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Jóvenes, sobradamente preparados, y en paro

La crisis ha disparado la tasa de paro juvenil y ha oscurecido sus oportunidades en el mercado

ANA REQUENA AGUILAR

Tener en el currículum carrera, máster e idiomas ya no es nada extraordinario. Tampoco lo es que alguien con ese currículum esté en paro o trabajando de repartidor de pizzas. La precariedad del empleo juvenil no es nada nuevo, pero en el último año la crisis ha ensombrecido las oportunidades y mandado al paro a casi 540.000 jóvenes de entre 16 y 29 años, según la Encuesta de Población Activa (EPA), casi un tercio del total. Además, una quinta parte de los parados de entre 20 y 29 años tiene estudios universitarios.

El tópico de que los jóvenes no se van de casa de sus padres porque no quieren no se cumple en muchos casos. 'Si en algo está afectando la crisis es al derecho de emancipación de los jóvenes', subraya el presidente del Consejo de la Juventud, Daniel Lostao. Los temporales han sido los primeros en ser despedidos, y son los jóvenes los que tienen la tasa más alta de temporalidad, cercana al 60%. 'Su acceso al mercado laboral se ha complicado, lo que repercute en su emancipación, que hasta ahora estaba creciendo', dice Lostao.

Diana tiene 28 años, acaba de terminar un máster. Cuenta además con varios cursillos que complementan su formación. Durante varios años, combinó estudios y trabajos de media jornada para pagar su carrera y su piso compartido. 'Con la crisis sólo me ofrecían trabajos sin contrato o con sueldos que no me permitían subsistir', dice. Hace dos meses volvió a casa de sus padres: 'Sigo buscando empleo y en cuanto encuentre algo quiero volver a vivir por mi cuenta'.

España es el país de la Unión Europea con la tasa de paro juvenil más elevada. Si en el primer trimestre de 2008, era de 20,7%, en junio alcanzó el 36,5% frente al 19,6% de la media europea. En junio, dos de cada cinco nuevos parados fueron personas jóvenes, según un estudio de la Asociación de Grandes Empresas de Trabajo Temporal (Agett).

Desde el último trimestre de 2008, las posibilidades de que una persona joven encuentre un empleo se han reducido, mientras que la probabilidad de que queden en paro se ha duplicado. 'Los jóvenes se han encontrado con que el mercado de trabajo está cerrado para ellos', destaca el profesor de sociología de la UNED Antonio López. Por eso, muchos jóvenes han optado por alargar su formación. De hecho, el segmento de población parada que más se sigue formando es la comprendida entre los 16 y los 29 años.

Otra de las consecuencias de la cerrazón del mercado laboral es 'el florecimiento de la economía sumergida': 'Les ofrecen trabajos con condiciones muy malas y la precariedad de los contratos aumenta', señala López. Y hay otro asunto inquietante. 'La salud de los jóvenes está muy ligada a su integración en el mercado de trabajo. La precariedad, la temporalidad y la rotación incrementan el riesgo de que sufran accidentes laborales', afirma.

El sueldo tampoco acompaña. El salario medio de una persona entre 18 y 34 años se acerca más a los 900 que a los 1.000 euros. 'Ahora la gente quiere ser mileurista', confirma Lostao. Leticia y Natalia lo saben bien. Con 26 años y formación académica de sobra, ninguna de las dos ha conseguido pasar de los 800 euros de sueldo. Pero se saben con suerte: tienen trabajo y viven solas, aunque gracias a ayudas externas. 'He pedido la ayuda para la emancipación y mientras me la dan me ayudan mis padres; si no, no podría vivir fuera de casa', dice Leticia. Vivir en un piso mejor o ser propietarias, pagar unas vacaciones o darse un capricho no entran en su presupuesto. Sus contratos son temporales y temen verse en la calle en cualquier momento.

Comprar una casa es, por supuesto, casi una misión imposible. Para adquirir una vivienda libre una persona joven tendría que cobrar un 186% más. Kike, de 30 años, estaba en la lista de espera para recibir una vivienda de protección oficial de su ciudad.

Un año después del sorteo, más de cien personas habían rechazado la casa por no poder pagarla. Él también lo hizo: 'Tengo trabajo, pero me da miedo perderlo en cualquier momento. Además, ahora no puedo endeudarme'.

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