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"Si el Estatut no fuera constitucional, no lo habrían aprobado el Parlament, las Cortes y la sociedad catalana"

En sólo un par de años Eduardo Madina (Bilbao, 1976) ha pasado de ser una joven promesa a jugar en las grandes ligas

LUIS CALVO

En sólo un par de años Eduardo Madina (Bilbao, 1976) ha pasado de ser una joven promesa a jugar en las grandes ligas. Desembarcó en la Cámara Baja en 2004 con 28 años y desde entonces no ha dejado de crecer políticamente.

Aún recuerda con cierto pudor como, en julio de 2008, todos los delegados socialistas se levantaron para ofrecerle entre aplausos un puesto en la Ejecutiva. Menos de un año después, Zapatero en persona le encomendó la tarea de sustituir a Ramón Jáuregui ('un verdadero maestro') como número dos del PSOE en la Cámara.

Su relación con el País Vasco no es solo natural. Comprometido con el proyecto de Patxi López, sufrió la violencia de ETA en 2002. El atentado, sostiene, le 'blindó contra el odio'. Por sus agresores sólo confiesa 'indiferencia'.

Recién llegado y ya tiene que lidiar con los Presupuestos. ¿Se arrepiente de haber aceptado?

No, este es un sitio estupendo para aprender y hacer política. La negociación presupuestaria, además, la asume la dirección al completo y la encabeza Toño [José Antonio] Alonso.

El miércoles a Zapatero le llovieron críticas. ¿Encontrará quien apoye sus Cuentas?

Si tuviéramos una derecha europea, del siglo XXI, ella misma se impondría apoyar las cuentas públicas en un escenario de crisis. Pero aquí tenemos otra cosa. Por tanto, ¿a quién vamos a mirar? A todos los partidos que sí entran en la negociación y principalmente con quienes hemos venido hablando este último año: IU, ICV, ERC, BNG, Coalición Canaria... También con un PNV que el miércoles apuntó a un camino de colaboración para el futuro.

¿Donde sitúa entonces al PP?

Me cuesta darle una definición política. Creo que son la estela del movimiento neoconservador que Aznar instala cuando llega a la Presidencia del PP. Son un partido que no considera que la oposición sea su sitio. Por eso, desde Aznar, cuando no gobierna los niveles de crispación de este país se disparan. Lo estamos viendo en el tema de la escuchas. No duda en utilizar todo lo que tenga que utilizar, y cuando digo todo es todo, para llegar al poder. Estos cinco años de oposición del PP están siendo un dolor de cabeza para la democracia.

¿Teme que los ciudadanos no entiendan la subida fiscal?

Debemos explicar el porqué de las cosas. Incluso con esta subida del 1,5% del PIB la presión fiscal no llegará a los niveles que tenía Aznar en 2004. No me da miedo la demagogia de la derecha, pero debemos hacer un esfuerzo para mostrar las necesidades. Recaudamos para sujetar la inversión en políticas sociales y en los sectores que pueden dar dinamismo a la economía en un momento en que la actividad ha bajado. ¿Entenderá eso la población? Yo creo que sí.

¿Una mayor progresividad fiscal es de izquierdas?

Yo soy un socialdemócrata clásico y creo en la progresividad fiscal. A mayores niveles de progresividad, mas cercanía a una política de izquierdas: pagar en función de lo que tienes. Cualquier modificación fiscal en el futuro creo que irá en esa dirección.

¿Por qué, entonces, no se incluyen las rentas altas o las Sicav?

El debate es: ¿a una persona que anda en el ámbito del IRPF se la puede considerar una gran fortuna? Yo creo que las grandes fortunas están en otros sitios. Hay ámbitos que no tocan a las clases medias ni a los emprendedores y que, sin embargo, dotan al Estado de recursos para una política social exigente. Hay que recaudar más y de quienes más tienen. Ahora, personalmente, no le tendría miedo a afrontar la fiscalidad de las Sicav.

¿Podría el alcance de la reforma acabar alejando a la izquierda?

El Parlamento es una negociación permanente y tenemos buenos niveles de interlocución. No creo que este debate fiscal vaya a dificultar la relación con algunos partidos. Sobre todo, porque va a un horizonte de mayor protección social e incentivación, un nuevo modelo económico que crea con la izquierda un claro espacio de encuentro. En ese discurso, tanto IU como el BNG o ERC, deberían sentirse cómodos.

En cambio, CiU se aleja.

La cercanía económica y fiscal de CiU con el PP es sobradamente conocida, igual que es sobradamente conocida la cercanía de las elecciones catalanas. Hay coincidencia entre un planteamiento de derechas y una cierta premura electoral. Pero, en contra de lo que parece, hay buena relación con CiU. Es un grupo serio con el que se puede negociar y que cumple su palabra.

En cambio, los grupos denuncian que el PSOE incumplió su palabra en dos ocasiones en materia fiscal y laboral. ¿Les falta credibilidad?

No. Sobre todo porque cualquier negociación que quiera florecer en el Congreso pasa por el PSOE o no florece. Tenemos la credibilidad de ser el partido necesario. En todo caso, no hubo un paso atrás en materia laboral ni fiscal sino en dos enmiendas presentadas a una resolución y una moción. Son pequeñas marchas atrás. Mejor si no se tienen, sin duda, pero no dan ni quitan credibilidad.

¿El acercamiento del PNV les dará aire en el día a día parlamentario?

Pese a las dificultades, estamos cómodos. Hemos sabido navegar. Ahora el PNV dice que quiere sumar. Es una buena noticia. El sitio de la negociación y la construcción es el lugar clásico del nacionalismo vasco. La etapa de Ibarretxe es la excepción.

¿Qué ha supuesto el cambio de Ibarretxe por Patxi López?

Ha significado la descompresión de un ecosistema político vasco sobrecargado, asfixiante. Un punto de liberación de aquella especie de mandato divino que obligaba a que el nacionalismo vasco estuviera en el Gobierno. Ahora vemos que no. Que las cosas no sólo siguen igual, sino que están mejor. Ha significado un avance serio en normalización, liberalización y políticas sociales.

¿Usted cree que López ha declarado la guerra a lo que algunos llaman 'la impunidad social' de ETA?

Sí, antes daba la sensación de que había cosas que no se podían afrontar. Primero, el mito de la imbatibilidad de ETA. Cayó. Después, el de la kale borroka. También cayó. Ahora, el mito de los escenarios de las supuestas causas de ETA. Pues bien, toda esa estética profascista debe desaparecer. No puede ser impunes las fotografías de asesinos en las calles, en los pueblos, en las txoznas y en los bares de Euskadi. El paisaje vasco es un paisaje libre de fascismo.

Hubo un momento en el que defendió la negociación con ETA.

La negociación, o el diálogo para la finalización del terrorismo, tuvo una puerta abierta en el año 2006 y fue ETA quien decidió cerrarla. Por utilizar palabras de Rubalcaba: 'ETA pudo terminar como el IRA y ha decidido terminar como los Grapo'. La propia ETA desprecia esa oportunidad. Ahora: en el plano teórico, no hay manual de resolución de conflictos terroristas que no diga que la palabra en el momento adecuado es un instrumento útil. Yo estoy de acuerdo.

¿Es posible acabar con ETA sin utilizar ningún cauce político?

Habría que verlo, pero, desde luego, los ámbitos policial, judicial y de deslegitimación de ETA han sido fundamentales para alcanzar los escenarios actuales. Y la política puede hacer muchas cosas. Por ejemplo, leyes que han sido muy útiles en la lucha antiterrorista. Una democracia no puede despreciar ninguno de sus instrumentos.

¿Por qué no es posible trasladar a España el entendimiento de Euskadi entre PSOE y PP?

En Euskadi han pasado cosas que hacen posible lo que hace tiempo parecía imposible: que el PP haya votado la investidura como lehendakari del mismo señor al que hace dos años había demandado, a través de sus asociaciones, por sentarse a dialogar con Arnaldo Otegui. Una parte importante de la culpa es de Ibarretxe. En Madrid, el PP no está en esas claves y la realidad tampoco invita a ello.

Cambiando de tema, ¿cree que el Constitucional avalará el Estatut?

Mi sensación es que el Estatut es constitucional. Si no lo fuera, no lo habríamos aprobado ni el Congreso, ni el Senado, ni el Parlamento catalán, ni la sociedad catalana en referéndum. El Tribunal, aunque emita dudas, reconocerá su constitucionalidad del texto. En cualquier caso, diga lo que diga, lo que corresponde es acatarlo. Las sentencias se acatan. Se opina, pero después se acatan.

¿Puede provocar la sentencia tensiones con el PSC en Madrid?

No. Cuando la tramitación del Estatut, era mayor la leyenda que la realidad interna, que era estupenda. Con la sentencia sucederá lo mismo. Los diputados del PSC no han votado nunca en contra del Grupo Socialista.

¿Cuales son las prioridades para la legislatura?

Hay dos ámbitos. Uno es claramente el económico, de lucha contra la crisis. Pivota sobre los tres Presupuestos que quedan y la ley de economía sostenible. El otro ámbito es marca de la casa: el de los derechos de ciudadanía y ampliación de la democracia. ¿Cómo? Para empezar con la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Por fin vamos a tener una ley de plazos para que nadie juzgue a las mujeres que deciden abortar. Y también con la ley de igualdad de trato y la ley de libertad religiosa. Serán los grandes ejes.

Hay quien piensa que pueden utilizar la política social como cortina de humo ante la crisis...

La prioridad es la crisis, sin duda, pero hay más cosas en las que hay que avanzar. Mucha gente que votó al PSOE espera avances en el terreno de los derechos sociales. No debemos pretender tapar la crisis con los derechos de ciudadanía, pero tampoco permitir que la crisis nos haga olvidarnos de ellos.

¿Piensa que la Iglesia volverá a salir a la calle contra el aborto?

Quizá sí. No estaría nada mal que la Iglesia dejara de salir a la calle con algunas cosas y empezara a salir con otras. Yo respeto la opinión de la Conferencia Episcopal, pero las leyes las hacen los legisladores, no los obispos.

¿Beneficia al PSOE el enfrentamiento con los obispos?

El comportamiento de la Conferencia Episcopal no beneficia a la democracia. Tenemos una Iglesia muy alejada de la realidad social y eso no le beneficia ni a ella misma. La jefatura de la Iglesia es, en este momento, un freno para la democracia.

¿Ira la reforma electoral que estudia el Congreso más allá de las cuestiones técnicas?

Creo que serán ajustes técnicos. Esa ley permitió un día 202 diputados socialistas y 23 del PCE y permitió también una mayoría absoluta del PP. La ley electoral explica parte de la realidad, pero no explica todo.

Pero, ¿considera justo el coste del escaño, por ejemplo, de IU?

No es justo, en términos cuantitativos, que IU tenga un millón de votos con ICV y sólo dos diputados y que el PNV tenga 300.000 y seis escaños. Pero no hay leyes electorales perfectas y a mí ésta no me parece mala.

¿Es partidario del uso de lenguas cooficiales en el Congreso?

Yo me siento cómodo en un lenguaje en el que todos nos entendemos y que nos une y nos vertebra. Es un idioma de todos. El euskera, el gallego y el catalán, por otra parte, nos pertenecen a toda la sociedad española. No permito que nadie se los intente monopolizar. Hay que engrasar todo aquello que nos permita entendernos.

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