Juana Sequera se muere de pena cada vez que pasa por el barrio donde vivía su padre. “Nos han comido el terreno, nos han destrozado el centro, nos han encerrado entre casas y casas, nos han ahogado, es una aberración”. Cuando Casto Pino –hoy detenido– era concejal de Urbanismo en Aljaraque, recibió muchas veces a Juana, en representación de de la asociación de vecinos Casas Nuevas.

“Protestábamos por lo que su gobierno estaba haciendo en el pueblo, en Corrales [uno de los cuatro núcleos de Aljaraque], le pedíamos que ajustara la construcción de acuerdo a los intereses de la gente, pero empezaron a edificar sin parar oficinas y casas, que cuestan ya 40 millones [240.000 euros]”, lamenta Juana. Pero Casto no les hizo caso.

Los hijos de Juana se han tenido que marchar del pueblo porque no pueden pagar precios tan caros. “También pedimos en esas reuniones a Urbanismo viviendas de protección de oficial, pero nada, desde hace unos 15 años, no se construye ni una, y eso que en la Delegación provincial de Obras Públicas nos dijeron que el dinero estaba para cuando Urbanismo quisiera, pero no quiso”, asegura.

¿Quién se queda entonces con las casas nuevas? “La gente que viene de fuera, y eso supone otro problema, porque esta gente también necesita los servicios públicos, como el médico. Ahora el centro de salud se ha quedado pequeño y esperamos que el nuevo gobierno [PSOE e IU] lo amplíe ya, no cuando se acerquen las elecciones”, dice tajante Juana. En una década, la población de Aljaraque ha pasado de 9.743 habitantes a 16.368, un aumento del 41%. Son precisamente estos crecimientos desorbitados los que pretende evitar el Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía, recientemente aprobado por la Junta. “El pueblo ha sido el olvidado”, dice Juana.