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La Ley de Educación divide por primera vez al tripartito

Montilla confía en taponar la brecha por el no de ICV a una norma de gran calado

FERRAN CASAS / LEA DEL POZO

'Esta Ley de Educación Catalana (LEC) no sería posible sin el Estatut, es su prolongación natural' y 'surge de la voluntad del Govern, que yo represento aquí'. Fueron sólo dos de las frases que, desde la tribuna de del Parlament, pronunció el conseller de Educación, Ernest Maragall, del PSC. Sus palabras eran la antesala de la aprobación de una ley 'de país', que sumó a CiU al consenso. Pero también de una norma que, por primera vez, dividió al tripartito en una votación legislativa tras el desmarque de ICV-EUiA, el socio minoritario del Govern.

Y eso que es la primera vez que Catalunya se dota de una norma educativa y que la LEC es la ley más importante del mandato de José Montilla, inmerso ahora en la envenenada negociación de la financiación autonómica, donde asume el doble reto de que le siga ERC también ICV y de que Zapatero cumpla el Estatut.

La LEC se aprobó con los votos de CiU, PSC y ERC y el rechazo de PP, ICV-EUiA y el Mixto a un proyecto que da mayor autonomía a los centros, más autoridad a los directores y blinda la inmersión lingüística en catalán.

La división en el tripartito hacía semanas que estaba cantada. Tal y como admitió la socialista Manuela de Madre, entre la unidad y CiU optaron por lo segundo. Y es que cuando hay que decidir entre acabar o no con los conciertos a escuelas que segregan a los alumnos por sexo, unir a convergentes y a ICV-EUiA no es posible. El PSC, que minimiza el disenso ecosocialista y considera puntual la brecha con sus socios, escogió a los nacionalistas con el argumento de que Catalunya tendrá así un marco estable gobiernen ellos o lo haga CiU.

Así lo asumía Artur Mas. La federación no se regocijó en la división de la izquierda ('¿Para qué? Si ya es notoria', afirmaba satisfecho uno de sus dirigentes) y su líder insistía en que será su ley cuando gobierne Catalunya 'el año que viene'. Indicó que los consensos serían posibles si hay sentido común, cosa que según él no pasa con la financiación. En este ámbito CiU no ofrece al Govern más que críticas con base en sus intuiciones.

El líder de la oposición se reunió, a petición propia, con Montilla antes del debate. Se felicitaron del acuerdo, hablaron de la crisis y poco más. Pero a ICV la reunión le sentó fatal. Según su portavoz Dolors Camats, el president prefirió esa foto a la del Pacto Nacional por la Educación, un amplio acuerdo que, para los ecosocialistas, la LEC traiciona.

ERC se atribuyó su parte en al redacción de la ley, sobre todo en el aspecto lingüístico, que sí comparte ICV y es posible que colisione con normas estatales como la tercera hora de castellano. De momento, el Tribunal Constitucional ya se ha puesto en alerta tal y como informó Público. Su líder Joan Puigcercós hizo votos para que sea 'la última vez' que ICV-EUiA actúa al margen del Govern. Espero que el precedente 'no se vuelva a repetir'. Pese a todo él sigue vinculando la estabilidad del tripartito a la financiación.

El PP y los tres diputados del mixto en su día electos por Ciudadanos clamaban contra la 'imposición' del catalán.

Los contrarios a la LEC esgrimen que, contra ella, está la comunidad educativa. Y es cierto que los sindicatos de la pública lo están. Tanto como que su concentración de ayer ante el Parlament reunió a tres decenas de personas. Más o menos las mismas que se citaron horas después, también contra la LEC, convocadas por asociaciones españolistas contrarias a la escuela en catalán.

Hoy el tripartito se volverá a dividir, pero en este caso por una cuestión menos relevante. El PSC (con CiU y el PP) votará no a tramitar una Iniciativa Legislativa Popular contra los transgénicos. ICV apoya a los promotores. ERC no, pero quiere que haya debate.

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