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Juegos de niños que cambiaron la historia del arte

El Museo Picasso de Málaga propone el origen del arte moderno europeo en materiales pedagógicos revolucionarios

PEIO H. RIAÑO

Nunca la inocencia fue tan artística, ni lo íntimo tan didáctico. Nunca antes se expuso el universo infantil de los grandes genios del primer cuarto del siglo XX, con obras de arte que no lo son y juguetes que sirvieron para algo más que para entretener los primeros años de vida. Artistas pensando en niños y artistas trabajando como ellos, creando sin ánimo de ser arte de museo, sino con la intención de cambiar el mundo. Las vanguardias se acercaron tanto a los juguetes, aproximaron la infancia tanto a las formas y conceptos del arte moderno, se empeñaron tanto en proyectar en ellos sus ideales de futuro, que diseñaron un mundo de emociones e ideas más allá del gesto plástico. La vanguardia fue un proyecto educativo que ahora recoge el Museo Picasso de Málaga en Los juguetes de la vanguardia, una maravillosa exposición abierta hasta el próximo 30 de enero.

La primera sala va al grano: las vanguardias fueron la consecuencia de nuevos y revolucionarios programas educativos. 'Los historiadores han hecho una lectura muy lineal y extraordinariamente simplista de este período. Sólo han mirado y se han referido a la historia del arte. Las vanguardias retrataron el paisaje doméstico y eso es lo que los historiadores no han revisado', explica Juan Bordes, que ha cedido parte de su importante colección de juegos (y autor del libro La infancia de las vanguardias: sus profesores desde Rousseau a la Bauhaus).

'No excluyeron al niño de su aventura', dijo el director del museo

'Si hubieran mirado a lo doméstico se habrían encontrado con los juguetes y, sobre todo, con Friedrich Fröbel, ¡el padre de las vanguardias!', comenta Bordes junto a las vitrinas que muestran los ejemplos de juegos del programa educativo del pedagogo alemán e inventor del jardín de infancia (Kindergarten). De esta manera, las vanguardias arrancaron en 1880 a raíz del programa educativo de Fröbel que incluía figuras geométricas abstractas, que más tarde el surrealismo, dadaísmo, cubismo, constructivismo, futurismo, Bauhaus y De Stijl 'llenaron de concepto'.

'Estas construcciones para jugar son la deuda que tiene la vanguardia con la infancia. No hacía falta que los estudiaran, ¡estaba en el ambiente!', comenta Juan Bordes en referencia a Pablo Picasso. José Lebrero, director artístico del museo y comisario junto al especialista Carlos Pérez, aseguró ayer que 'estaban construyendo un nuevo mundo. El niño entraba en sus planes, no le excluyeron de su aventura'. El director destaca las casi 600 piezas que componen la muestra entre libros, marionetas, juegos, barajas de cartas, juguetes, mobiliario, etc. Desde Paul Klee a Picasso, pasando por Alexander Calder, Rodchenko, Oskar Schlemmer y Joaquín Torres-García, entre otros.

Carlos Pérez: 'Es una exposición radical en la selección de obra'

Precisamente, Picasso entendió los juegos y juguetes no como un recurso educativo, sino como un gesto artístico más. Recuerda su nieto Bernard Ruiz-Picasso cómo en una ocasión el maestro cubista dibujó en la pizarra del pequeño un retrato y al acabarlo, se retiró, lo miró y y lo fijó para siempre. Bernard, enfadado por la ocurrencia de su abuelo que le dejó sin el encerado, no entendió nada.

En otra ocasión, el gran Picasso, absoluto ignorante del automóvil, compra un coche de madera y lo pinta. No se le ocurre mejor suelo que el de los rombos de una cocina. 'Mi padre Paul nunca quiso jugar con un coche con suelo de cocina. Los niños no quieren las cosas que no son normales', recuerda el propio Bernard. Tampoco le hizo gracia el caballito que montó en 1960 el autor de Guernica con la estructura de una mesa de televisión: 'Era muy incómodo'. Sin embargo, tuvo el mayor gesto de humildad al hacer un teatrillo con una caja de sus puritos.

'Es una exposición radical en la selección de obra', cuenta Carlos Pérez. 'Hemos desechado aquello que quedaba como titubeo y apostamos por lo más decidido, por la radicalidad en el diseño de los juguetes'. El comisario se sorprendió al comprobar cómo hay algunos artistas fueron más atrevidos con los juguetes que con su arte. No dio nombres, pero desde luego la colección rescatada de los fantásticos juguetes del pintor Joaquín Torres-García podría ser un ejemplo de ello. Aclara Pérez que todos estos artistas pensaron nuevos productos para un mundo nuevo. Un proyecto utópico para un mundo entre dos guerras.

Picasso

De las ocho piezas del maestro destaca el coche de madera pintado por él,el caballo de metal reciclado y un teatrillo con una caja de puritos.

Paul Klee

Hizo para su hijo barcos, una estación de tren de cartón y 50 marionetas de mano. La creación de esta grotesca serie de personajes coincide con sus primeras esculturas.

Alexander Calder

En la muestra se incluyen los bocetos que el norteamericano dibujo como preparación para el circo que creó y con el que jugó con su galerista Aimé Maeght.

Joaquín Torres-García

Uno de los artistas de vanguardia más volcado al mundo de la creación del juguete. Ideó cientos de ellos y los montó en cadena industrial.

Oskar Schlemmer

Del pintor, escultor, coreógrafo y diseñador alemán se muestra un muñeco articulado esmaltado y un escritorio que ideó para
su hija.  

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