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Ofensiva desesperada con etarras 'quemados'

En un año, la banda integró a la autora de la muerte de los dos guardias civiles en tres 'comandos'

Ó. L. F.

Saioa Sánchez Iturregi, Hintza, la etarra detenida el pasado miércoles en Francia acusada de asesinar por la espalda a dos guardias civiles, estaba a punto de integrarse en su tercer comando en menos de un año cuando tiroteó a los agentes. Una circunstancia totalmente desconocida en la ETA anterior al “alto el fuego permanente” –que siempre había respetado la norma de mantener fuera de circulación durante un tiempo mínimo a sus activistas huidos por considerarlos quemados y más fáciles de detectar por las Fuerzas de Seguridad del Estado– que, sin embargo, los actuales dirigentes han convertido en habitual.

Así, Hintza estuvo integrada en el comando Vizcaya a finales de 2006. Entonces tuvo que huir junto con los otros tres miembros de su grupo después de que la Ertzaintza localizase accidentalmente un zulo en Amorebieta donde almacenaban explosivos. Se escondió en el sur de Francia, donde la dirección de ETA le impartió un cursillo de armas para, meses después, integrarla en el comando Larrano.

Rumbo a Santander

Saioa Sánchez y sus otros dos integrantes –entre los que se encontraba su novio, Aritz Arginzoniz, con quien había compartido grupo en diciembre– recibieron pronto instrucciones para volver a entrar en España. Garikoitz Aspiazu, Txeroki, se reunió con ellos a finales de junio y les ordenó dirigirse a Santander para volar con un coche bomba un edificio público. La captura de Arginzoniz en la estación de autobuses de la capital cántabra cuando esperaba el vehículo obligó de nuevo a Hintza a escapar.

Tampoco en esta ocasión la etarra permaneció demasiado tiempo oculta. El pasado 1 de diciembre acudió a una cafetería de la pequeña localidad de Capbreton, en el País Vasco francés, junto al que era su nuevo compañero, Asier Bengoa, a la espera de recibir material e instrucciones para cruzar de nuevo la frontera como integrante de un nuevo comando. Para evitar ser reconocida, ya que la Policía española había repartido meses antes carteles con su fotografía, Saioa Sánchez se había teñido el pelo de rubio. Sin embargo, el encuentro “fortuito” con los guardias civiles y su captura cuatro días después, frustró su carrera terrorista.

Otros dos casos similares

La utilización de activistas quemados por parte de ETA no se ha limitado en los últimos meses al caso de Saioa Sánchez. Así, Aritz Arginzoniz se integró, precisamente junto a ella, en dos comandos en sólo seis meses. Más prematuro fue el caso de Ekaitz Agirre, un joven de 26 años detenido el 2 de julio en Francia, cerca de la frontera con España, cuando circulaba con una furgoneta cargada con 140 kilos de explosivos. Agirre había escapado de la operación de la Guardia Civil que en abril permitió desarticular el comando Urederra en San Sebastián. Tres meses después estaba a punto de volver a cruzar la frontera para intentar matar de nuevo.

Expertos de la lucha terrorista consideran que estos tres casos son la demostración fehaciente de que “ETA no anda sobrada de efectivos” y que la banda volverá a utilizar a terroristas recién huidos para mantener su ofensiva. El propio comisario general de Información, Miguel Valverde, ya apuntaba a comienzos de agosto, en un curso de verano, que la banda sólo cuenta con alrededor de un centenar de activistas en Francia, aunque sólo una minoría estába preparada para pasar a España y cometer un atentado. Éstos son los que una vez tras otra se integran en los comandos.

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