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El insomnio del pacificador Rueda

El seleccionador hondureño se pasa la noche viendo vídeos

L. J. MOÑINO

En tres años como seleccionador hondureño, las canas se han apoderado de la cabellera del colombiano Reinaldo Rueda. Las ojeras también se han hecho un hueco por encima de sus pómulos. 'La toma de decisiones desgasta', acostumbra a decir cuando le preguntan por su desmejoría física, aunque su esposa es la envidia de muchas hondureñas que le consideran un sex simbol maduro. Desde que logró el billete para Suráfrica, Rueda no puede salir a la calle porque los hondureños le atosigan a agradecimientos y peticiones de autógrafos. Un engorro para un hombre muy introvertido y hasta cierto punto desbordado: 'En Honduras hay más periodistas que futbolistas. Hay 208 programas deportivos que hablan de fútbol'.

Rueda también se distingue por ser un adicto al trabajo. Desde que Honduras aterrizó en Suráfrica no duerme más de tres horas. La noche previa al partido con Chile no pegó ojo. Pasa las noches enteras viendo partidos de los rivales de Honduras. Muchos de los DVD que ha visionado de España, hasta la saturación, los tiene en su poder desde el día después del sorteo. En Honduras se ha ganado el apodo de el pacificador, porque el pase al Mundial unió en las calles a un país dividido entre los partidarios del golpista Michele-tti y el derrocado presidente democrático Zelaya. La clasificación hondureña, tras 28 años sin participar en un Mundial, se produjo con Micheletti en el poder.

Los días que Honduras jugaba partidos de clasificación, Micheletti levantaba el toque de queda

Los días que Honduras jugaba partidos de clasificación, Micheletti levantaba el toque de queda. Con la clasificación en el bolsillo, amagó con una decisión que respondía al cánon populista de un dictador: insinuó la posibilidad de reemplazar a Rueda por Arzu, un héroe eterno para el pueblo hondureño tras su destacado papel bajo palos España 82.

Echada a la calle, Honduras se entregó a Rueda. Le fue concedida la nacionalidad por carta de naturaleza y en su discurso apeló al fútbol como elemento pacificador y unitario de un país quebrado por el atentado militar a la democracia: 'Esta selección no sólo logró la clasificación para el Mundial, sino que permitió el despertar del sentimiento de unidad e integración en el pueblo hondureño'.

Rueda se perfeccionó en Alemania. Vivió en Colonia de 1989 a 1991 para convertirse en un entrenador profesional con los ojos puestos en la ciencia. A diario pincha la yema de los dedos de sus futbolistas para controlar la fatiga mediante los niveles de lactato, un método muy en uso entre los corredores de 1.500. Tampoco le gusta dar a conocer el once a sus jugadores hasta poco antes del inicio del partido: 'Al latinoamericano si le dices que es titular con mucha antelación se relaja y el suplente se putea'.

Ha sido muy poco cuestionado por los medios hondureños. Si acaso al principio de asumir el cargo, cuando ralentizó el ritmo de juego. 'Honduras ha sido durante 28 años rápido, veloz y potente y no ha podido clasificarse para un Mundial. Lo que quizá nos falte es explosividad', argumentó contra esas críticas iniciales.

Sus dotes de pacificador las ha tenido que aplicar durante esta concentración. Trata de tranquilizar a sus jugadores respecto al cobro de las primas por la clasificación mundialista. El día que le comunicó a Rambo (Julio León) que el Mundial había terminado para él por una lesión tuvo que acudir con el psicólogo para frenar el ataque de furia del jugador, que la emprendió a golpes con todo lo que se le cruzaba por el medio. 'Cuando termine el Mundial destaparé la olla', amenazó Rambo. La baja de De León ha convertido a Honduras en la casa de los Palacios. Rueda llamó a Jerry, que junto a Wilson y Johny forman el primer trío de hermanos en la historia de los mundiales.

La derrota ante Chile en la primera jornada obliga a Honduras a intentar una proeza ante España similar a la del 82. Rueda ha elaborado un discurso envalentonado: 'Debemos dar un paso al frente para tratar de seguir vivos en este Mundial. Me da igual que los españoles jueguen con uno o con dos delanteros'.

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