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El PSC intenta reinventarse

Los socialistas catalanes inician una travesía por el desierto para llegar a 2014 con un nuevo partido

D. CORDERO / A. M. VIDAL

'Lo primero que hay que hacer para cruzar el desierto es encontrar camellos', asegura un veterano diputado del PSC. Y justo en eso empieza a estar el partido: busca un líder que dirija el aparato y un candidato con posibilidades de devolver a los socialistas a la Generalitat. José Montilla, que lleva cuatro años siendo ambas cosas, empieza a ser el pasado. En otoño del próximo año, un congreso despojará de muchas hojas marchitas a un partido que necesita de savia nueva. Y la buscará donde siempre lo ha hecho, entre los alcaldes de los municipios que controla.

Pero esta vez habrá una condición añadida. Los opositores tendrán que rondar los 40 años, no más. 'Una renovación biológica', señalan fuentes del partido. Lo cierto es que estaba todo más o menos preparado. Todo menos la debacle que lo ha acelerado todo. Montilla ya ideó unas listas al Parlament en las que se combinaran con más fuerza que nunca diputados veteranos con la capacidad de enseñar los dientes en las situaciones más comprometidas con una nueva hornada de socialistas que representará el futuro. Son estos los que acompañarán a los jóvenes alcaldes en la nueva etapa.

Se acabaron los históricos. O, al menos, inician su retirada. Y lo han decidido ellos mismos, al menos los que forman parte del aparato. En el partido asumen que pueden ir a buscar un cabeza de lista más conocido y capaz de plantar cara dentro de cuatro años, pero sin mucha continuidad en el tiempo por una cuestión de edad o asumir que la travesía será larga y aspirar a forjar un liderazgo sólido para 2018. 'Buscamos a nuestra Camacho', asume con resignación un dirigente socialista, en referencia a la cabeza de lista del PP, una figura casi improvisada que ha catapultado a los conservadores catalanes a un resultado histórico.

La casualidad es cruel con el PSC. Hace casi una década que Alicia Sánchez-Camacho llegaba a Madrid como una promesa del PP. Al mismo tiempo lo hacía Carme Chacón. Se hablaba de ellas como las esperanzas catalanas, como así ha acabado siendo. La coyuntura política quiso, no obstante, que la socialista despuntara y se convirtiera en ministra. Pocos creen que ahora pueda volver a Catalunya, ni para dirigir el partido ni para encabezar una candidatura a las autonómicas. Chacón piensa en el Gobierno de España y nadie descarta que lo haga también en clave de relevo de José Luis Rodríguez Zapatero.

En el caso de que no participe en esa guerra, el PSC podría tener una opción, que no se acaba de descartar en los despachos de la sede del partido en la calle Nicaragua. Pero pasaría porque se decidiera crear un proyecto de partido bicéfalo. Por un lado, el primer secretario del partido y por otro, el candidato autonómico. Esa fórmula permitiría dejar la dirección del PSC a Miquel Iceta y ganar tiempo para encontrar un candidato con opciones de iniciar la remontada y continuarla. 'En el partido hay más posibles primeros secretarios que líderes capaces de ganar unas elecciones', asegura un dirigente del partido.

Todos esos elementos son lo que ha dejado atrás las elecciones del pasado domingo, que acabaron con el peor resultado electoral del PSC. Sólo un 18% de los votantes confiaron en el partido que consiguió sacar durante siete años a CiU del Palau de la Generalitat. Dicen que muchos de los militantes del PSC no han conseguido todavía salir del estado de shock por la nueva situación. Y el partido es, ahora, una gran nebulosa, un mar de dudas en el que ha reaparecido el debate sobre si es o no excesiva la dependencia del PSOE o si se necesita un grupo parlamentario propio en el Congreso de los Diputados. 'Si fuese sólo cuestión de cambiar una persona por otra, lo resolveríamos en 30 días', explican desde el cuartel general del PSC. 'Solventar todo esto en tan poco tiempo sería como decirle a la ciudadanía que no nos preocupa que sólo nos voten el 18% de los catalanes', agregan.

El problema es que la crisis interna ha tomado al partido en pleno inicio de ciclo electoral. El futuro de los próximos seis años no ha hecho más que empezar y el PSC parte rezagado y moralmente tocado. Peligran algunas de sus plazas, entre ellas su bastión, Barcelona, con el que históricamente han intentado equilibrar el poder convergente asentado en la Generalitat.

Silencio tras las municipales

De ahí que los alcaldes hayan pedido acallar el debate, que apunta a un carácter bronco fruto de las demandas de la considerada ala catalanista, hasta una vez pasadas las elecciones municipales de mayo. El PSC se jugará mucho en esa cita con las urnas. Conseguir mejores resultados que el pasado domingo dotará de legitimidad al aparato del partido para jugar fuerte en el congreso y en la futura dirección de los socialistas catalanes

Existe hermetismo en los nombres que jugarán fuerte a partir de ahora en el PSC, pero ya hay quien hace quinielas. Destacan figuras como Núria Parlón, joven alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet, colocada allí después de que su predecesor, Bartomeu Muñoz, fuera arrollado por la operación Pretoria. Pero también está Núria Marín, alcaldesa de L'Hospitalet la tercera mayor ciudad controlada por los socialistas, después de Barcelona; y Joan Ignasi Elena, de Vilanova i la Geltrú.

A esta hornada de jóvenes les acompañan otros, que hacen carrera en el Parlament. Es el caso de Laia Bonet, secretaria del Govern a sus 38 años y número cuatro en la lista por Barcelona estuvo a punto de ir como segunda de Montilla, Rocío Martínez-Sempere, Eva Granados o Jaume Collboni, el director de campaña de las últimas elecciones.

Progresista y no soberanista

Todos ellos forman parte de una generación más o menos cohesionada, con mucha transversalidad en el eje de la izquierda europea, no sólo de base socialdemócrata, y sin pretensiones soberanistas que puedan parecer inquietantes en Madrid. No esconden su catalanismo, pero consideran que hay que superar el debate tras la sentencia del Estatut. Se alienarían con la tesis que exponía Carme Chacón el día después de la derrota electoral en la ejecutiva del partido. 'Nos hemos desviado del debate izquierda-derecha para entrar en el del separatismo', vino a criticar la ministra de Defensa, según reflejó un asistente a la reunión. 'Esta ha sido la etapa más catalanista del PSC', dicen desde la cúpula del partido, sin disimular cierto hartazgo ante una cuestión que consideran ya superada.

El PSC parece, así, decidido a volver a sus esencias y reivindicar el Estado del Bienestar frente a aventuras de calado identitario. La gravedad de la crisis económica y las dificultades a las que se enfrentará la Generalitat pueden ser munición para desgastar desde la oposición al nuevo Govern de Artur Mas. Y, por supuesto, para hacer olvidar las tristes imágenes vividas hace una semana, cuando José Montilla anunció lo que ya se sabía: que su partido volvía al desierto.

 

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