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Thomas Bidegain: “Dan ganas de huir de este mundo de caos y fracaso”

Guionista habitual de las películas de Jacques Audiard, debuta en la dirección con ‘Mi hija, mi hermana’, siguiendo los pasos del mejor John Ford, con una historia que retrata el cambio de siglo y “a gente simple proyectada en el caos de un mundo que no entiende”

mi hija mi hermana

MADRID.- Ethan Edwards, uno de los personajes esenciales del cine, protagonista del mejor western de la historia, ‘Centauros del desierto’ (1956), era una amarga representación de la identidad de una nación. Cargado de odio, buscaba el orden, ‘su’ orden, pero necesitaba la violencia para imponerlo. Hoy, sesenta años después, Thomas Bidegain, hasta ahora guionista cómplice de Jacques Audiard (‘Un profeta’, ‘De óxido y hueso’), debuta como director con ‘Mi hija, mi hermana’ (el título original es ‘Les Cowboys’) siguiendo los pasos del gran John Ford y aquel John Wayne para retratar el comienzo de este nuevo siglo.

Una fiesta country en medio de una pradera, con bastantes modelos de Renault aparcados en un solar, describe la comunidad en que se mueven los personajes de este drama. Hombres y mujeres del este de Francia. Hasta allí llega una familia, un matrimonio con su hijo pequeño y su hija, una adolescente de dieciséis años. Ese mismo día la chica, Kelly, desaparece y el padre, Alain, comienza una búsqueda obsesiva por el mundo. Poco a poco comprende que su hija les ha abandonado y se ha convertido al Islam. François Damien y Finnegan Oldfield son los protagonistas.

¿Por qué eligió esta zona de Francia donde la gente celebra estas fiestas countries?

Porque era muy importante mostrar una comunidad y esta era una buena manera. Estas personas se disfrazan de cowboys de verdad, la primera vez que lo vi fue en Suiza. En Francia se hace en algunos sitios los fines de semana. Es todo muy folclórico, con música, bailes… Es un modelo reducido de nuestro mundo.

¿Nuestro mundo no es un poco más complejo hoy?

Sí, claro. La película empieza cuando la familia va hacia la fiesta, pero luego se ve en la misma comunidad en el centro a una chica con un velo, ese es nuestro mundo. La reacción de la gente ante esto a veces es agresiva, otras veces, no. Por eso digo que todo esto sirve de modelo reducido de nuestro mundo. Cuando pasa algo aquí, el sheriff se queda sin saber qué hacer.

¿Ha intentado con esta película hacer un retrato del cambio de siglo?

Así es. Queríamos hablar sobre los primeros años del siglo XXI. Esta es la historia de gente normal, sencilla, que se proyecta en el caos de un mundo que no entiende. Es gente simple proyectada en el fracaso del mundo. El padre, Alain, piensa que es un cowboy y que los musulmanes son los indios, lo que no es su casa es territorio apache. Todos los buenos westerns han hecho un estudio de la nación, han retratado la construcción de EE.UU. Con esta película había también esta ambición.

¿Por qué una chica como Kelly se convierte hoy al Islam?

Es difícil saber por qué se hacen este tipo de cosas. También la película es un drama familiar. No es una historia sobre la yihad, ni sobre los que se van, sino sobre los que se quedan. Kelly se va y la comunidad pierde el equilibrio. Hace falta entonces un tiempo nuevo para recuperarlo. El tema es que todos nos preguntamos qué hacer cuando nuestros hijos crecen y se van. Si tus padres se disfrazan de cowboys los fines de semana, con dieciséis años solo tienes ganas de irte corriendo. Dan ganas de huir de este mundo de fracaso y caos.

Aunque cuente el drama de una familia, es una película muy política…

El cine tiene la función de representar al mundo y, por tanto, tiene una función política. No podemos dejar la realidad en manos de la televisión y de los políticos. Necesitamos el punto de vista del cine. El cine es político porque representa al mundo y las cosas solo existen una vez que están representadas.

¿Cree que el cine puede ayudar a recomponer este mundo?

El cine puede llevar a la reconciliación, porque puede mostrar otras caras de la realidad. La televisión solo muestra los problemas y así es imposible la reconciliación. Sin embargo, en el cine te ves y ves a los demás como personas, como a ti mismo, gente parecida a ti, que hace con sus hijos lo mismo que tú con los tuyos…

Con los atentados más recientes en Europa, ¿ha cambiado mucho la recepción de la película?

Empezamos a escribir la película cuando mataron a Bin Laden porque pensamos que eso era el final de un ciclo. La historia de ficción termina en 2011. Hoy en día, las cosas han avanzado al siguiente nivel de horror. Habrá quien piense que la película es oportunista, pero jamás se nos ocurrió que iba a pasar todo esto.

La hija desaparece, pero cuando la familia sabe por qué y cuál ha sido su decisión, el que se obsesiona es el padre, no la respeta. ¿Por qué?

La madre, la mujer, tiene otro hijo, está del lado de la vida. El padre, el hombre, está del lado de la muerte. Pero la madre conoce mejor a su hija. Amo a todos mis personajes, es fundamental para escribir una historia, aunque no sean personajes simpáticos, eso no importa. Esta es una película falsamente de hombres para decir que los hombres se equivocan. Aquí son dos hombres que se creen héroes y se equivocan. Es importantísimo hoy hacer personajes de mujeres. La búsqueda que emprende Alain es de ese tipo de cosas que te vuelve loco. La búsqueda es además una cosa un poco narcisista y muy machista, el mundo debe ser como el padre lo ve.

¿Hay un ligero tono positivo en la película, cree que Europa puede cambiar su mirada?

Creo que Europa tiene mucho que decir en toda esta crisis, en esta guerra. Y creo que de esto puede salir algo mejor. Espero que los proyectos para aislarse del mundo sean solo una fase.

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