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La prueba del maestro

Nadal se impone a Murray en un soberbio partido de semifinales que se decidió por su frialdad. El balear tratará de culminar su historial en la final ante Federer (18.30 h., La 1)

GONZALO CABEZA

Después de tres horas y 11 minutos, Nadal aún tenía fuerza para tirar una derecha cruzada a la línea. El golpe, una genialidad, sirvió para rubricar una victoria cargada de significado. El número 1 está en la final del torneo de maestros. El mejor jugador del año ha llegado a las últimas curvas de la temporada con la gasolina suficiente para mostrarse fiero. Partiendo de esa base, los límites no existen.

Murray demostró ser el perfecto probador de las fuerzas de Nadal. El escocés es un jugador engañoso, teniendo todas las cualidades posibles para ser un tenista ofensivo, decidió hace tiempo basar su juego en poner la pelota en la pista, no en finalizar cada punto con un zurriagazo. Por eso, exige a sus rivales pulmones amplios y piernas descansadas más que golpes imposibles. Es un atleta de fondo y ayer lo volvió a demostrar.

El partido que desarrollaron los dos protagonistas fue el mejor del torneo. La intensidad reinó en el pabellón O2. El empeño por ganar todos y cada uno de los puntos sin dejar nada por el camino fue una constante. En el tie break del primer set un intercambio llegó a los 36 golpes. Se jugaban demasiado como para no dejarse la vida en cada entrega. Un esfuerzo de épica en una superficie que suele recompensar más a los pegadores que a los tenistas defensivos.

'He jugado mal un par de puntos y aún así he perdido', dice Murray

Con tanta igualdad e intensidad, el verso que decidió la contienda fue la tranquilidad de Nadal. Detrás de su aspecto racial y sus celebraciones viscerales, existe una estructura acerada, fría, calculadora hasta el extremo que, unida a su extrema voluntad, le permite llegar donde otros no pueden.

Cualquier otro jugador no hubiese visto salida posible cuando en el tie break del tercer set se encontraba 4-1 abajo. Perder con tanto esfuerzo merece respeto, pero no deja de ser una derrota, y eso no se contempla en el libro de Nadal, que se agarró a la pista y terminó remontando para dejar el resultado en 7-6, 3-6 y 7-6. El español ganó menos puntos que Murray, pero se impuso en los importantes. La frialdad del número 1 y la noción de que la victoria está por encima de todas las cosas, más aún cuando el torneo supone el último hueco por llenar en un historial impecable.

'No te puedes clasificar a una final en un torneo así sin tener partidos difíciles. Ha sido un partidazo desde dentro de la pista', comentaba el número 1 minutos después del partido. Sus sensaciones no engañan. La belleza que percibió entre carrera y suspiro también se manifestó para todos los que estaban viendo el encuentro. Murray también ensalzó la calidad del partido. 'Juego al tenis por partidos como este. Creo que he jugado mal sólo un par de puntos y aún así he perdido. Tengo que mejorar más porque compito contra Federer y Nadal, los dos mejores de la historia', razonó.

Sólo Agassi tiene los cuatro grandes, el Masters, la Davis y el oro olímpico

Los jugadores a los que señala Murray como los mejores serán los que hoy se crucen en la final. El suizo venció ayer con solvencia a Djokovic (6-1 y 6-4), contrariado al no poder contestar el poderío de Federer. El número 2 ha llegado al final de temporada en su mejor forma.

Con todos esos alicientes nos encontramos con lo que ya es el gran clásico del tenis. En un deporte forjado por las grandes rivalidades, Federer y Nadal han conseguido sobrepasar todas las marcas. El de hoy (La 1, 18.30 h.) será el vigésimosegundo duelo entre ambos, 18 de ellos en finales. Rafa lucha por redondear su historial con el Masters. Si lo consigue, lo sumará a los cuatro grandes, la Davis y el oro olímpico, algo que sólo Agassi ha conseguido.

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