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Bono estrena sus memorias sobre el final del 'felipismo'

José Bono publica este martes 'Les voy a contar', el primer volumen de sus diarios que narra buena parte de su vida política durante los años noventa, pasando por los GAL, las conversaciones con rey y sus desencuentros c

PÚBLICO / EFE

José Bono es sin duda una de las personalidades que ha marcado la vida política de España durante las últimas décadas. Figura controvertida por algunos de sus posicionamientos dentro de la familia socialista, durante su carrera ha sido Ministro de Defensa, presidente de Castilla-La Mancha y presidente del Congreso de los Diputados, cargo que desempeñó hasta el 13 de diciembre de 2011. Ahora, ha aprovechado la pausa vital que ha supuesto el paso del PSOE a la oposición para publicar Les voy a contar, el primer volumen de sus diarios que la editorial Planeta lleva a las librerías este martes y que narra buena parte de su vida política durante los años noventa. Sin embargo, la agencia EFE adelanta este sábado algunos de los episodios narrados en esta obra, como las relaciones con los miembros de la familia real, asuntos oscuros relacionados con los GAL y sus conversaciones con Alfonso Guerra.

Una de las principales revelaciones del libro es el papel que jugó el PP en la trama de los GAL, la que constituyó en su momento uno de los principales ejes de desgaste del Gobierno socialista de Felipe González. Así, Bono recuerda la conversación que mantuvo en 1995 con el general José Antonio Sáenz de Santamaría, quien le confesó que el PP impulsó la disolución de la comisión de investigación parlamentaria sobre los GAL cuando supo que 'iba a hablar de Fraga'.

Sáenz de Santamaría fue llamado a declarar en la comisión de investigación creada en el Senado sobre la guerra sucia contra ETA y habló con Bono cuando éste se dirigía a Telecinco para ser entrevistado. 'Tú diles que el PP impulsó la disolución de la comisión de investigación al saber que Sáenz de Santamaría iba a hablar de Fraga', escribe Bono en sus diarios tras la charla. 'Martín Villa -prosigue el general- habría informado al presidente del PP de mi intención de desvelar a la comisión del Senado todos los casos de guerra sucia que conozco desde 1975. Entonces se acojonaron'.

El PP impulsó el fin de la comisión de investigación sobre los GAL cuando supo que 'iba a hablar de Fraga'. En ese momento, Sáenz de Santamaría le dijo a Bono que estaba dispuesto a contar 'comprometidos asuntos, aunque sin imputar responsabilidades a los expresidentes de Gobierno. La idea era que se hacían las cosas y los presidentes del Gobierno no se enteraban'.

Bono recoge también unas palabras de Felipe González en junio de 1993, tras el atentado en la calle Joaquín Costa de Madrid en el que murieron siete militares. 'Me salen los instintos más primarios y lo primero que pensé cuando me informaron del atentado fue en una operación, que deseché, consistente en volar a todos esos hijos de puta en una reunión que iban a tener en Bayona y de la que teníamos noticia previa', una confesión que el propio González reveló en una entrevista hace dos años.

Frente a las críticas de los conservadores de que los socialistas son más flexibles con la cuestión de los nacionalismos y llevan políticas de pactos y consenso con sus formaciones, los diarios de Bono desvelan cómo el propio Jordi Pujol, cuando ambos eran jefes de gobierno autonómicos, le confesó que había obtenido 'mucho menos del PSOE que del PP', y que buena parte de lo que consiguió de los conservadores se lo habían prometido antes los socialistas.

Las mismas páginas desvelan cómo Pujol le dijo a Bono que cuando se preparaba la Constitución se hizo 'un mal servicio' con la fórmula del 'café para todos' en el Estado autonómico, aunque los nacionalistas catalanes fueron 'responsables' y accedieron. Sin embargo, el catalán consideraba que fue una mala decisión para Catalunya, un territorio que veía 'diferente' al resto del país, ya que mientras España vivía 'cuatro siglos de decadencia', Cataluña progresaba.

Entre las anécdotas más humorísticas del relato se encuentran sin duda las conversaciones que mantenía con el rey Juan Carlos. En una de éstas el monarca le desveló que su único suspenso durante sus estudios había sido Formación del Espíritu Nacional, cuando no supo dibujar una bandera de Falange: 'creo que pinté una bandera republicana y me suspendieron'. Y también recuerda que cuando se examinaba de bachiller pasaba vergüenza, porque se trataba de pruebas orales y sus compañeros, en ocasiones, 'pateaban o protestaban' su presencia, 'sin duda alimentados por padres falangistas'.

El rey: 'creo que pinté una bandera republicana y me suspendieron'

Juan Carlos también charló con Bono sobre su primer encuentro con Franco: 'Tenía ocho años y me llevaron al despacho del caudillo. Yo me distraje un poco porque vi pasar un ratón y, por lo visto, aquello no gustó a Franco: 'Este chaval no hace caso a lo que se le dice'. Ya me contarás si no era para distraerse ver un ratón en El Pardo'.

El diario dibuja también escenas del 23F, como cuando el rey cuenta, según recoge Bono, que no se fiaba de algunos generales, pero que tenía que 'disimular para que no estallara el país'. 'Si no hubiésemos sido prudentes, nos explota España en las manos', añade el monarca. Durante un viaje a Barcelona, la infanta Pilar, hermana del rey, también le relató detalles de la jornada del golpe de Estado, que pilló a la infanta Margarita dormida.

'Mi hermana tiene la virtud de dormirse en una silla sin descomponer su figura y así estaba el 23F cuando se produjo un tremendo ruido que la despertó y, sorprendida, gritó al rey: '¡Los tanques, Juanito! Manda que me suban unos huevos fritos, que a mí me llevaran presa los militares, pero no me cogerán con el estómago vacío, ¡coño!'. Según la infanta Pilar, el general Alfonso Armada era un 'maleducado' que 'permanentemente dejaba con la palabra en la boca' a su hermana en las tertulias. 'Claro, con ella lo conseguía porque era ciega, pero conmigo no', le dijo a Bono.

El rey encomendó a la infanta Pilar que informara a don Juan de lo que estaba ocurriendo en Madrid, ya que se encontraba muy preocupado en Estoril y ella, explica, lo hizo 'contándole lo que yo creía que estaba pasando, ya que a mi hermano no se le podía preguntar'. Dos meses antes de morir don Juan, Luis Reverter, entonces en Presidencia del Gobierno, regresa de Zarzuela y le apunta que el padre del rey no está tan mal como se ha dicho, 'se ha levantado de la cama, está jugando a las cartas y pronto pedirá una ginebra'.

El rey había decidido enterrar a su padre en el Panteón de los reyes de El Escorial y Reverter tenía un cartapacio con el protocolo de la ceremonia, incluso con los invitados al sepelio. '¡Estos Borbones son ciertamente especiales! Hasta se preocupan de a quién debe invitarse a sus entierros', destaca Bono.

José Bono también ha reservado, como era de esperar, duras críticas para Alfonso Guerra, con el que rompió en 1992, y revela ahora los motivos para acabar su amistad con el entonces vicesecretario del PSOE, alguien que se creía 'dueño de voluntades ajenas' y que era, dice, 'un profesional, un perito en intrigas'.

Según Bono, González coincide con su visión: Guerra 'no ha asumido que le cesara como vicepresidente'

La conversación que mantuvo con Guerra el 8 de abril de 1992, en la que decide 'no soportarle mansamente ni un día más' y terminar con una 'situación de dependencia y subordinación' abre el primer capítulo, que recoge la ruptura con Guerra, que le reprocha falta de lealtad y le acusa de haber organizado una cena en Toledo para 'impulsar a (Narcís) Serra', que le había sustituido en la vicepresidencia del Gobierno de Felipe González. ''Estuve a punto de prohibirla (la cena)' me dice. ¿Prohibirla? Se considera dueño de voluntades ajenas; Guerra tiene una idea del poder en la que sólo caben subordinados que le obedezcan o le halaguen', narra Bono.

'Guerra se cree más que los demás y, por supuesto, mucho más que yo. Lo más peregrino de la conversación es su teoría sobre la conspiración universal contra el partido, es decir, contra él', continúa, convencido de que el dirigente socialista 'no soporta haberse ido del Gobierno y que el mundo siga girando como si nada hubiese ocurrido'.

Fue el entonces presidente del PSOE, Ramón Rubial, quien animó a Bono a escribir un diario después de que éste le contara su cita con Guerra. Meses después, en abril de 1993, continúa la lucha intestina en el PSOE y Bono recoge unas palabras de González: 'Sin ánimo de desprecio u ofensa, Guerra está mal. Nunca le he dejado que su sectarismo se traduzca o se traslade a las decisiones de Estado. A todas las personas que no gozan de su confianza las considera desleales'.

Según Bono, González coincide con su visión: Guerra 'no ha asumido que le cesara como vicepresidente'; 'desde entonces está intentando llevar adelante una política sesgada hacia la izquierda que considero equivocada y alejada de los intereses nacionales'.

También recuerda el fichaje de Baltasar Garzón en 1993, una 'operación' montada por él y con la que pensaba que se borraría 'de un plumazo el injusto estigma de corrupción generalizada' que pesaba sobre el PSOE.

Garzón: 'No puedo seguir apoyando al presidente del Gobierno que me ha retirado la confianza'

Garzón, según Bono, también propuso a González 'apartar a Guerra, que no vende ni una escoba', a lo que el todavía jefe del Ejecutivo respondió confesando que siempre había tenido importantes discrepancias con su segundo: 'de acuerdo, lo que se dice de acuerdo, nunca estuve con Guerra'.

Bono recoge la frustración de Garzón cuando Juan Alberto Belloch es nombrado ministro de Justicia e Interior en mayo de 2004 y revela las llamadas que le hizo para decirle que quería dimitir -había sido elegido diputado menos de un año antes y nombrado delegado del Plan Nacional contra las Drogas- y que sólo admitiría que se le ofreciera la Secretaría de Estado de Seguridad, algo que no conseguiría.

'No puedo seguir apoyando al presidente del Gobierno que me ha retirado la confianza. ¡Con lo que yo le he dado, con lo que yo he dado al PSOE! ¡Que no me reciba y no me tenga en cuenta a la hora de hacer estos nombramientos es inadmisible!', le dijo a Bono, que vio en Garzón un sufrimiento 'anticipo de otros quebrantos y sufrimientos' para el PSOE.

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