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"El 18/98 confirma el descrédito de una parte de la justicia"

“Quién sabe de qué vamos a hablar con Batasuna para condicionar si se sientan o no con el PNV”, replica a populares y socialistas

GUILLERMO MALAINA

Iñigo Urkullu ha sucedido a Josu Jon Imaz al frente del PNV en medio de una situación política más convulsa de lo que él hubiera deseado. Anunció su primera gran iniciativa para impulsar una ronda de contactos con los partidos tras el último atentado de ETA, el pasado domingo, contra los juzgados de paz de Sestao. Y ayer la formación jeltzale mostró su respaldo público a la Plataforma 18/98+, en Bilbao, en protesta por la sentencia.


¿Qué le parece el fallo final del proceso judicial 18/98?

La sentencia del sumario 18/98 confirma el camino hacia el descrédito social que una parte de la justicia ha decidido seguir y que parece no tener vuelta atrás.

¿Cree que el proceso ha estado motivado por intereses políticos?

El juicio, iniciado durante el mandato de José María Aznar, es un claro ejemplo de procesos inspirados en motivaciones políticas y que se amparan en leyes tales como la Ley de Partidos, norma puesta en tela de juicio hasta por lo tribunales internacionales. Las irregularidades han sido de entidad.

Su primera gran iniciativa ahora es impulsar una ronda de contactos con todos los partidos. ¿Qué busca?

El objetivo es salir de esta espiral sin fin en la que parece que estamos instalados, ya sea por la violencia, ya sea por el enquistamiento de posiciones entre las formaciones políticas. Se trata de hacer un análisis con el resto de partidos y ver qué posibilidades de caminos comunes tenemos, ya sea para hablar de pacificación, como de convivencia normalizada en la política vasca.

El PP y el PSE han puesto trabas ante la posibilidad de que participe Batasuna.

Siempre estamos partiendo de a prioris. Si nos vamos a reunir con Batasuna, quién sabe de qué vamos a hablar para condicionar si se sientan o no a hablar con el PNV. Triste es que si abogamos por el diálogo, no seamos capaces de llevarlo a la práctica, sea con quien sea. ¿Es posible hablar entre el Gobierno español y ETA, y no lo es entre representantes de diferentes sensibilidades ideológicas? Pues, eso es algo incongruente.

En su discurso de investidura, afirmó que “hay todo un mundo a construir con la izquierda radical abertzale” si se disocia del terror. ¿Entiendo que esta condición no excluye el diálogo como tal?

Claro, son dos cuestiones diferentes. Una es el diálogo y otra es la negociación y llegar a acuerdos. No podemos eludir que hay una sensibilidad ideológica, y nos vemos emplazados a dialogar con ella, sin que eso signifique buscar acuerdos. Porque para llegar a acuerdos tiene que haber compromisos firmes. Y, obviamente, nosotros partimos en el ejercicio de la política desde un compromiso firme en el respeto a los derechos humanos.

Se arriesga así a verse en el banquillo de los acusados, como el lehendakari Ibarretxe y los dirigentes socialistas Patxi López y Rodolfo Ares.

Esa es la paradoja que vivimos en la política vasca: por el hecho de hablar, de dialogar, se criminaliza también a las personas.

¿Supone todo esto un distanciamiento de la línea seguida por Josu Jon Imaz?

No hay ni líneas de Imaz, ni líneas de ningún tipo con nombres y apellidos. Hay una estrategia del PNV, que está definida en la ponencia política y en postulados anteriores, como el acuerdo de octubre de 2005, en favor del ejercicio del diálogo. Hay que hablar hasta con el diablo.

¿Piensa en que esta iniciativa pueda desembocar en una mesa de partidos que sea el germen de un nuevo proceso de paz?

¡Ojalá lo fuera! Evidentemente, si estamos hablando de un problema político, las soluciones a ese problema político desde las formaciones las tenemos que plasmar en el ámbito de representación de la sociedad. Y además esas soluciones hay que llevarlas al ordenamiento jurídico, si es posible. Ojalá que un proceso de conversaciones entre partidos diera lugar a una mesa de partidos en el seno del Parlamento Vasco, donde hoy en día todas las sensibilidades ideológicas están representadas.

¿Qué sensación le ha quedado tras el último comunicado de ETA?

Una sensación de más de lo mismo, desgraciadamente. Nos encontramos con que sigue en la línea de reivindicar la lucha armada, lo que nos lleva a la lectura de vuelta a posiciones que deberían estar superadas hace muchos años. Pese a que aún genere sufrimiento, es pasado.

Dice que en el futuro debe darse el binomio paz y normalización política con derecho a decidir en Euskadi. ¿Es irrenunciable que se den las dos condiciones?

Sí, deben ir en paralelo. Son vasos comunicantes que se dan en dos procesos que tienen su gestión propia: el proceso de pacificación y el proceso de normalización política.

Y defiende para ello que el derecho de decisión del pueblo vasco como sujeto político tiene encaje dentro de la Constitución.

En el texto de la Constitución, hay una disposición adicional primera que habla de la actualización de los derechos históricos que corresponden a los territorios vascos. Y sobre eso, se ha llegado incluso a hacer una tesis, que es el llamado constitucionalismo útil, que reconoce que en la actualización de esos derechos históricos cabe el respeto a la decisión de los vascos y las vascas.

¿Habrá una consulta popular en Euskadi en octubre de 2008?

Veremos a ver. La consulta será en función de que haya un acuerdo político o una mayoría en el Parlamento vasco que la habilite.

Zapatero mostró hace unos días su comunión con el pensamiento de Josu Jon Imaz. ¿El PNV seguirá su legado bajo su mandato?

Pero es que el ideario de Imaz es el ideario del PNV, no es el ideario de una persona. Insisto, llevándolo a la simplificación, nuestro ideario es ‘no imponer, no impedir’. Ese es el ideario que tiene el PNV, el de una consulta a la sociedad vasca que tenga validez jurídica previo acuerdo entre el presidente español y el lehendakari. Decir aquello, por parte del presidente español, sobre el ideario de Imaz, es caer en un juego perverso de que mientras exista una situación de violencia no se puede hacer política, lo cual es incongruente con lo que él mismo Zapatero dijo en el Congreso: la política puede hacer mucho por la paz.

EA —socio del PNV en el Gobierno— acaba de aprobar su ponencia, en la que condiciona el respaldo a la consulta a que ésta no se limite con acuerdos transversales. ¿En qué tipo de mayoría piensa para legitimar un cambio político en Euskadi?

El PNV habla de las mayorías suficientes que se dan en la UE. Más allá de los 51% y 49%, es bueno que hablemos de mayorías sólidas que reflejen diferentes sensibilidades. Estamos hablando de un problema de normalización política. ¿Y eso es posible con el 51%? Pues, sí, ¿pero eso tiene recorrido a futuro, si no tiene bases sólidas? Lo que más nos preocupa es sentar esas bases sólidas.

En el Zutabe de septiembre, ETA les responsabilizaba a Imaz y a usted del fracaso del proceso y les acusaba de “traición a Euskal Herria”. ¿Qué siente?

En el proceso de paz, ése que supuestamente ha existido y que han protagonizado el Gobierno español y ETA, ¿ha participado el PNV? No. Y si es así, de qué somos culpables. ETA mezcla el proceso de paz con el de normalización política. La desgracia es que ETA no sólo ha roto un alto el fuego, sino que ha echado por tierra cualquier esfuerzo que desde el mundo de la izquierda radical abertzale se pudiera hacer para tener recorrido político. Estamos acostumbrados a que cuando las cosas no le van bien a ETA o a la izquierda abertzale, tienen que buscar culpables y normalmente es el PNV.

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