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El Senado plantea la figura de las familias profesionales

Critica que el 35% de los 29.554 niños tutelados por el Estado viva en residencias

LEA DEL POZO

Lucía tiene 14 años y varias vidas: a los cinco, el Estado decidió que sus padres no la podían atender. Pasó un tiempo en una residencia y luego en otra. No fue hasta los nueve años cuando encontró a Juan y Marilos nombres son ficticios, su familia de acogida. La historia de Lucía acabó con final feliz pero su historia no son todas las historias.

En España hay 29.554 niños tutelados por el Estado. De ellos, 19.894 viven en régimen de acogimiento familiar el 80% dentro de la familia y el 20% en familia ajena y 14.126 en una residencia. Los expertos coinciden en que un centro no es un buen lugar para que crezca un menor, pero la realidad va por otros derroteros: faltan familias de acogida, la normativa que maneja cada comunidad autónoma es distinta y el respeto extremo a la filiación biológica provoca que, a menudo, los niños estén demasiado tiempo a la espera de la posible recuperación de sus padres.

Ante este panorama, algunos apuestan por introducir en España el acogimiento familiar profesional, es decir, familias formadas y preparadas a las que se les paga un sueldo por su trabajo de educar.

Con este fin, el Senado ha creado la Comisión especial de estudio de la problemática de la adopción nacional y otros temas afines para, llegado el caso, modificar la ley. 'Que la mitad de menores [tutelados por el Estado] estén en centros residenciales no se puede consentir en un país como el nuestro', afirma el senador del PSOE Mario Bedera, que avanza que es probable que 'el acogimiento profesional sea una de las conclusiones de la Comisión'.

En su comparecencia ante el Senado, Amparo Marzal, directora general de las Familias y la Infancia, se mostró partidaria de 'profundizar en el conocimiento del acogimiento profesionalizado para poder potenciarlo'.

Lo mismo piensa Francis Pruna, presidenta de la Asociación Estatal de Acogimiento Familiar (ASEAF), que denuncia la poca ayuda que reciben los padres acogedores y apuesta por un modelo de familia profesionalizado. Además, pide aumentar los derechos de las personas que acogen. 'El acogimiento es el hermanito olvidado, nadie sabe que existe', sentencia Pruna, quien junto a su marido ha acogido a 12 niños desde el año 2000.

Lucía explica que 'la gente cree que hay mucha diferencia entre la adopción y la acogida pero, la única que hay es que en la acogida puedes ver a tus padres biológicos y en la adopción, no'. La adolescente está convencida de lo que dice pero la realidad es bien distinta. Desde un punto de vista legal, Juan y Mari tienen tantos derechos sobre Lucía como el tendero de la esquina.

En este sentido, la responsable de políticas familiares, Amparo Marzal, apostó por estudiar, 'como ya se ha reconocido por los tribunales alguna vez, la legitimación activa de los acogedores en los procesos judiciales'. La asociación ASEAF defiende la misma idea: 'Hay que dar algún derecho, alguna voz a la familia de acogida', afirma Pruna.

En el acogimiento, no sólo se da un hogar al niño, sino a todo lo que le rodea, matiza Francesc Frigola, de la entidad Drecera. Por eso, las familias siempre son informadas de las circunstancias del menor y del tiempo estimado de permanencia en la casa, ya que suele ser temporal.'Es importante que los niños vean a sus padres biológicos para que no se hagan fabulaciones extrañas', añade Frigola.

Es probable que Lucía nunca vuelva con sus padres biológicos. Tanto ella como Juan y Mari se han acostumbrado a esa idea y, aunque no contemplan otra, si llegara el caso de que Lucía se marchara, lo asumirían: 'Continuaría siendo nuestra hija y nos veríamos de forma continuada', dice su madre. Lucía asiente, feliz y convencida.

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