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Los mutantes van al instituto

X-Men: 'Primera generación' narra los orígenes del grupo de héroes y sus problemas de identidad

CONXA RODRÍGUEZ

Podrían ser los nietos de la original Patrulla X, que en la década de 1960 empezaron a protagonizar los tebeos de aventuras publicados por la Marvel. Pero son sólo adolescentes, más allá de que su evolución genética les otorgue poderes sobrenaturales y de que en esta ocasión deban evitar que la crisis de los misiles de Cuba de 1962 y la Guerra Fría acaben en un conflicto mundial nuclear y en cataclismo. Pero el mensaje de X-Men: Primera generación, la última película de la saga, que explora los orígenes del grupo y que ahora dirige Matthew Vaughn, pone el acento en los dilemas propios del instituto: sé tú mismo, cuestiónate tu identidad y tu lugar en la sociedad.

El actor James McAvoy es el encargado de dar vida a Charles Xavier, un profesor de Oxford dueño de la mente más poderosa del planeta y una de las figuras alrededor de la cual giran estos X-Men. 'Los personajes de la película tienen dudas sobre su propia identidad. Es duro saber quién eres y todavía es más duro saber qué quieres, hay que explorarse a uno mismo para conocerse. Y los mutantes quieren ser normales, esa sensación de exclusión es muy frecuente en las personas y, a menudo, en los adolescentes. ¿Quién no se ha sentido extraño en la escuela?', pregunta McAvoy.

El productor Bryan Singer ha querido rodar 'un cuento de hadas' moderno

Cuando habla sin actuar, el acento escocés lo identifica a la primera palabra. 'La clave para hacer este tipo de películas [superproducciones] es haber hecho otras que han generado mucho dinero, como Wanted', reconoce. En Wanted, también basada en el cómic de Mark Millar, trabajó junto a Angelina Jolie. La película generó 340 millones de dólares de taquilla en todo el mundo y McAvoy ya está fichado para las próximas aventuras cinematográficas de X-Men.

El otro personaje alrededor del cual gira X-Men: Primera generación es Erik Lehnsherr, más conocido como Magneto, interpretado por Michael Fassbender, primero amigo y luego némesis de Xavier. 'Esta película me llegó en un buen momento: para mí era hora de hacer un trabajo de estudio. A pesar de que los cómics se escribieron hace más de 50 años, son todavía relevantes en el modo en que abordan cómo se relacionan las personas. Es un tema siempre vigente', cuenta Fassbender aludiendo al mensaje, o consigna colectiva, de la película: 'Primero en la escuela y luego por motivos étnicos o por preferencias sexuales, siempre miras a tu alrededor para saber el lugar que ocupas. A mi personaje la raza humana le ha traicionado, todos sabemos que es una raza destructiva porque la historia nos lo dice y lo hemos visto durante siglos'. El personaje de Erik abre la narración en 1944 al presenciar la ejecución de su madre en un campo de concentración nazi. El deseo de venganza es su motor.

Vaughn: 'Los efectos especiales apoyan a los personajes, y no al revés'

En esta historia, el villano viene a ser el actor Kevin Bacon, primero como nazi doctor Schmidt y después como el malvado Sebastian Shaw. Aunque Bacon rechaza ser el malo: 'En los personajes nunca veo la línea divisoria como el bueno y el malo, sino un papel interesante, complicado, bien escrito y, sobre todo, diferente de lo que soy yo o de lo que he hecho hasta ahora'. También el director Matthew Vaughn tiene algo sobre lo que discrepar: que los efectos especiales se sobreponen a la historia y a las acciones de los personajes. En su opinión, 'los efectos visuales acompañan los ángulos humanos, apoyan a los personajes, y no al revés'.

El productor Bryan Singer coincide en que, en el cine, el listón de los efectos especiales está muy alto tras los trabajos de directores como James Cameron o George Lucas, por eso ha preferido colocarlos en segunda fila, detrás de una historia humana, de personajes vulnerables, con emociones y dudas metafísicas. 'Me apetecía hacer un cuento de hadas con efectos especiales', confiesa.

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