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El PSPV rompe la estrategia de Camps de ignorar la corrupción

El portavoz socialista en las Corts, Ángel Luna, lanza una piedra desde la tribuna para mostrar que, a diferencia del president, tanto él como su grupo no tienen escándalos que ocultar

SERGI TARÍN

Raso. Blando. Sin brillo. Así transcurría el debate de política general, el más importante del año, en las Corts Valencianes. Entonces llegó la piedra. Ángel Luna, el síndico socialista, se metió la mano en el bolsillo de la chaqueta y miró a Camps: 'El otro día, Joaquín Ripoll [presidente de la Diputación de Alicante, imputado en el caso Brugal] dijo que quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Si el pecado al que se refería Ripoll es el de la corrupción, ahí está la primera piedra, le vendrán más'. El ruido del impacto contra la madera del hemiciclo fue desmesurado pese al tamaño del mineral, más guijarro que otra cosa. Muchos diputados dieron un respingo desde sus escaños y el debate se desbocó.

Francisco Camps subió a la tribuna atropelladamente. La piedra había hecho añicos su serenidad. 'Es la primera vez que alguien arroja un arma arrojadiza en la sacrosanta cámara de la palabra valenciana y es la segunda vez que lo veo en la democracia española', clamó el dirigente conservador en referencia a la intentona golpista del 23-F. Las alusiones históricas no acabaron ahí. Camps censuró 'el gesto exagerado' de Luna apelando a 'los 2.000 años de parlamentarismo en democracia' y al Senado romano, 'donde era obligatorio entrar sin armas'.

'Es la primera vez que alguien arroja un arma arrojadiza', asegura Camps

El pleno se había resquebrajado y la presidenta de la cámara, Milagrosa Martínez, propuso un receso hasta después de la comida. 'Los veo muy nerviosos', argumentó.

En los pasillos se comentaba la táctica de Luna, quien de una pedrada cambió el rumbo de un debate que el presidente de la Generalitat había convertido en un memorial de agravios contra el Gobierno central. La primera parte consistió en un discurso de hora y media sobre el que Camps vertió los ingredientes que más suele usar: victimismo, paternalismo y exaltación de las señas de identidad. 'Nos niegan el agua, nos retrasan la llegada del AVE, intentan paralizar nuestro urbanismo. ¿Qué habrá hecho el pueblo valenciano a Zapatero?', lamentó en mitad de una de las treinta ovaciones que recibió desde la bancada de su grupo.

La presidenta de las Corts suspendió el pleno para rebajar la tensión

Camps arremetió también contra los socialistas valencianos: 'Con ellos se repartía miseria; con nosotros, bienestar. Los valencianos no queremos volver a la comunidad gris del PSPV'. Acto seguido se dedicó a encumbrar lo que destacó como logros capitales de su Gobierno. Entre ellos, la educación. 'Desde que soy presidente, uno de cada cuatro niños han encontrado colegio', explicó entre la queja de los socialistas, que le recordaron que la valenciana es la comunidad autónoma con más alumnos escolarizados en barracones.

Otros asuntos que abordó el jefe del Consell fueron el paro, la lucha contra el aborto y las corridas de toros, que prometió convertirlas en Bien de Interés Cultural. La propuesta despertó un fervor en los bancos populares que Camps devolvió con un taurino 'va por ustedes' con el brazo y la mano extendida en leve movimiento rotatorio. Pero 95 cuartillas de discurso son muchas para un Gobierno que en los últimos año ha dosificado su actividad por las presiones de la Gürtel y el ramillete de presuntos delitos de soborno, y fraude electoral y fiscal que lastran la figura del molt honorable. Los socialistas acusaron a Camps de hilvanar un discurso de frases huecas. Enunciados como 'la Comunidad Valenciana ya está en el mapa del mundo', 'La Generalitat valenciana no está al servicio de la duda, está al servicio de la confianza' o 'Nuestras ambiciones, sueños e ilusiones son las nuestras' causaron estupefacción y conatos de mofa en el hemiciclo.

Tras la intervención de Camps, llegó el turno de Ángel Luna, quien lo acusó de 'falso valencianismo'. 'Valencianismo no es populismo ni autoritarismo. Ni tampoco traerse una trama corrupta de fuera'. La Gürtel aparecía por primera vez sobre el tapete y ya no la abandonó. Luna, herido por las publicaciones aparecidas en los últimos días que lo relacionan con supuestos tratos de favor al empresario Enrique Ortiz [imputado en el caso Brugal] durante su etapa como alcalde de Alicante, se arrojó con fiereza sobre Camps, al que acusó de ordenar su persecución 'en virtud de no sé qué autorización o mandamiento'.

'Soy abogado de profesión y mi cliente en estos momentos es el pueblo valenciano, que me paga para no tener miedo ni a usted ni a sus secuaces', manifestó un Luna, que volvió a echar en cara a Camps que todavía no hayan podido examinar los contratos de adjudicación de la Generalitat con las empresas de la Gürtel o con otras firmas como Sedesa, vinculada a la familia del conseller Juan Cotino y salpicada también por la trama corrupta.

En su réplica, Camps prefirió prescindir de toda referencia a la Gürtel. 'Esto es un debate de política general. Los problemas personales se quedan a la puerta de les Corts', expuso. A continuación, llenó los diez minutos de su turno con retazos del primer discurso y nuevos ataques a los socialistas: 'Paro, tristeza y pena. Eso, cuando ustedes gobiernan'. La estrategia era clara: Luna debía chocar contra un muro. Pero el portavoz socialista regresó a la tribuna, replicó durante unos minutos y lanzó la piedra, que rodó hasta la fila de los consellers.

Tras el debate, algunos parlamentarios del PP se acercaron, móvil en mano, a fotografiarla. El guijarro se convirtió en reliquia. El titular de Educación, Alejandro Font de Mora, intentó cogerla, pero Camps se lo prohibió con un gesto. Finalmente, la rescató el diputado socialista Juan Mata, que aspira a la alcaldía de Valencia. 'La subastaré y así me pagaré las primarias', comentó entre flashes de fotógrafos.

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