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Alberto Entrerríos: "Ganar el Mundial en casa sería un bombazo"

El capitán de la selección española de balonmano confía en que el torneo que arranca esta tarde y que acoge por primera vez España ayude a mejorar la situación de uno de los deportes más castigados por

JORGE YUSTA

Alberto Entrerríos (Gijón, 1976) es, a sus 36 años, una institución viva del balonmano español. El capitán de la selección, que milita en el Nantes, lo ha ganado todo tanto con España como a nivel de clubes. Ligas ASOBAL, Copas del Rey, Copas de Europa, Recopas, una plata europea, dos bronces olímpicos y un Mundial. Junto a Albert Rocas es el único superviviente de aquel torneo mágico de Túnez en 2005. Siete años después el balonmano español es uno de los deportes que más ha sufrido tanto el desapego de la afición como la crisis económica. De hecho, seis de los integrantes de la selección han tenido que emigrar y juegan en ligas extranjeras. 

El Mundial, que organiza por primera vez España, y que comienza esta tarde (19 horas) con el encuentro inaugural ante Argelia, pretende ser el revulsivo que necesita. Y ganarlo se presenta casi como un salvavidas. 'Aun así no sería suficiente ni con ganar este Mundial, ni el Europeo del año que viene, ni el otro', reconoce Alberto. Antes de comenzar, la selección de Valero Rivera entra en las quinielas como una de las favoritas. Y jugar en casa debería suponer un extra. Sin embargo, el fantasma de las gradas vacías se cierne sobre la organización, que ha tenido que sobreponerse, entre otras cosas, al cambio de sede a última hora por la clausura del Madrid Arena. Entrerríos confía en que 'el público se enganche' y para ello promete que la selección se dejará la piel en la pista. 

Este es el primer Mundial que se juega en España, ¿supone una responsabilidad añadida o una motivación extra?

Yo creo que ambas cosas. La responsabilidad la tenemos desde el punto de vista de la imagen que demos. Tenemos que demostrar en la pista nuestros valores y que la gente se identifique con ellos. Los resultados luego pueden venir o no. Pero si quedamos campeones del mundo todo el mundo va a estar muy orgulloso de nosotros pero sí no quedásemos también hay formas de conseguir ese respeto y esa admiración. Los valores que nosotros reflejemos en la pista es lo que realmente va a importar y es de lo que nos tenemos que sentir responsables.

¿Si no se gana el Mundial se podría hablar de fracaso?

Yo creo que no. No podemos hablar de un fracaso si el equipo ha estado muy bien durante el campeonato pero todo dependerá de la forma de perder.

Han pasado ya ocho años de la conquista del Mundial de Túnez. Usted fue uno de los partícipes de aquel hito, ¿qué se siente?

'El Mundial ayudaría a levantar un poquito esta situación por la que atraviesa el balonmano'Pues una alegría enorme porque era el primer Mundial que ganaba España y hasta ahora es el único. No hay adjetivos. La sensación de felicidad es inmensa. Y supuso un impulso para el balonmano porque de la imagen que se dio en el ese Mundial vivió durante cuatro o cinco años muy bien. Por eso, ganar un Mundial aquí sería un bombazo porque la necesidad que tiene el balonmano español hoy en día. Aun así no sería suficiente ni con ganar este Mundial, ni el Europeo del año que viene, ni el otro. El balonmano es un deporte que se encuentra muy limitado en ciertos sentidos pero claro que el Mundial ayudaría a levantar un poquito esta situación. Pero ganar un Mundial es un hito muy difícil porque muchas grandes selecciones que pelean por lo mismo que tú.

¿Incluso ayudaría a que el balonmano y sus jugadores fuesen un referente para los niños españoles como lo son, por ejemplo, Casillas, Gasol o Nadal?

Evidentemente un triunfo como es un Mundial también hace que los niños se enganchen y también supone otra responsabilidad. ¡Al final vamos a llenar el carro de responsabilidades! (sonríe). Pero está clarísimo que el balonmano está en un mal momento y eso hace que los niños no se enganchen a este deporte pero vamos a ver si cambiamos eso.

Este Mundial también necesita que el público acuda a las sedes

'Si tenemos que jugar con las gradas medio llenas va a ser un arma de doble filo'Sí, claro. Sabemos que se están haciendo muchos esfuerzos para promocionarlo y para que la gente venga en masa. Para nosotros, si tenemos que explotar el hecho de que juguemos en casa ha de ser respaldados por el público. Si tenemos que jugar con las gradas medio llenas va a ser un arma de doble filo.

¿Temen que la crisis haga, como está pasando en la Liga de fútbol, que muchas entradas se queden sin vender?

No, yo estoy convencido de que va a haber un gran ambiente en todos los pabellones.

¿Cómo se encuentra el grupo? ¿Se ha cerrado la herida de los Juegos Olímpicos?

Sí, creo que sí. Un partido como el que perdimos contra Francia son de esos que se quedan siempre en el recuerdo. Es duro de superar pero tenemos cada año la oportunidad de olvidar en el anterior.

¿Hay ganas de revancha?

Lo que hay ganas es de ganar. La revancha es absurda. En el deporte la revancha de hoy puede darse la vuelta mañana. Lo que sí hay ganas es de intentar conseguir un éxito.

¿A qué selecciones sitúan junto a ustedes ahí arriba?

A Francia, por supuesto, pero también a Dinamarca, Croacia, Suecia, Hungría... Hay muy buenas selecciones.

Y la primera fase se antoja complicada...

Sí, tenemos a Hungría y a Croacia como los más difíciles de nuestro grupo. Pero hay que tener en cuenta que Argelia y Egipto no están a nivel balonmanístico de los equipos europeos pero son rivales muy aguerridos, con mucho poderío físico que nos van a exigir muchísimo y sobre todo tendremos que tener mucha concentración. Aparte de que tienen jugadores de mucho nivel individual.

Usted es el capitán, el jugador más veterano de esta selección y alguno de sus compañeros le saca más de diez años. ¿Ejerce casi como un padre? ¿Le piden algún tipo de consejo?

No, que va. No tengo vocación de hermano mayor en ese sentido. La verdad es que no voy más allá de mi parcelita. Siempre he sido muy respetuoso con la gente. Si me piden un consejo se lo daré pero no soy de los que dan consejos por darlos. Si no me los piden es porque no los necesitan. Prefiero preocuparme de mis cosas y luego, por supuesto, ayudar siempre en lo que haga falta. Pero no voy de consejero por la vida.

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