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El fin de las medidas de alivio endurece la cuesta de enero: la luz sube un 9% y el gas un 4%

Los hogares se enfrentan a una subida de los precios de la electricidad con el comienzo de la retirada de las rebajas de impuestos mientras la revisión de las tasas encarece los peajes de las autopistas y los viajes en avión.

El fin de las medidas de alivio va a suponer un nuevo apretón para las economías familiares.
El fin de las medidas de alivio va a suponer un nuevo apretón para las economías familiares. PxHere (CCO).

Calentar y enfriar las casas, viajar en avión y circular por autopista va a ser más caro a partir del 1 de enero. Un mes que, con el principio del fin de las medidas de alivio por la inflación, vuelve a situar a las economías familiares ante una cuesta que, obviamente, resulta más empinada cuanto menores son los ingresos del hogar y más básicos los bienes y servicios que se encarecen.

La progresiva retirada de la rebaja de impuestos en el recibo de la luz y en el IVA de los alimentos va a elevar la inflación, que cierra 2023 con un aumento interanual del 3,1% y una media del 3,46%, hasta 1,4 puntos conforme se vaya materializando y según las estimaciones de Funcas.

"Los cálculos de la inflación para 2024 son muy difíciles por la retirada de las ayudas, que van a generar un efecto escalón. Pero no porque suban los precios, sino porque estos van a compararse con una etapa en la que estaban rebajados", explicaba María Jesús Fernández, economista senior del centro de análisis de las antiguas cajas de ahorro.

Las previsiones de Funcas apuntan a que la inflación se mantendrá este 2024 en un nivel similar al de 2023, con una media del 3,6% que, sin la retirada de las medidas, con las que el gasto de las familias irá aumentando hasta en 10.000 millones, sería del 2,7%.

¿A qué se debe ese desfase con el que anotan un aumento del 0,9% donde pronosticaban otro del 1,4%? Al ritmo de levantamiento de las ayudas, cuyo impacto no se producirá de forma abrupta el 1 de enero sino que será paulatino y en algunos casos, como el del IVA de la electricidad, no se habrá completado con el año.

En cualquier caso, y a la espera de ver cómo evoluciona el consumo conforme se vayan retirando las ayudas, ese indicador sigue al alza: CaixaBank Research le asignaba en noviembre un aumento interanual del 8,5% simultáneo a otro del 7% en el pago con tarjetas (aunque este tiene una parte de financiación diferida). Por su parte, la Agencia Tributaria estimaba el aumento del gasto sujeto a IVA en un 6,5%, aunque más de un tercio de esa cifra, el 2,4%, se debe a los precios.

La paulatina subida del precio de la electricidad

El cambio de año llega, tal y como ya anunciaba el BOE del día 28, con subidas en el precio de la energía al comenzar el Gobierno a levantar la rebaja de impuestos en la luz, el gas, la leña y los pellets. Estas rebajas han supuesto una merma de ingresos para Hacienda, y un ahorro equivalente para los hogares, de 14.663 millones de euros en el caso de la electricidad desde mediados de 2021, y otra de 394 en los otros tres productos.

Se prevé una subida del 9% en el precio final de la luz en enero, que aumentará un punto en abril

El descuadre que originan los menores ingresos por los nuevos impuestos, que solo llegan a compensar el 75% de esas rebajas, provocará, por tanto, una subida del 9% en el precio final de la luz en enero, que aumentará otro punto en abril y uno y medio más en julio.

¿Cómo es posible una subida de esa cuantía cuando lo que se ha anunciado es que el IVA de la luz pasa del 5% al 10% y que no volverá al antiguo 21% en todo el año?

Se debe, básicamente, a que en los anuncios oficiales siempre se omite algo de la letra pequeña que, en este caso, es el hecho de que también comienzan a subir los otros dos impuestos que gravan la electricidad.

El del 7% que se aplica al valor de la electricidad generada, y que pasa a formar parte del precio desde que las distribuidoras lo soportan como coste de adquisición por el peculiar sistema eléctrico español, dejará de estar suspendido el 1 de enero para pasar a ser del 3,5% y, en julio, del 5,25.

Y el impuesto especial, del que hasta el 31 de diciembre solo se aplica un 0,5% de su 5,11% inicial, sube al 2,5% el 1 de enero y al 3,8% en abril, sin que se sepa cuál va a ser el tipo aplicable a partir del 1 de julio.

Y también se desconoce qué efecto va a tener en la producción de las térmicas. Su aportación encarece el recibo por el disparatado sistema de subastas, el final de la llamada excepción ibérica y, con ella, el del perverso efecto secundario que, al mismo tiempo que favorecía la exportación de energía, y con ella el negocio de las eléctricas de todo tipo, encarecía los mismos recibos domésticos que por otro lado bajaba.

El incremento del precio final del gas ciudad, de la leña y de los pellets será del 4,3% al subir el 1 de enero del 5% al 10% el IVA que grava su compraventa. Esta presión fiscal se mantendrá hasta el 31 de marzo para el gas y hasta el 30 de junio para la madera y sus derivados.

Volver a partir de entonces a aplicarles un tipo del 21% supondría una subida del precio final del 15,2% frente al de finales de 2023 y del 10% sobre la de comienzos de 2024.

Estabilidad para los alimentos y los hidrocarburos

Algunos tipos de transporte van a encarecerse con el cambio de año, en el que sí van a mantenerse el grueso de las rebajas para viajar en ferrocarril y autobús interurbano y para utilizar los buses urbanos, el metro y los trenes de cercanías.

Aena, el operador de los aeropuertos españoles, lleva intención de subir un 4,09% la tasa por uso de esas instalaciones, hasta los 10,35 euros por pasajero, mientras que el Ministerio de Movilidad ha acordado otra del 4,03% para los peajes de las autopistas de pago.

Mientras, Correos ha anunciado que subirá un 5,1% el precio de los sellos necesarios para el envío de cartas y tarjetas postales normalizadas y de hasta veinte gramos de peso a destinos nacionales, informa Europa Press. Los paquetes aumentarán sus precios un 1,99%.

Por el contrario, las previsiones de variación de los hidrocarburos tienden a la congelación, e incluso ligeramente a la baja, tras cerrar un año en el que el precio medio de la gasolina osciló entre 1,73 y 1,54 euros por litro, con el cierre en el nivel más bajo. Mientras, el del gasóleo se movió entre 1,68 y 1,42 para acabar en 1,50, según los datos del Ministerio de Industria.

Se prevé un año de estabilización del precio de los alimentos, tras un encarecimiento de 30 puntos en tres años

También para los alimentos se prevé un año de estabilización de los precios que, en todo caso, llegaría después de haber acumulado un encarecimiento de treinta puntos en los últimos tres años, con sendos avances anuales del 5%, el 15,7% y el 7,3%.

No obstante, queda por saber qué ocurrirá con la rebaja del IVA de los más básicos, prorrogada hasta el 30 de junio y que, de ser levantada, provocaría automáticamente un encarecimiento del 4% en el pan, la harina, el queso y los huevos y otra del 4,76 en la pasta y los aceites vegetales.

Los precios suben mucho más que los salarios

El aumento general de la inflación ha sido en ese trienio de algo más de la mitad, con tres marcas anuales del 6,5%, el 5,7% y el 3,1% entre 2021 y 2023. Estas sitúan el avance del conjunto del periodo en el 16,06%.

Sin embargo, las mejoras salariales de los trabajadores que las han tenido en esos ejercicios han sido del 1,61%, el 3,2% y el 3,49%. Esto significa que alguien que se hubiera visto beneficiado por todas ellas habría perdido 7,5 puntos de poder adquisitivo, ya que ese carrusel daría lugar a una mejora del 8,5%.

Sin embargo, y según los datos del Ministerio de Trabajo, esas subidas solo han llegado cada año a entre la mitad y dos tercios de los asalariados, a entre 10,5 y 12,3 millones de los más de veinte de trabajadores por cuenta ajena.

Esos procesos, junto con el hecho de que los ingresos de seis millones de pensionistas no llegan a los mil euros mensuales, arrojan realidades como las de un país en el que la mitad de las familias carece de capacidad de ahorro y la de otro tercio resulta ser escasa. Por otro lado, las declaraciones de insolvencia de particulares ya superan las 600 semanales, cuando antes de la pandemia apenas eran 60.

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