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"En mi época de futbolista, yo ya compraba los muebles en Ikea"

Azkoitia, el último rayista en batir al Barça hace 11 años, es ahora sindicalista de la AFE. 'Claro que existe mobbing en el fútbol', asegura

ALFREDO VARONA

'Marqué el gol en la portería de Vallecas que no tiene grada'. Sucedió hace 11 años en un Rayo-Barça como el de esta noche. Jorge Azkoitia aprovechó un balón que le dejó Bolo para batir a Bonano y lograr el 1-0, que fue definitivo. Una victoria que nunca más ha vuelto a repetir el Rayo frente a un Barça que entonces entrenaba Van Gaal. 'Era mi segundo año en el Rayo', recuerda Azkoitia, que ya era un futbolista reputado a nivel nacional. 'Había estado cinco años en el Alavés en los que jugué una final de la Copa de la UEFA frente al Liverpool'. Entonces tenía un concepto más romántico del fútbol que el de ahora. 'Yo sólo era un futbolista'. Ahora, sin embargo, es uno de los empleados de la AFE (Asociación de Futbolistas Españoles), que es como 'el gran sindicato del fútbol con cerca de 8.000 afiliados' y en el que, por norma, se escuchan historias muy ingratas. El teléfono de Azkoitia está sometido a ellas y a conversaciones con los Servicios Jurídicos para buscar soluciones. 'Claro que todavía existe mobbing en el fútbol', asegura.

Hace once años, sin embargo, Azkoitia era un hombre encantado con la familia Ruiz Mateos, 'que no paraba de animarnos. Es más, no recuerdo una mala palabra de la presidenta, y eso que fue una temporada muy difícil'. Al final, el Rayo descendió a Segunda. Pero aquella noche frente al Barça fue tan especial que merece su propio museo. A los 64 minutos, Azkoitia logró el gol que nadie ha repetido en los últimos once años. Y no es un gol difícil de memorizar, porque 'fue muy simple, Bolo me dejó la pelota con la cabeza tras un saque largo de nuestro portero, y yo pegué al balón sin volverme loco, porque no hacía falta más'. Azkoitia vivía su segunda temporada en Vallecas. 'Era la mejor, en la que ya conoces todo el equipo, la ciudad... Para mí, fue importante. Al principio, Madrid me impresionó muchísimo. No sabía ni adónde ir a comprar el pan. Pero tuve la suerte de que en el Rayo estaba Imanol Etxeberria, que había jugado en el Athletic, y que me ofreció compartir casa. Recuerdo que era un piso de alquiler en la zona del Campo de las Naciones, que amueblamos nosotros mismos. Es más, yo monté muchos muebles que iba a comprar a Ikea'.

Fue la paradoja de esa noche. Un futbolista como Azkoitia, capaz de amueblar su casa en Ikea, venció a un Barcelona, en el que Puyol y Xavi acompañaban a gente que había jugado Mundiales como Kluivert, Riquelme o Frank De Boer. La diferencia era tan grande como podría serlo hoy, pero entonces se demostró lo que ahora dice Azkoitia. 'Siempre que empieza un partido empieza una nueva oportunidad'. Aquella noche los dioses se declararon al Rayo. 'Teníamos a Fernando Vázquez, un entrenador muy táctico que nos convenció de que podíamos hacer el partido perfecto', insiste Azkoitia, que ahora es un hombre distinto, con horas de oficina. Ha asimilado que nunca más volverá a hacer un gol como ése. Su vida está en la AFE (Asociación de Futbolistas Españoles), donde está su nómina. Su pelota de fútbol es el teléfono, donde casi siempre trata de arreglar algo. 'Sí, claro', agrega. 'A menudo, recibo llamadas muy desagradables de futbolistas apartados por sus equipos que, a lo mejor, tienen que entrenar a las 8:30 de la mañana y volver a las 15:00 de la tarde, a horarios casi intempestivos, porque su club no quiere que coincidan con el resto de la plantilla, que por norma entrena de 11.00 a 13.00 horas'.

Azkoitia sabe lo que es eso. Lo vivió en su propia carne. Se retiró a los 35 años después de una temporada en la que hizo once goles en el Alicante. Su tobillo no le permitió más, y el club, que estaba en concurso de acreedores, le pasó a entrenar solo. 'Yo llamé a la AFE para que me ayudase y no me hicieron ningún caso'. La experiencia ahora le legitima para hacer este trabajo. 'Hace tres años el actual presidente Luis Rubiales me llamó para crear una plataforma y evitar que sucedieran cosas como las que me pasaron a mí'. Desde entonces, Azkoitia trabaja para la AFE, aunque tampoco pretende ponerse como un ejemplo. 'No, porque yo fui un afortunado, en primer lugar porque aguanté hasta los 35 años en el fútbol, que ya es bastante. Y lo segundo porque nadie me dejó nada a deber. Lo cobré todo, pero sé que en el fútbol de ahora no pasa eso y que hay futbolistas que tienen que perdonar mucho dinero, porque sus clubes les amenazan o les retiran la licencia federativa porque, de repente, el entrenador ha dejado de contar con ellos'.

'Hay futbolistas que tienen que perdonar mucho dinero, porque sus clubes les amenazan'

El teléfono de Azkoitia es como una central. 'Insisto en que hay mobbing en el fútbol, aunque quizá ahora menos que antes, porque los clubes empiezan a darse cuenta de que es mejor llegar a un acuerdo que quitar la licencia federativa o amenazar a un futbolista que tiene contrato en vigor'. La Ley de Protección de Datos le impide personalizar en nadie. 'Pero hay casos tremendos. Hace dos semanas vino un jugador del extranjero a un equipo español y, antes de que llegase el transfer, el club le dijo que no contaba con él'. Todas esas historias barnizan el discurso de Azkoitia, que sabe que una cosa es la pasión y otra la realidad. 'Yo mismo soy una prueba. Cada vez veo menos fútbol, porque me apena no poder jugarlo'. Todavía sueña con goles como el que le hizo al Barça, aunque tampoco quiere ser egoísta. A diferencia de lo que pasaba en diciembre de 2002, cuando batió al portero Bonano, Azkoitia ahora es padre de dos hijos, 'un niño de siete y una niña de dos', que le ayudan a posicionarse con más realismo si cabe.

'Mi suerte, sobre todo, es tener trabajo en una época como ésta en la que todo esta dificilísimo'. Por eso, y porque fue un futbolista normal ('de los que compraba muebles en Ikea', bromea), sabe que el futuro empieza cada día. 'Yo mismo tuve que dejar el fútbol tras una temporada en la que hice 11 goles y en la que tenía ofertas de otros sitios para seguir, pero ¿cómo iba a continuar si mi tobillo no me lo permitía?' De ahí que ahora en la AFE, donde también se encarga de los contenidos de la página web, hable tanto de 'la formación' para que los goles no equivoquen a nadie. Es más, ni siquiera uno tan grande como el que él le hizo hace 11 años al Barcelona en Vallecas, garantiza nada.

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