Durante años, el escritor jerezano José Manuel Caballero Bonald recorrió el sur con un magnetofón obteniendo extrañas revelaciones de artistas que nunca hasta entonces habían grabado. Fue entonces cuando obtuvo de Tía Anica La Piriñaca, aquella mujer que grabó su primer disco ya viuda, a los 80 años, una sugestiva revelación: 'Cuando canto a gusto me sabe la boca a sangre'.

'Estoy distanciado del flamenco, no sé por dónde va. A veces en Jerez (Cádiz) asisto a alguna que otra reunión en el barrio de Santiago, donde se sigue manteniendo muy viva la tradición de ese flamenco tan desplazado de los cánones actuales', sostiene Caballero Bonald.

A pesar de su distancia, el poeta sabe por dónde van los tiros. 'El flamenco, como le ha ocurrido siempre a lo largo de la historia, está en proceso de reinvención. Se reinventa cada mes desde finales del siglo XVIII. Renace de sus cenizas constantemente. Parece que hay decadencia pero es una mudanza, una evolución', asegura.

Al flamenco, entiende, le ocurre como a todo tipo de arte, sea popular o no, que cuando es vivo está en constante proceso de recreación: 'Hay cantaores muy jóvenes que están haciendo un flamenco distinto. Lo de la fusión queda ya incluso antiguo. Esos jóvenes reinventan ritmos y eso me parece positivo, pero como soy tan viejo me cae un poco a trasmano', reflexiona.

Sus letras, sus poemas, también han formado parte de lo que ya hoy es Patrimonio de la Humanidad, como aquel recital en Málaga, el verano pasado, en el que Diego Clavel pidió justicia y libertad.