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El líder de IU que enterró la 'pinza' de Anguita

Quiso abrir la federación a la sociedad, trabajar duro, pero al final las urnas le hundieron

JUANMA ROMERO

El 9-M le quemó el alma. Le devastó como líder político. Pocos olvidarán su rictus aquella noche. Rostro desencajado, cabeza gacha, templanza a pesar de todo. Y de todos, porque sus fieles estaban deshechos. Gaspar Llamazares Trigo (Logroño, 1957) perdió la partida con las urnas. De nada había servido aplicar su máxima: trabajo, trabajo y trabajo. Constancia y franqueza para paliar su timidez. Sabía que tirón y carisma le flaqueaban.

Médico de profesión, no pudo curar IU en ocho años. Los críticos, nucleados por el PCE, le embistieron por su “entreguismo” al PSOE, por “diluir la identidad”. “Con él concluye la etapa de gobierno-oposición en IU. Nace una nueva era”, arguye Adolfo Barrena, coordinador en Aragón.

Otros no ven tantas sombras. “Abrió IU a otras fuerzas, a los sindicatos y la sociedad, pero debió ser más flexible dentro. Eso le mató”, recalca Joan Josep Nuet, hoy lejos de Llamazares. El gasparista Félix Taberna subraya una virtud: “Colaborar con la izquierda sin pinzas con el PP. Y vencer en unas primarias”. Para Inés Sabanés, IU debe recoger su “ejemplo, su honestidad, su capacidad de curro”. “Nos quedamos vacíos, pero estará aquí siempre”. Es Montse Muñoz, una fiel del líder. Y a ella, como aquel 9-M, le cuesta atrapar el llanto.

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