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Vidal-Quadras o cómo amargarle la campaña andaluza a Arenas

Los insultos del eurodiputado del PP a Blas Infante resucitan los fantasmas antiautonómicos.

ALICIA GUTIÉRREZ

Bastaron cinco minutos para que el eurodiputado del PP Alejo Vidal-Quadras hiciera bueno el proverbio según el cual en política hay adversarios, enemigos y compañeros de partido. Porque cinco minutos de tertulia radiofónica sobraron para que, llamando “cretino integral” al pensador andalucista Blas Infante, Vidal-Quadras le amargara a su compañero Javier Arenas la precampaña para las elecciones andaluzas de marzo.

Su humorada hizo añicos el discurso laboriosamente tejido por Arenas, presidente y candidato del PP a la Presidencia de la Junta de Andalucía, para presentar sus siglas como las de un partido moderado y del que nadie debe temer ningún retroceso en materia autonómica. Arenas lo había dicho en noviembre de 2006: “Ya no se nos podrá maltratar por el error del 28-F”. Lo proclamó después de que, tras dos años de resistencia activa, el PP decidiera apoyar en el Congreso la reforma del Estatuto andaluz. El mismo Estatuto que define a Blas Infante como padre de la patria andaluza.

Tras cinco lustros en la oposición, el PP veía ya menos hercúlea la tarea de vencer a Chaves al dar por enmendado el error al que aludía Arenas: el cometido por la UCD cuando se estrelló el 28 de febrero de 1980 contra los farallones de la entonces incipiente autonomía andaluza, cuyo referéndum intentó boicotear para finalmente sólo boicotearse a sí misma.
Un año después de dar por saldada la deuda, y en cumplimiento de una especie de maldición política, Arenas ha visto cómo Vidal-Quadras hacía reaparecer la mancha del 28-F sobre la solería del partido. Para el PP andaluz, al que el PSOE aventajó en 2004  por 833.771 votos y 34 escaños en el Parlamento autonómico (61 a 37), la entrada del eurodiputado en escena ha sido una pésima noticia.

Un ataque inédito

Todo empezó el 28 de octubre, cuando Vidal-Quadras tomó a modo de cañón el micrófono de Radio Intereconomía, emisora adscrita al Eje conspirativo del 11-M, para disparar su munición de francotirador contra Blas Infante, el notario que, conmocionado por el régimen de semiesclavitud de los jornaleros, articuló en el primer tercio del siglo XX el ideario andalucista. Infante defendía un modelo como el que hoy se denomina federalismo simétrico. Y acabó fusilado el 10 de agosto de 1936 por las tropas franquistas sin juicio previo.

Por primera vez desde la restauración democrática, alguien atacaba al pensador andalucista, probablemente la única figura política intocable de la historia andaluza de la última centuria. El mismo hombre que había definido su nacionalismo como “antes que andaluz, humano” y que en su obra capital, El ideal andaluz (1915), había ensalzado a España como “supernación” de naciones, había pasado a convertirse en reo de separatismo radical. Pero Alejo Vidal-Quadras no se conformó con calificarlo como “cretino integral”:  “subnormal profundo” se añadió a su lista de epítetos.

En la cuerda floja

Días después, mientras la tormenta descargaba sobre la cabeza de Arenas y, de paso, sobre la de Mariano Rajoy, el eurodiputado intentó deshacer el entuerto: las suyas, dijo por teléfono a este periódico, habían sido unas declaraciones hechas en el ambiente “iconoclasta, festivo y desenfadado” de una tertulia radiofónica. ¿Sabían Vidal y sus contertulios que Blas Infante fue asesinado por las tropas franquistas? “Todo el mundo sabe que murió en circunstancias trágicas en la Guerra Civil”, respondió envolviendo en un eufemismo su reticencia a utilizar la palabra asesinato.

Para entonces, el terremoto había desbordado la escala Richter: PSOE, IU y Partido Andalucista (PA) tenían ya registrada en la Cámara una propuesta de reprobación a Vidal-Quadras que exige su renuncia como eurodiputado y deja aislado al PP. Y tanto el ayuntamiento del pueblo natal de Infante, Casares (Málaga), como el de Coria del Río (Sevilla), donde vivió hasta su apresamiento por los falangistas, habían decidido nombrar al europarlamentario persona non grata.

En Casares, incluso el PP votó a favor de la moción, lo que ilustra la magnitud del seísmo y la necesidad de Arenas de marcar distancias con Vidal-Quadras: marcarlas sin bajarse de la cuerda floja que le exige subrayar su centrismo sin soltar de la mano al segmento más derechista de su electorado. Y ese segmento comparte ADN político con Vidal-Quadras. No es casualidad que en los feudos tradicionales del PP, como el barrio de Los Remedios (Sevilla), la abstención en el referéndum estatutario del pasado 18 de febrero superase en diez puntos (73%) la media andaluza (63%). Ni que el no, que obtuvo una media del 9,48%, se disparase hasta un 36,7% en el centro de Málaga, donde el PP arrasa.

El iconoclasta reincide

Literalmente, y de acuerdo con sus palabras, Vidal-Quadras actuó como un iconoclasta. Pero, lejos de romper la imagen de Blas Infante, la que destrozó fue la de la estrategia de Javier Arenas, ahora fuera del Parlamento andaluz y que en 2008 intentará por tercera vez vencer al hasta ahora imbatible Chaves.  

De una tacada, el eurodiputado trajo de nuevo a la memoria el lapidario borrado del PP, en el que se inscriben sentencias memorables como aquella relativa a la “indolencia” andaluza (Juan Carlos Aparicio) o al peligro de afianzar el islamismo si se aprobaba la reforma del Estatuto (Jaime Mayor Oreja). O aquella otra de María San Gil, quien, antes del giro copernicano del PP andaluz en relación al Estatuto, calificó de “chirigota” que el texto incluyera la expresión “realidad nacional” andaluza. Antes de ese giro, Mariano Rajoy puso el broche: realidad nacional, dijo, sonaba a “cachondeo”.

En la riada de Vidal-Quadras, el agua llegó hasta Génova: el miércoles, y forzado por una severísima carta del presidente de la Junta, Manuel Chaves, Rajoy se vio forzado a hablar. “El PP –decía su respuesta a Chaves– quiere a Andalucía, admira a Andalucía y respeta a Andalucía”. Sobre Vidal-Quadras, ni una sílaba. Y ni una letra tampoco sobre su segunda andanada.

Lejos de rectificar, el eurodiputado volvió a la misma senda hace una semana. Fue en otra tertulia, cazada al vuelo por el minoritario PA, que se reclama heredero político de Infante y sopesa iniciar acciones judiciales. “Era un personaje un poco grotesco”, dijo esta vez Vidal-Quadras. Un “estrafalario” y un “nacionalista muy extremista”, agregó.

Arenas replicó: el PP rechaza “de la A a la Zeta” esas descalificaciones. Pero la prueba de fuego llegará el miércoles, cuando el Parlamento andaluz pida que su compañero Alejo Vidal-Quadras haga las maletas y abandone Estrasburgo.

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