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La respuesta apareció en la pintura

El Barça iguala la eliminatoria tras vencer al TAU (85-62).

GONZALO CABEZA

Al Barça, finalmente, le sirvieron las conjuras. Después de siete derrotas consecutivas contra el TAU, los de Pascual buscaban soluciones para despojarse de un complejo de inferioridad que tienen con los vitorianos. No es un problema de argumentos o de plantilla, el TAU es un equipo fortísimo y cuidado hasta el último detalle, pero el poderío azulgrana poco tiene que envidiar a los demás: su plantilla es extensa, rica en detalles y con argumentos para ganar un partido desde cada una de las cinco posiciones de la cancha.

El Barcelona, además, jugaba con la urgencia que da verse por detrás en una eliminatoria. A los pequeños les tiemblan las manos cuando se ven por debajo, pero los equipos grandes tienen que ser capaces de convertir el miedo en una virtud y demostrar que estar ungidos con el favoritismo no es un peso sino una manera de echar a volar.

El equipo de Xavi Pascual tenía que dar con la tecla para asfixiar a un conjunto magnífico, pero no imbatible y dar respuestas solventes para demostrar que no hay motivos para tener pánico a ningún equipo, por muchas veces que este les haya ganado previamente.

La búsqueda concluyó que las mejores soluciones surgían de la pintura con Fran Vázquez e Ilyasova. El control barcelonista de los aros fue total, no sólo para anotar con fluidez (entre ambos marcaron 30 puntos), sino para capturar los balones que no quisiesen entrar en el aro, tanto en defensa como en ataque. Entre ambos sumaron 20 rebotes, entre todos los jugadores del TAU sólo 27.

A eso sumaron las individualidades de siempre: Navarro para desatascar la defensa, Lakovic penetrando en la zona, los robos de Grimau o la inteligencia en el juego de Basile. El complejo se desvaneció segundo a segundo durante el partido. Ninguno de los vitorianos tenía el coraje suficiente para echarse el equipo a las espaldas y reclamar la primacía que hasta el momento ejercía el TAU en los enfrentamientos entre ambos equipos.

Rakocevic hizo sus números habituales, pero su relevancia en el devenir del partido fue escasa, como si se tratase sólo un secundario fugaz en la película del partido. Sólo McDonald quiso plantar cara, pero en su caso faltó talento para detener a la dupla interior barcelonista. Splitter, que tendría que haber sido el encargado de intentarlo, estuvo perdido, superado en todo momento por la pesada losa que supone el juego interior azulgrana.

El Barça acabó con sonrisa, pero mantenerla mucho tiempo costará un mundo: para llegar a la Final Four de Berlín tienen que ganar, al menos, un partido en Vitoria la semana que viene.








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