Posos de anarquía

Pagar religiosamente el IBI es no pagar

Pagar religiosamente el IBI es no pagar
Concentración en Madrid, frente al Congreso de los Diputados en 2022. - Cristina Ridruejo

Falta de coraje. Es lo peor que le puede suceder a un gobernante, porque cuando es preciso tomar medidas impopulares y, sobre todo, aquellas que pisan el callo a un grupo de poder -los denominados lobbies- se achanta. Eso es lo que le ha pasado al PSOE con privilegios de los que disfruta la Iglesia católica, como la exención del pago del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI). En lugar de retirárselo y acabar con esa discriminación de que somos objeto el resto de personas que lo abonamos, Pedro Sánchez ha optado por extenderlo a otras confesiones: la Iglesia ortodoxa, la Unión Budista, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (mormones) y los Testigos de Jehová.

Parece mentira que el PSOE ande últimamente tan preocupado con los impuestos a los ricos y ahora, en un ejercicio de sumisión total, no sólo pierda la recaudación de los cerca de 35.000 inmuebles que sólo desde 1998 inmatriculó la Iglesia gracias al cambio de legislación de José Mª Aznar (a los que hay que sumar el resto con que ya contaba), sino que lo extienda a otras cuatro confesiones. ¿A qué se debe que ciertos grupos asociativos gocen de estos privilegios y otros sí tengan que tributar pena de sanción?

Lo anunciado ayer no resuelve el problema, lo agrava, porque extiende una discriminación que viene desde arriba, desde el mismo Estado. Leo titulares esta mañana que hablan de "todas las confesiones", pero la chapuza socialista es tal que ni siquiera equipara a ese nivel. Si uno acude al registro oficial de entidades religiosas puede comprobar que musulmanes, evangélicos, judíos, hinduistas se quedan fuera de las prebendas estatales con las confesiones.

En realidad, no se trata de hacer un guiño a las cuatro religiones beneficiadas, sino de blindar aún más a la Iglesia católica, la misma que ni siquiera es capaz de colaborar en las investigaciones de casos de pederastia en su seno que durante décadas ha ocultado a sabiendas. ¿Acaso cree alguno de los nuevos privilegiados que en la declaración de la renta la casilla 105 se ampliará para que el contribuyente destine el 0,7% de su cuota íntegra del IRPF al sostenimiento económico de su iglesia? Claro que no, están en juego más de 300 millones de euros que recauda.

¿Y quienes no profesan ninguna fe, precisamente, en un estado aconfesional según nuestra Constitución?  ¿Cómo cree el PSOE que se siente ese colectivo cada vez más numeroso? Quienes se mueven en el terreno del ateísmo o el agnosticismo comienzan a estar hartos de que para respetar, especialmente a la Iglesia católica, se les discrimine y se adopte una actitud absolutamente irrespetuosa con ellos y ellas. Eso es lo que ha hecho el PSOE.

Pedro Sánchez adopta actitudes desleales tanto con su socio de Gobierno como con sus compañeros de viaje en esta coalición desde que favorecieron su investidura y hayan sido claves en los avances sociales conquistados en esta legislatura. Cuando estas deslealtades se cometen persiguiendo una mejora, incompleta, pero mejora al fin y al cabo, todavía tiene un pase; cuando lo que se hace es someterse y extender la desigualdad, como es el caso, es un auténtico atropello.

Ojalá todos pagáramos religiosamente el IBI, porque gracias a Sánchez significaría que no lo pagaríamos y nos ahorraría unos cientos de euros al año, lo que viene muy bien. No es el caso, y quienes tenemos verdadero sentido del Estado de Bienestar lo agradecemos, porque de ello depende en gran parte el funcionamiento de nuestros ayuntamientos, dado que es su mayor fuente de ingresos. ¿Protestará algún alcalde de derechas a esta nueva ocurrencia del PSOE? Claro que no, pero eso no es lo que más escuece: lo más lacerante es que no se escuchen voces socialistas que defiendan lo que dicta nuestra misma Constitución.

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