas policiales de distintos países. Por ejemplo, en terrorismo todos los países colaboran. Hay un grupo de expertos que se reúnen e intercambian información. Todas las fuerzas policiales tienen  una unidad de lucha contra el narco y colaboran entre sí.

El mayor importador de cocaína es España y el mayor consumidor, el Reino Unido

¿Pero cree que España hace lo suficiente?

Hacen lo que pueden con los medios que tienen. Pero en España también existen las bandas que trafican.

En su libro recrea, sin nombrarle, la figura de Barack Obama como un presidente que traiciona sus principios. ¿Usted cree que Obama lo ha hecho? ¿Ha decepcionado a los americanos que le votaron?

No tanto traicionar. Hay que comprender lo que es un político. Un político lo que trata es de sobrevivir. Y está dispuesto a hacer prácticamente todo para sobrevivir.

Pero, insisto, ¿Obama ha traicionado sus principios y ha decepcionado a los americanos que le votaron?

Bueno, esto es lo que dice la parte de izquierdas del partido demócrata, pero hay otra corriente que dice que, como cualquier político que llega al poder, de repente, se topa contra la dura realidad. También le ocurrió a Zapatero, que llegó al poder tres días después de los atentados de Atocha, ganó a Aznar, dijo que podría hacer esto y lo de más allá, y al final nada ha ocurrido. Lo que casi habéis logrado es llegar a la bancarrota.

Lo que casi habéis logrado es llegar a la bancarrota 

Usted ha escrito sobre presidentes reales, como De Gaulle. ¿Qué piensa de los presidentes que están ahora en el poder? ¿Son más grises y menos novelescos?

Uno tiene suerte si tiene un gran presidente por generación. Nosotros hemos tenido en cincuenta años a Churchill y a Thatcher. El resto han sido mediocres. Francia, básicamente a De Gaulle. De España no recuerdo a ningún gran estadista. Pero, si nos fijamos en la Unión Europea, tenemos a Van Rumpuy, que es qué. La ministra de Exteriores, la baronesa Ashton, es un absoluto desastre. El presidente de la Comisión, Durao-Barroso, es el pequeño gordo portugués. O sea, que no veo un buen panorama.

Durao-Barroso es el pequeño gordo portugués

Por último, usted suele de ejercer de oráculo con sus novelas. ¿Qué cree que puede pasar ahora en Egipto? ¿Se va a instalar una democracia o un régimen religioso, islámico?

Ninguno de los dos. Sería muy optimista pensar que con ese movimiento popular  se va a pasar  de una dictadura a una democracia parlamentaria en menos de una generación. Eso es una ilusión. No ocurre así. La buena noticia es que el ejército va a tomar el control de la situación  y a va a lograr que los Hermanos Musulmanes estén aparte. Y eso para Occidente es una buena noticia. A lo mejor a usted no le gustan los generales, pero son mejor que Al Qaeda.

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