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Un pie en el Consell gracias al 'Bigotes'

Costa pidió a Álvaro Pérez que intercediera por él ante Camps

SERGI TARÍN

Cien gramos de caviar, un Nokia último modelo o un reloj de 20.000 euros. Estos son algunos de los obsequios que Ricardo Costa recibió de manos de Álvaro Pérez, el Bigotes, cabecilla de la Gürtel en Valencia. Poca cosa si los comparamos con el regalo que el propio Costa le pidió por teléfono en enero de 2009, víspera del estallido de la trama y días antes de que Pérez acudiera a cenar con Francisco Camps y su esposa, Isabel Bas, a casa de estos. 'A ver si puedes meterle alguna ideíta en la cabeza', le ronronea Costa. 'Primero, que me tiene socarrado [...]. Y segundo, que yo, como secretario general [del Partido Popular valenciano] le puedo ser más útil si me pusiera en el Gobierno', prosigue con la voz ovillada en un susurro.

Esta es una de las ocho grabaciones intervenidas por orden judicial que ayer se escucharon durante la vista oral del juicio de los trajes, en el que se juzga a Camps y Costa por un presunto delito de soborno. La conversación, exhi-bida como prueba a petición de Virgilio Latorre, abogado de la acusación popular, demuestra el nivel de intimidad que alcanzaron los dueños del conglomerado Gürtel con los políticos más influyentes del PP valenciano. 'Lo que a él [Camps] le interesaría es también una posición institucional conjugada con el tema orgánico, porque yo me voy a Castellón siendo conseller y [Carlos] Fabra me la tiene que comer porque le interesa', insiste Costa ante Pérez, que concluye de manera solícita: 'Vale, no te preocupes, pensaba ya darle de lo lindo por varios sitios y ese era uno de ellos'.

'A ver si le metes [a Camps] una ideíta [...]; le puedo ser más útil en el Gobierno'

La Conselleria de Costa, que jamás llegó a sustanciarse, suponía para Pérez un obsequio de jugoso retorno. En primer lugar porque su amigo Ric (así denominaba de manera familiar a Ricardo Costa) podría conseguirle un mayor número de contratos públicos. De hecho, sólo entre 2005 y 2009, las empresas de la red facturaron seis millones en adjudicaciones otorgadas a discreción desde todos los departamentos.

Pero, sobre todo, la eventual llegada de Costa al Ejecutivo de Camps debía servir para tapar el agujero que le había generado a la Gürtel colaborar en el supuesto delito fiscal y electoral que cometieron los conservadores valencianos en las elecciones generales de marzo de 2008 y que se instruye en un pieza separada en el Tribunal Superior de Justicia.

La llegada de Costa al Ejecutivo suponía a la trama poder tener más contratos

Para aquellos comicios, los conservadores contaron con 1.900.000 euros, cifra que excede lo regulado por la ley y que les permitió jugar con ventaja respecto al resto de partidos. El mecanismo era sencillo. Orange Market organizaba los actos, el PP le pagaba una parte y el resto corría a cuenta de constructoras que, a cambio, recibían astronómicas adjudicaciones del Gobierno valenciano.

Pero estas empresas no siempre saldaban a tiempo sus deudas con Orange Market, algo que ponía nervioso a el Bigotes.

'Este hijoputa, el [Vicente] Rambla [vicepresidente del Consell y, supuestamente, encargado de mediar ante las constructoras] se hace el sueco. Le voy a enviar un mensaje al presi [Francisco Camps], a ver si mañana desayuno con Rambla y me voy a hinchar', le asegura un angustiado Pérez a Pablo Crespo, supuesto número dos de la trama, quien en otra de las grabaciones le apremia a solucionar este asunto 'porque sino se puede entrar en una situación peligrosa con los bancos'.

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