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Carlos Coloma, el medallista de bigote mexicano

Los tres componentes del equipo español de ciclismo de montaña fueron reconocibles a su paso por Río de Janeiro por sus bigotes mexicanos, el talismán que condujo a Carlos Coloma hasta el tercer lugar del podio olímpico

Carlos Coloma celebra la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos. REUTERS/Paul Hanna

LUCÍA SANTIAGO (EFE)

RÍO DE JANEIRO (BRASIL).- Los tres componentes del equipo español de ciclismo de montaña fueron reconocibles a su paso por Río de Janeiro por sus bigotes mexicanos, el talismán que condujo a Carlos Coloma hasta el tercer lugar del podio olímpico.

Junto al catalán José Antonio Hermida, el riojano inició la tradición y, convencido igualmente de su suerte, el andaluz David Valero adoptó en la ciudad carioca la imagen que definió al trío español: un bigote con forma de U invertida, ya habitual en todas las competiciones importantes de los corredores españoles.

Los Juegos Olímpicos de Río 2016 lo eran para todos, aunque sólo Carlos Coloma pudo pisar uno de los tres cajones del podio. Valero, noveno, se presenta como sólida opción de futuro. Hermida lo había hecho ya en la cita olímpica de 2004 -fue plata en Atenas- pero sus opciones de medalla en Brasil se diluyeron tras un problema con la cadena de su bicicleta nada más tomar la salida.

Desde ese momento, sin embargo, se acomodó en la cabeza de carrera Carlos Coloma, quien había advertido a su aterrizaje en la ciudad carioca de que llegaba en su "mejor momento de forma". Su alto nivel de competitividad fue, de hecho, lo que le permitió colocarse junto a los dos máximos favoritos al oro en el circuito próximo a Deodoro: el suizo Nino Schurter, vigente campeón del mundo, y el checo Jaroslav Kulhavy, defensor del título olímpico.

Los dos se distanciaron para prorrogar la particular lucha que mantienen en el circuito internacional, por lo que el riojano tuvo que aceptar un nuevo pulso por el bronce con el francés Maxime Marotte, otro de los candidatos al metal dorado.

Lo batió en la última de las siete vueltas para saborear la conquista de su primera medalla olímpica, un hito que festejó con pases de toreo. Con esa imagen, el corredor de Albelda de Iregua dejó atrás un ciclo de cuatro años que se complicó con una doble operación de hombro. "En 2013 tuve un año en blanco", recordó en una conversación con EFE. "Pero he vuelto con mucha fuerza", agregó.

Una medalla de bronce y una gran sonrisa iluminaban su rostro al término de la prueba celebrada en un circuito próximo a Deodoro, donde el ciclismo de montaña elevó a 17 el total de preseas de la delegación española en Río de Janeiro. Con ese metal cerrará el último capítulo del documental Chasing Río, en el que relata su periplo hasta la primera cita olímpica celebrada en Sudamérica. El boxeo complementó su método.

Carlos Coloma, con su medalla de bronce. REUTERS/Adrees Latif

Carlos Coloma, con su medalla de bronce. REUTERS/Adrees Latif

El expúgil José Ignacio Barruetabeña, que guió su preparación física junto a Mikel Zabala, descubrió en Carlos Coloma "todo lo que un deportista ganador debe tener: esfuerzo, sacrificio, sufrimiento, victoria, locura". "Parece que haya salido de la máquina de fabricar guerreros de élite", subraya en el vídeo el exboxeador.

Él moldeó la "rabia" que acumulaba después de una primera operación fallida y un largo periodo de actividad. Le convenció para incrementar las horas de trabajo sobre el ring, los saltos a la comba y las carreras hacia la parte alta de interminables escaleras.

Se presentó en Río de Janeiro con la tranquilidad que da la acumulación de carga sobre los músculos y se situó al principio de la carrera junto al suizo Nino Schurter y el checo Jaroslav Kulhavy, primero y segundo, respectivamente. Después, se permitió derribar la oposición del francés Maxime Marotte y saborear la conquista del bronce. "Sabía que si confiaba en mí mismo lo podía conseguir. Para mí es un sueño hecho realidad", dijo el único medallista con bigote.

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