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A la banda le preocupa el "pequeño grupo" de Nanclares de Oca

ETA carga contra los acogidos a la reinserción y pide a Batasuna que los aísle políticamente

P. Á.

Mariano Rajoy guarda silencio sobre cómo va a gestionar el nuevo escenario sin violencia. Si acaso, se ha referido a la aplicación de la ley. Una ley que su partido conoce bien, porque las últimas reformas legales y del Reglamento Penitenciario que afectan a los terroristas presos fueron aprobadas durante el Gobierno de José María Aznar. En el próximo encuentro con el presidente saliente, José Luis Rodríguez Zapatero, ambos prevén abordar el final de la violencia.

Y esos parámetros legales son los que han regido, con la aquiescencia del PP, el proceso de reinserción emprendido por el Ejecutivo socialista tras el último proceso de paz, la conocida como vía Nanclares. En la cárcel alavesa se agrupa el grueso de la treintena de condenados que en los últimos años han abandonado ETA, han pedido perdón por escrito (seis de ellos en encuentros privados con las víctimas) y se han comprometido a atender la responsabilidad civil. Todos ellos han disfrutado ya de algún permiso penitenciario y un grupo más reducido sale a trabajar y regresa a dormir a prisión. Ninguno ha tenido problemas al moverse por ambientes abertzales durante sus salidas.

Son la bestia negra de ETA, como demuestra la saña con la que se emplea la dirección del colectivo de presos con ellos en la última edición de su boletín. La Administración les ha concedido los beneficios de cualquier preso común, una vez desvinculados de ETA. Han sido ellos los que han renunciado a ese estatus de 'preso político' que ETA reclama para los autores de sus crímenes.

Entre los presos de Nanclares, hay históricos de la organización, como Kepa Pikabea, con 17 años de cárcel por varios asesinatos, o el que fuera jefe del aparato político, José Luis Álvarez Santacristina, Txelis, que sale todos los días a trabajar. Además, se han organizado en un grupo auto-denominado 'Presos comprometidos con el irreversible proceso de paz' y fueron los primeros en solicitar su adhesión al Acuerdo de Gernika. Tras contactar con miembros de EA y Aralar, la izquierdaabertzale frenó su incorporación formal. Batasuna sabe que los presos de Nanclares sonanatema en el seno de ETA.

'No queremos tener polémicas con ese pequeño grupo', dice la banda con desdén en su comunicado, acusando a los presos de Nanclares de presionar a los firmantes del Acuerdo de Gernika. Pero, a continuación, cambia ese desprecio por preocupación al dirigirse tajante a la izquierda abertzale: 'No deben tener ningún apoyo político'.

En otro punto, al referirse a la política de reinserción, la organización terrorista admite 'algunos pequeños logros del enemigo'. En el boletín, informa de que se han sumado a esa vía Andoni Díaz, Joseba Arizmendi e Idoia López Riaño, conocida como La Tigresa.

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